En plena Albufereta quizás pasa algo desapercibido al estar todo rodeado de grandes urbanizaciones residenciales, pero aquí se encuentra uno de los yacimientos arqueológicos más impresionantes del Mediterráneo español.
Sobre la pequeña montaña del Tossal de Manises hace más de dos milenios se hallaba una antigua ciudad íbera, que luego se convirtió en romana, a la que conocemos como Lucentum. Tradicionalmente se ha considerado que su primer nombre fue Akra Leuka (en griego clásico significa ‘peña blanca’) e incluso que podría haber sido fundada por Amílcar Barca (el padre del célebre general cartaginés Aníbal).
Las murallas y las casas
La mayoría de los restos que se conservan en el yacimiento son del siglo I a.C. en adelante, coincidiendo con la época de mayor apogeo de Lucentum. Todavía quedan en pie buena parte de las murallas que rodeaban la urbe, e incluso algunos trozos de estas fortificaciones son anteriores a la llegada de los romanos.
El recorrido empieza por la Puerta Oriental, la cual constituía la principal entrada a la antigua ciudad. Desde este lugar salía un camino comunicante con la Vía Augusta, una de las grandes calzadas de Hispania que transcurría desde Gades (Cádiz) hasta Narbo Martius (Narbona, Francia).
Una vez atravesada esta puerta, empezamos a caminar por las calles de esta urbe romana. A nuestros lados vemos casas de distintas formas geométricas, fruto de las distintas modas que iban impregnando entre los arquitectos de la época. Destaca, por ejemplo, una vivienda con un patio triangular de las más antiguas que se conservan (siglo III a.C.).
Para muchos visitantes impactan las termas romanas
Termas, Foro y tumbas
Quizás la parte más impactante para muchos de los visitantes sean las termas romanas. Se trata de un edificio público donde los lucentinos se daban baños y masajes, practicaban gimnasia e incluso se organizaban actos sociales. Aunque las paredes ya apenas se conserven, todavía se pueden observar casi intactos los conductos subterráneos por los cuales circulaba el aire que regulaba la temperatura.
Siguiendo nuestro camino hacia el centro de la urbe llegamos al Foro Romano, una especie de Plaza Mayor donde se ubicaban los principales edificios civiles y religiosos. Aquí podemos ver parte de las majestuosas columnas que flanqueaban este lugar e incluso la reproducción de un trozo de la gran escultura de bronce que adornaba la plaza. Se trata de una mano de bronce portando el mango de una espada, por lo que se cree que la estatua estaría dedicada a algún emperador romano de la época.
Con la decadencia del Imperio Romano, la ciudad de Lucentum fue cayendo en desgracia
Coincidiendo con la decadencia del Imperio Romano, la ciudad de Lucentum fue cayendo en desgracia y la población se acabó trasladando hacia las faldas del monte Benacantil. Aún así, en este asombroso lugar también se han hallado restos del periodo islámico. Resulta que los habitantes de la medina alicantina convirtieron la antigua ciudad romana abandonada en una maqbara (cementerio), por lo que podemos ver diversas tumbas musulmanas (mirando en dirección a La Meca) que datan de la Edad Media.
Los enigmas de Lucentum
Muchos de los materiales arqueológicos que se han encontrado en Lucentum están expuestos en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante (MARQ), donde se puede ampliar mucha más información sobre los orígenes de Alicante.
Lo cierto es que todavía a día de hoy existen bastantes discrepancias entre los historiadores acerca de todo lo que rodea este lugar. Algunos expertos opinan que la antigua Akra Leuka en realidad estaba ubicada en el interior de la península, y no tendría nada que ver con esta ciudad íbero-romana.
Por otra parte, si bien es evidente que el nombre de Alicante es una evolución etimológica de Lucentum (entre medias los musulmanes la redefinieron como Al-Laquant), ciertos arqueólogos apuntan a que realmente la auténtica Lucentum no fue la urbe del Tossal de Manises, sino otro poblado romano que estaba ubicado por la zona de Benalúa y del que hoy ya no quedan ruinas visitables (aunque sí algunas piezas expuestas en el MARQ).
Solveig Nordström
Quizás nunca despejemos estas incógnitas, pero de lo que bien podemos estar seguros es que si hoy se nos brinda la oportunidad de seguir disfrutando de este excepcional yacimiento se lo debemos sobre todo a la arqueóloga sueca Solveig Nordström.
Fue en los años 60 cuando esta valiente escandinava hizo frente a las excavadoras que pretendían derruir las ruinas del Tossal de Manises para construir más urbanizaciones. Por eso el parque ubicado justo al costado lleva el nombre de esta heroína que ya tiene nada menos que 96 primaveras a sus espaldas.