Entrevista > Toni Pérez / Alcalde de Benidorm
Dicen que la orquesta del Titanic siguió tocando hasta el último momento tratando de negar la evidencia de que, tras chocar contra un iceberg cuando navegaba, orgulloso y arrogante, a toda máquina por el Atlántico Norte, aquel barco insumergible se estaba yendo a pique. Ha pasado más de un siglo desde aquello y parece que la humanidad, al menos una parte de ella, vive negando la evidencia de que, incluso cuando no lo podemos ver o intuir, a todo transatlántico le espera un iceberg traicionero a proa.
Sin negar la evidencia
A Toni Pérez le ha tocado capitanear el buque turístico de Benidorm tras impactar de lleno con la montaña helada de la pandemia. Sobradamente bregado en la vida de la administración local, donde antes de alcalde fue concejal en el gobierno y la oposición, no quiso negar la evidencia de que el golpe había sido muy duro y que la vía de agua podía, si no se ponía remedio rápido, hacer naufragar el mayor destino vacacional de Europa.
No puso a tocar a la banda, pero dirigió cada uno de los pasos de la orquesta. Unos pasos que ahora, cuando comenzamos a ver, aliviados, un puerto seguro en el que refugiarnos y terminar de reparar la avería, pueden ser analizados y juzgados. Habrá quien aplauda algunas decisiones y critique otras. Para comprender cómo y porqué se hicieron las cosas, AQUÍ en Benidorm se sentó durante más de una hora y media para hablar con el alcalde de la ciudad y conocer, de primera mano, su versión.
Usted siempre ha presumido de estar rodeado de un gran equipo de trabajo y, a la vez, sus concejales suelen destacar su capacidad de delegar. ¿Cuán importante ha sido esta realidad en un periodo tan complicado como el que estamos atravesando en el que los frentes abiertos son tantos?
Es fundamental. Eso es, precisamente, lo que define un equipo: dar autonomía y libertad. Que cada uno sepa qué es lo que tiene que hacer no significa que la mayoría de los proyectos no salgan de un trabajo en equipo y en coordinación con muchas delegaciones distintas.
Yo he formado parte de muchos equipos de trabajo, en el gobierno y la oposición. Es muy importante que todos vean los frutos del trabajo que desarrollan. Nosotros nos reunimos, al menos, cinco veces a la semana y eso hace que todo esté muy planificado y organizado, lo que facilita el trabajo y lo hace más atractivo en momentos de penuria como estos.
¿Cuesta mantener el ánimo alto dadas las circunstancias?
La gente no piensa, y tampoco tiene porqué hacerlo, cuál es el ánimo con el que, como cualquier otro ciudadano, nos levantamos cada mañana. Nosotros tenemos unas responsabilidades, quizás mayores porque gestionamos lo público, pero también estamos viviendo la pandemia.
Lo que sí puedo decir es que yo y el resto de mi equipo seguimos teniendo la misma vocación, ilusión y ganas de trabajar… o más. Una de las cosas que se ha observado es que nadie va a venir a hacer tu trabajo y la ciudad está ahí y hay que atenderla.
Hace poco más de un año ganó las elecciones y lo hizo con mayoría absoluta. Con lo que ha venido después y por muy bien avenidas que puedan llegar las coaliciones de gobierno cuando son necesarias, ¿hasta qué punto facilita una mayoría absoluta gestionar esta situación?
No es tanto poder tomar las decisiones en solitario, sino tener claro lo que persigues y que no haya obstrucciones o circunstancias que lo demoren. El diálogo tiene que existir siempre. Hay que ser capaces de encontrar el consenso. Es verdad que en un momento de muchísima dificultad, como el que estamos atravesando ahora, depositar muchas decisiones en esos procesos que pueden ser farragosos y con muchas miradas diversas, podrían no ser iguales.
«Lo que tenemos que hacer es asumir la responsabilidad de los errores y no perder un minuto en regodearnos con los aciertos»
A la vez, les deja en un terreno en el que el acierto y el error es patrimonio propio.
