Dicho así, este título nos podría hacer pensar que nos estamos refiriendo a esa madrugada mágica del tránsito del 5 al 6 de enero, en la que el silencioso caminar de los camellos se dirigen a las casas cargados de juguetes para los niños.
El 27 de octubre de 1862 arribaban a Orihuela la Reina Isabel II y su cortejo
Isabel II
Nos vamos a situar meses después de esa fecha, en el último trimestre del año 1862. Concretamente el día 27 de octubre, en que procedentes de Murcia arribaban a Orihuela la Reina Isabel II, su esposo Francisco de Asís de Borbón, el Príncipe de Asturias Alfonso, que después reinaría como Alfonso XII, y la Infanta Isabel, que pasaría a la Historia como “la Chata”.
En aquel mes, el cortejo real viajó a esta zona del sudeste español, pasando por Cartagena, Murcia y Orihuela, entre los días 23 y 28. Todos los pormenores, en su momento fueron narrados por Fernando Cos-Gayón y aunque haremos alguna referencia a lo que él nos cuenta, nos vamos a centrar, sobre todo, en el periódico madrileño ‘La Correspondencia de España. Diario Universal de noticias. Eco imparcial de la opinión y de la prensa’.
Preparativos
La visita, desde la segunda década del mes de septiembre se había estado preparando en todos los pueblos de la provincia de Alicante por los que debía de transitar la familia Real, teniendo la previsión de preparar arcos triunfales, obeliscos, colgaduras y flores en las casas, adorno en las carreteras por donde circularían, hasta el punto que se ultimaban las obras de la que conducía de Orihuela a Albatera, bajo la dirección del ingeniero Eduardo O´Kely para lo que se estaba invirtiendo un millón quinientos mil reales y la mano de obra de dos mil trabajadores, a fin de que estuviera concluida para que cómodamente se pudiera llegar hasta Novelda, desde donde regresarían a Madrid, pasando por Aranjuez.
A finales del mes de noviembre, llegaba a nuestra ciudad el aposentador de S.M., a fin de inspeccionar los alojamientos preparados para la Real familia. Lo cual fue facilitado por el Obispo de Orihuela Pedro María Cubero López de Padilla, que había sido predicador de la Reina, de su Consejo, y propuesto para la Diócesis oriolana por la misma. De tal manera que el Prelado había tomado a su cargo el hospedaje de la Reina.
Alojamiento
El asunto de los alojamientos del séquito debió de ser complicado, ya que estaba compuesto, según estimamos, en casi ochenta personas, de las que 54 quedaban identificadas por Cos-Gayón y otras como oficiales y ayudantes de cocina, repostería, botillería y cava, palafreneros, tronquistas y postillones, no los cuantifica.
Sin embargo, además de autoridades como el Duque de Tetuán, presidente del Consejo de Ministros, los ministros de Estado y de Fomento, el arzobispo Antonio María Claret y otros nobles; en dicho séquito iban incluidos un cirujano sangrador, el boticario mayor, tres tenientes de aya, tres azafatas, dos camaristas, dos encargados de guardarropa, una peinadora, cuatro mozas de retrete y el jefe de las reales mesas.
Para el alojamiento de la Reina, el Obispo Cubero amuebló lujosamente el Palacio Episcopal, facilitando para ello varias familias de distinción algunos muebles. Por otro lado, el Ayuntamiento que presidía Ramón Bofill se encargó del alojamiento del Duque de Tetuán.
Inspección
El hecho de que los viajeros dedicaran un día más en su visita a Cartagena, hizo correr rumores en Orihuela de que los Reyes sólo descansarían unos momentos en la ciudad y no pernoctarían. Sin embargo, todo quedó aclarado tras recibir el alcalde un telegrama en el que se decía que la comitiva llegaría el día 27 de octubre procedente de Murcia y abandonaría Orihuela en la mañana de la fecha siguiente.
Previamente, desde el día 22, el gobernador civil de Alicante, Francisco Sepúlveda Ramos arribaba a Orihuela para inspeccionar los preparativos y las obras de la carretera hasta Albatera. Ese mismo día, también llegaba el Arzobispo de Valencia, Mariano Barrio Fernández.
Se construyeron tres arcos triunfales, uno de los cuales formado con naranjos y limoneros en flor
Recibimiento
Los Reyes fueron recibidos por las autoridades en el límite de la Provincia con Murcia, hasta la que acudieron doscientos jóvenes a caballo vestidos con “el traje del país con todo lujo de su semi-árabe y pintoresca forma”.
Se construyeron tres arcos triunfales, uno de los cuales formado con naranjos y limoneros en flor, flaqueado por dos pirámides de grandes dimensiones con toda clase de frutos de nuestra huerta. La víspera se había plantado una palmera en el claustro del Palacio Episcopal.
La comitiva llegó a Orihuela a la una de la tarde, siendo recibidos por las autoridades locales debajo de arco citado. Tras pasar por otro arco emplazado en la plaza de la Fruta, llegaron a la calle del Ángel donde niños y niñas de familias importantes aclamaron al Príncipe de Asturias y a la Infanta, arrojándoles flores y cintas. La calle Mayor se presentaba cubierta de pabellones encarnados y amarillos y desde los balcones llovieron poesías y flores.
Antes de acceder al Palacio Episcopal, entraron en la Catedral donde se cantó un Te Deum. Tras un breve descanso, ascendieron a pie hasta el Seminario y después visitaron un establecimiento de beneficencia y un convento de monjas, que supongo sería el de las Salesas. Desde las Casas Consistoriales presenciaron unos fuegos artificiales y se les ofreció una serenata desde el río en la que jóvenes iban navegando en barcas adornadas a la veneciana.
Para sufragar los festejos, éstos fueron por cuenta de los vecinos
Sufragar los festejos
Para sufragar los festejos, éstos fueron por cuenta de los vecinos y para cubrir ocho mil duros que faltaban los cubrieron los miembros de la Corporación Municipal que tomaron 36 acciones de mil reales cada uno, al igual que otros personajes como el diputado por el Distrito, Tomás Capdepón, que tomó 40; Andrés Lacárcel, 16 y el conde de Pinohermoso, el marqués de Rafal y Matías Sorzano, 10 cada uno de ellos.
La Reina hizo llegar al alcalde 124.000 reales para distribuirlos en los establecimientos de beneficencia y educación. En la mañana del día siguiente, la familia Real dejaba Orihuela entre las aclamaciones de los oriolanos, que aquellos que estuvieron presentes siempre recordarían el día 27 de octubre de 1862 en que vinieron los Reyes a Orihuela.