La célebre Subida al Gran Hotel Bali de Benidorm permitió a los aficionados de la provincia de Alicante descubrir las carreras verticales, una competición en la que los atletas desafían las leyes de la gravedad en un interminable esfuerzo por alcanzar el cielo.
Muy cerca de Benidorm, en Altea, reside Ángel López (8-agosto-1994), el mayor especialista en este tipo de competiciones de la provincia y uno de los clásicos en las carreras españolas.
Una pasión
A Ángel, que compagina su pasión con el trabajo en una panadería, le llegó esta afición casi por casualidad. Desde pequeño se aficionó a las pruebas de atletismo populares y a la bicicleta de montaña, hasta que presenció en 2011 una carrera vertical cerca de casa, en la Sierra de Bernia. Al año siguiente decidió probar en una Subida al Puig Campana y logró quedar primero de la categoría juvenil. A partir de ese momento surgió un idilio que dura hasta la fecha.
“Subir me motiva y me apasiona. Me siento cómodo ascendiendo”, afirma el alteano, quien considera que su habilidad para la escalada le viene “de la genética, pero también del entrenamiento”. “Soy un peso pluma y eso ayuda, pero también es verdad que desde los seis años he hecho deporte y que mi condición física siempre ha sido buena”, añade.
Al aire libre y en interior
Ángel, que ya ha conquistado varios títulos autonómicos en categoría promesa, ha participado en las siete últimas ediciones de la Subida Vertical al Gran Hotel Bali, en Madrid, Barcelona y también en varias pruebas internacionales celebradas en Austria, Eslovaquia y la República Checa, en las que quedó en el top 20.
Dentro de las carreras verticales existen dos mundos. Las pruebas al aire libre, que a su vez se dividen en kilómetro vertical, en las que hay que superar un desnivel de mil metros sobre un recorrido máximo de 5.000, por ejemplo la que se celebra en la Sierra de Bernia, o las carreras verticales puras, como la Subida a las Antenas de Alfaz. Y las que se celebran en el interior de edificios, como el Gran Hotel Bali o la Torre Eiffel, en las que deben subir infinidad de peldaños para llegar a la meta.
«Subir un edificio llega a ser estresante y necesita una gran coordinación»
Adaptación a cada escenario
El atleta alteano confiesa se adapta con la misma facilidad a cualquiera de los dos escenarios, aunque asegura que requieren una preparación diferente. “Subir por escaleras necesita un entrenamiento específico, tienes que estar muy coordinado en cada pisada, cada escalón y cada curva porque las diferencias son mínimas”, explica Ángel, quien es partidario de pruebas “cortas, pero intensas” que permitan exprimir al máximo su “explosividad”.
De su primera experiencia en el Bali, pese al meritorio octavo puesto final, no guarda el mejor recuerdo “porque se subía en pelotón y no estaba acostumbrado a eso”. Todo lo contrario de lo que sucede en la Subida a Monserrat, prueba de la que se ha convertido en todo un especialista tras coleccionar varios puestos de honor.
«En La Marina tenemos un clima especial y parajes ideales para entrenar»
Entrenamiento
Ángel no vive del atletismo, por lo que puede participar en las competiciones gracias a la complicidad de los dueños de El Petenero, la panadería en la que trabaja, y de algunos patrocinadores que le ayudan en gastos y alimentación (como Overstim, Gore Wear, AtmosferaSport Altea, Pepepegatina, Crancsurf o Bar Katanga, entre otros).
El alteano suele entrenar poco más de una hora y media al día, en la que suele correr, escalar y hacer bicicleta. “No necesito más. Los entrenamientos tienen que ser intensos y cortos, porque no hay pruebas que duren más allá de una hora”, argumenta. Los escenarios en los que se ejercita los tiene a la vuelta de la esquina. “Aquí en La Marina tenemos un clima especial y parajes ideales para correr, como la Serra Gelada, Les Revoltes, el Puig Campana o el Ponoig, que me encanta”, detalla el corredor.
Cada zancada supone un desafío a la gravedad y un esfuerzo titánico según se van acumulando los kilómetros y crece la pendiente. Ángel asegura que durante las pruebas siente sensaciones encontradas. “Hay veces que disfrutas, sobre todo las que son de kilómetro vertical porque el paisaje y la naturaleza son espectaculares, pero a veces en las escaleras sientes algo de claustrofobia y resulta agónico”, confiesa.
«Mi próximo objetivo es participar en la célebre subida a la Torre Eiffel»
Proyectos pendientes
Con el permiso de la pandemia, Ángel ya ha enfocado algunos de sus retos para el próximo ejercicio. Uno de ellos es repetir en la Cursa Vertical de Monserrat, prueba de extrema dureza en la que los atletas deben ascender 2180 escalones. “Salimos con 30 segundos de diferencia y llega a ser estresante porque notas que vienen detrás de ti”, explica. El otro gran reto está en París, en la mítica Torre Eiffel, si bien en este caso no es fácil poder disputar la prueba ante las exigencias de la organización.
“Tienes que presentar un currículum deportivo y acreditar unos tiempos para entrar. Luego hay un sorteo, porque solo hay 120 plazas y es una prueba a la que acude gente de todo el mundo”, relata el alteano, quien sueña con que a medio plazo se profesionalice el universo de las carreras verticales. “Cada vez hay más y eso es señal de que a la gente le gusta. Las pruebas son muy duras y eso las hace espectaculares”, sentencia.