Podemos acertar, y creo que lo hemos hecho la mayoría de las veces. Podemos errar, y creo que hemos cometido errores. Al final, lo que tenemos que hacer es asumir la responsabilidad de los errores y no perder un minuto en regodearnos con los aciertos. Esa es nuestra obligación.
Lo que sí que hay es una definición muy clara de todo lo que hacemos mucho antes de adoptar la medida. Y no hablo en el tiempo del calendario o en término de días; me refiero a que igual hay que tomar una decisión hoy mismo y si eso supone dedicarle cinco o diez horas a meditarla, se las tienes que dedicar.
Volviendo a mi cuestión anterior y haciendo hincapié en esos procesos de urgencia que acaba de mencionar, la mayoría absoluta volverá a ser una ventaja.
Se evitan muchos procesos de consulta y de demora que se derivan de esa generosidad que hay que poner sobre la mesa cuando tienen que decidir muchos. No con carácter general, pero sí para las cosas que son muy importantes. Por ejemplo, la decisión de cerrar Benidorm se adopta en una asamblea de Hobsbec un domingo, 15 de marzo.
Quiero recordar que en ese momento el equipo de gobierno habíamos vivido la dificultad del cierre, por un mandato gubernamental, de bares y restaurantes a las doce de la noche en una ciudad con una ocupación superior al 80 por ciento y con más de 30.000 turistas, la mayoría británicos…
«Nos enfrentábamos a una decisión que no había tenido que tomar ningún alcalde en la historia de Benidorm como es la de cerrar nuestras playas»
Permítame interrumpirle. ¿Cómo se manejó aquella situación en términos de información hacia los afectados?
Los turistas, como la mayoría de los españoles, no tenían ninguna información apenas unas horas antes. En su caso, además, tampoco la tuvieron muchas horas después. Todo aquello fue una gestión de pandemia que abordamos desde el momento en que conocimos que se iba a cerrar la hostelería y nos enfrentábamos a una decisión que no había tenido que tomar ningún alcalde en la historia de Benidorm, como es la de cerrar nuestras playas.
«DTI no es sólo tener el dato sino también la capacidad de analizarlo»
Supongo, porque de lo contrario me estaría reconociendo que hicieron una apuesta ciega, que todo aquello, como ha dicho antes, se sustentó en deliberaciones previas y en información que ya tenían disponible.
En apenas 36 horas desde el cierre de la hostelería, cuando el propio decreto de Estado de Alarma decía que los hoteles tendrían que cerrar el 26 de marzo, el empresariado hotelero de Benidorm, su Administración, la Fundación Visit Benidorm y Hosbec nos sentamos un día 15 y decidimos cerrar todos los establecimientos el día 18, impulsando un dispositivo en el que, efectivamente, ya veníamos trabajando porque teníamos una analítica importante de la situación gracias a la Inteligencia Turística.
Muchas veces nos preguntamos qué es eso del DTI; pues es, precisamente, no sólo tener el dato sino también la capacidad de analizarlo. Tomar esa decisión fue tan importante como que ocho días después encontramos que había aeropuertos turísticos colapsados porque, incluso contando con ocho días más, nadie se encargó de planificar la salida de un número tan importante de turistas. Eso es algo que ya queda en el recuerdo.
Y todo ello, en tiempos de tantísima crispación no sólo en el ámbito político, con el acuerdo de la propia patronal hotelera.
Como alcalde siempre agradeceré la decisión de Hosbec que, anticipándose mucho a las posibilidades que le daba el Estado de Alarma, adoptó una decisión basada exclusivamente en la seguridad de nuestros turistas. Antepuso la salud y la seguridad de sus clientes al factor económico.
«Desde marzo Benidorm ha manejado datos de indicadores de pandemia inferiores a cualquier otro destino turístico»
Desde entonces, ¿cómo valora la navegación de la ciudad a través de esta tormenta perfecta que ha supuesto la pandemia?
Desde entonces, aunque en estas cuestiones siempre hay que tocar madera porque influyen muchísimos factores, Benidorm ha manejado datos de indicadores de pandemia inferiores a cualquier otro destino turístico.
«La decisión más dura en lo emocional fue la suspensión de todos los eventos festeros de la ciudad»
Usted ha tenido que cerrar las playas, los hoteles, la hostelería… además, ha tenido que suspender actividades culturales y festivas. ¿Cuál ha sido la decisión que más dolor le ha producido?
En todo prima el análisis de la realidad, hacer un diagnóstico de las posibilidades y tomar la decisión que entiendes que es más adecuada. Efectivamente, en todo eso hay un factor emocional y, sin duda, la más dura en ese sentido fue la suspensión de todos los eventos festeros. Recordemos que la primera en verse afectada fue la celebración del 16 de marzo, con todo proyectado.
Desde entonces ha pasado mucho tiempo y muchas cosas y en el imaginario queda lo más inmediato, las Fiestas Mayores Patronales, pero Benidorm ha suspendido todas las actividades festeras. Soy muy consciente de que en el corazón de una Fallera o de una Bellea lo que queda es la suspensión de las fallas o de las hogueras.
Cualquier persona podrá entender que algunas de esas decisiones se tomaron sin poder contar con todos los datos deseables. ¿Cuál ha sido la que firmó con más temor a poder estar equivocándose y, por lo tanto, a que creara un perjuicio innecesario a la ciudad?
Sin duda, cerrar las playas. Ahí no tengo ninguna duda.
¿Cuándo se dio cuenta que fue un acierto y respiró tranquilo por aquello?
Estábamos tan metidos en la gestión de lo que ya teníamos encima y de lo que todavía estaba por venir, que el día que se me saltaron las lágrimas y no de pena fue cuando escuchamos, tras abrir las playas, niños jugando en la playa. Recuerdo que salíamos del Torrejó tras una reunión y fue muy bonito.
¿Influyó en esa reacción la controversia que generó tanto la decisión del cierre playero como la demora en su reapertura?
Hubo, efectivamente, una campaña voraz. Ahora todo el mundo tiene buenas palabras, pero el cierre de las playas y su reapertura fue una decisión muy compleja. Benidorm no podía abrir sus playas sólo porque ya se pudiera ir. Es un atractivo tan grande que hubiera congregado a muchísima gente y hubiéramos tenido un problema nada más abrir las puertas.
Ha sido un tránsito muy duro. También ha habido mucha caña en eso y se nos ha dado por todos los lados. Pero teníamos la convicción en lo que hacíamos.
«Un 80% valora altísimamente lo que hemos hecho en la Playa de Levante. Además, un porcentaje altísimo quiere que las parcelas se mantengan»
¿Ha merecido la pena?
Nuestras encuestas de satisfacción indican que un 80 por ciento valora altísimamente todo lo que hemos hecho en la Playa de Levante. Además, un porcentaje altísimo quiere que las parcelas se mantengan.
Esta temporada hemos tenido 2,5 millones de personas en nuestras playas. Nunca habíamos tenido ese dato porque no disponíamos de un control de acceso. Son ventanas de oportunidad que ahora nos permiten hablar de datos reales. Ese fue el gran reto: permitir que las playas funcionaran, incluso en momento con mucho turismo nacional, con sitio para todo el mundo y de manera segura.
Cambiando de tercio, hablemos de las inversiones planificadas y ejecutadas en 2020. La joya de la corona en ese sentido es la avenida del Mediterráneo. ¿Está satisfecho de cómo se ha realizado esa actuación?
Nos hemos encontrado muchas más dificultades de lo que la gente puede pensar. Con el cierre de toda la economía mundial fue complicado mantener el flujo de los materiales y recursos necesarios. Lo importante de la avenida del Mediterráneo, más allá de que su gran renovación haya sido una promesa de todo el mundo prácticamente desde los años 80, es la satisfacción de saber que Benidorm está proyectando sus necesidades en el subsuelo para las peores circunstancias y por muchos años.
La gran inversión de la Plaza Triangular y toda la primera fase hasta la avenida Europa está, precisamente, enterrada. Esa gran obra de ingeniería es lo que la gente se ha perdido.
«Me preocupo mucho cuando empiezan las obras; pero me olvido enseguida cuando terminan porque ya es momento de pensar en nuevos retos»
Pero el ciudadano, con lo que se queda, es con lo visible.
Yo siempre digo que me ilusiona de la misma manera una obra como la que hemos ejecutado en la avenida del Mediterráneo como la pequeña rampa que construimos conectando Jaime I con la plaza de La Castellana.
Se trata de mejorar la movilidad y que las personas sean más felices. Le doy el mismo valor. Es más, me preocupo mucho cuando empiezan las obras; pero me olvido enseguida cuando terminan porque ya es momento de pensar en nuevos retos.
Benidorm ha destinado en ayudas a las familias, autónomos, pymes, comerciantes… cerca de cinco millones de euros
En el ámbito de las inversiones, ¿han tenido que dejar de realizar algún proyecto a causa de la pandemia?
Muchísimos. Pero no a consecuencia, por decirlo de alguna manera, de las circunstancias administrativas de esta pandemia, sino para poder derivar recursos que en estos momentos no queríamos consumir en otras cosas. Benidorm ha destinado en ayudas a las familias, a autónomos, a pymes, a comerciantes… cerca de cinco millones de euros.
De ellos, 3,6 han salido del presupuesto municipal. Estamos permanentemente buscando nuevos recursos para hacer más en este campo. Seguimos teniendo un superávit de 5,7 millones de euros que el Gobierno de España no nos dejan tocar.
«No duermo tranquilo sabiendo que hay vecinos que están en un ERTE y no lo han cobrado todavía»
¿Van a seguir convocando ayudas?
Sí. Vienen dos muy potentes. Se trata de contribuir en la medida que lo puede hacer un Ayuntamiento. No somos la administración competente en estas cosas. Es que tampoco somos la administración que recauda los recursos económicos para estas cosas. Es algo que la gente no entiende. Un establecimiento en Benidorm le reporta al municipio lo que paga de IBI. Por lo tanto, ese es nuestro gran recurso de recaudación. Todo lo demás, cosas como el IVA, van a otras administraciones y son las que tienen que atender.
Pero yo no duermo tranquilo sabiendo que hay vecinos que están en un ERTE y no lo han cobrado todavía. O lo inyectas desde recursos municipales o estás generando una brecha que genera otra serie de consecuencias que no quieres tener.
De nuevo, como sucedía en otros aspectos de los que ya hemos hablado, tuvieron ustedes que tomar decisiones sobre dónde invertir esos recursos.
Eso es algo que ahora, una vez que hemos transitado la pandemia, es muy fácil valorar. Se podrían haber hecho más cosas, pero en ese momento lo más importante era sostener las familias, las empresas y la playa. Mientras tanto, recoger el fruto de una acción, a veces incomprendida, que la pandemia ha puesto en valor.
¿A qué se refiere?
Cuando hemos ejecutado obras desde 2015 sin parar peatonalizando, ampliando aceras, limitando movilidades… no lo hacíamos pensando que, precisamente por la pandemia, iban a ser los valores que tuvieran que dar solución a que la gente pudiera pasear tranquila por la calle. Eso, Benidorm lo tenía hecho por un diseño de ciudad que también ha tenido muchas críticas mientras se desarrollaba.
Benidorm ha tenido que cortar muy pocas calles para permitir que la gente pudiera pasear cuando se permitió la movilidad. Hemos tenido que habilitar muy pocos espacios para los niños en esa horita que tenían para poder disfrutar tranquilamente con sus padres, que es algo que parece que ya hemos olvidado.
Muchas urbes han tenido que habilitar esos espacios de forma precipitada.
Sí, han tenido que instalar hitos provisionales para crear esos espacios. Al final, es una idea de ciudad. Ahora todo el mundo habla del turismo sostenible, de accesibilidad, de innovación, de tecnología. Esos cuatro ejes son los que se valora, con cuatrocientos y pico indicadores, en el DTI certificado. Benidorm hizo ese trayecto obteniendo la certificación en diciembre de 2018.
De hecho, han presentado recientemente el Plan de Accesibilidad Turística, una estrategia que debe de funcionar en el largo plazo.
Siempre digo que el Plan Estratégico que emprendimos en el año 15, cuando llegamos al gobierno, estaba vinculado a la actividad turística. Teníamos como fundamento convertirnos en DTI. Estábamos muy atrás en esa carrera, ni siquiera salíamos en esos mapas, pero había ejes en los que siempre habíamos dado buenos datos en sus indicadores.
¿Por ejemplo?
Pensábamos que no estábamos muy avanzados en investigación y tecnología, pero siempre hemos sido líderes en sostenibilidad, en la eficiencia de la utilización de recursos o en accesibilidad; pero habíamos perdido bastante tiempo. La última gran peatonalización de Benidorm se hizo en el año 2008 con las calles Alameda y Gambo.
Luego llega un momento en el que se le da más importancia al vehículo y se deja al peatón a un lado. Nos habían cogido la delantera y lo digo porque ese Plan de Accesibilidad nace, precisamente, porque cuando se nos hacen las primeras auditorias para la certificación del DTI, observamos que el peor resultado lo obtuvimos en la accesibilidad.
¿Cuáles son los objetivos de ese plan?
Se aborda la accesibilidad desde un punto de vista universal, que es la humana que, a su vez, también está vinculada a la telemática. La tecnología ha venido para ayudarnos si somos capaces de orientar su uso de manera correcta.
Nos hemos puesto en manos de la Plataforma Representativa Estatal de Personas con Discapacidad Física (PREDIF) para enfocar nuestras acciones, sobre todo, a los servicios turísticos. Por lo tanto, el Plan lo engloba todo porque Benidorm es turismo.
No quiero plantear esta cuestión en términos de blanco o negro, como se ha abordado este debate en el pasado, pero ¿está Benidorm buscando una alternativa al turismo de sol y playa? Se lo pregunto porque nunca se había puesto tanto en valor cuestiones patrimoniales de la ciudad.
Esto nace de una convicción muy personal que, además, se enclava en la legislatura anterior y en ese equipo de gobierno muy reducido de sólo ocho concejales. Nace del corazón y de preguntarse porqué Benidorm renunció durante tanto tiempo a poner en valor su patrimonio, que es lo mismo que hablar de su historia.
Ese patrimonio y esa historia está siendo utilizado por muchos como único recurso turístico y nosotros estamos convencidos de que la ciudad, que es líder en el modelo de sol y playa, puede serlo también en el patrimonio, en la accesibilidad y de otras muchas cosas como podría ser el deporte.
Todo eso estaba ahí, pero había que vincularlas en un solo proyecto que es el destino turístico Benidorm. El sol y la playa será siempre nuestro gran recurso. Ese elemento no requiere de complementos, pero yo no diría que el patrimonio es un complemento. Lo que estamos haciendo es mejorar el destino y el patrimonio es una pieza fundamental en ello.
Llegados al final de este año terrible, ¿qué mensaje quiere lanzar a los vecinos de Benidorm de cara al ‘Año de la Esperanza’ que encarna 2021?
El mensaje tiene que ser de ánimo siendo consciente de la dificultad del momento. He puesto como ejemplo que el momento más difícil de la pandemia y, posiblemente, de mi vocación política es no escuchar la risa de unos niños en la orilla de la playa, que, por lo que comporta, es algo muy triste.
Los vecinos deben saber, sobre todo, que estamos trabajando en todo momento con muchísima responsabilidad. Benidorm, en términos reputacionales, ha ganado muchísimo con esta pandemia.