Entrevista > Sor Esperanza de Jesús / Hermana del convento Las Clarisas de Elche
Dulces hechos a conciencia, de forma artesana, nos endulzan de nuevo la Navidad en el Convento de las Hermanas Clarisas. Recetas casi ‘divinas’ para unos productos elaborados al calor del fuego y al reposo de la clausura. Las hermanas nos han mostrado sus elaboraciones, realizadas con la mejor materia prima, mientras nos contaban cómo es la vida en el convento.
Al ritmo que va el mundo resulta cuanto menos sorprendente la elección de este modo de vida en clausura, aunque viéndolas a ellas lo cierto es que transmiten un sentimiento de felicidad a través de la reja que nos separa.
Productos celestiales
Almendrados, yemas de Santa Teresa, yemas de almendra, tartas, polvorones, tejas, magdalenas, rollitos, cordiales, trufas, mazapanes y muchos más dulces hechos con paciencia y sin prisas.
En la actualidad habitan el convento dieciocho hermanas de las que hemos conocido a cuatro de ellas. Sor María de los Ángeles, que lleva 50 años en el convento; Sor Verónica, que tiene 29 años; Sor Leticia de la Cruz, de 30 años y Sor Esperanza de Jesús, con quien hemos hablado. Tiene 32 años y lleva 18 en el convento.
«Para nosotras la Navidad es la época más importante del año, pero ciertamente nuestra vida cambia poco»
¿Cómo van a vivir la Navidad?
Para nosotras la Navidad es la época más importante del año, pero ciertamente nuestra vida cambia poco. Quizá este año se va a vivir el nacimiento de Jesús como se debe vivir, con la unidad familiar que ahora se necesita especialmente.
«Es momento de pensar menos en el consumismo de estas fechas y más en el sentimiento profundo de unidad de la humanidad»
Es momento de pensar menos en el consumismo de estas fechas y más en el sentimiento profundo de unidad de la humanidad. Aunque no podamos abrazarnos podemos sentir el calor de los demás con la esperanza de poder terminar pronto con este virus que no puede lograr quitarnos la alegría que debemos sentir en Navidad.
¿Cómo vivieron ustedes el confinamiento en el convento?
Para nosotras el confinamiento no fue un problema porque es nuestra forma de vida. Estamos siempre en el convento y no hemos notado la diferencia, porque además nuestra decisión es vocacional. También es verdad que la mayoría de la gente vive en espacios pequeños y nosotras tenemos la suerte de tener un convento con espacio amplio, tanto interior como exterior, que nos permite movernos.
Lo que si echábamos de menos es a la gente que se acerca hasta aquí a las misas o a algunas actividades que realizamos y que quedaron suspendidas.
¿Reciben visitas?
Se nos permite recibir visita una vez al mes, pero ahora por ejemplo que es tiempo de adviento o en cuaresma no recibimos visitas.
¿En qué ocasiones salen a la calle?
Solo para ir al médico o por tramitación de documentos personales, y cada cuatro años a votar. Las compras de todo lo que necesitamos nos las traen o las encargamos a los supermercados que disponen de entrega a domicilio.
¿No se cansan nunca de estar siempre en el convento?
No porque tenemos la vida muy organizada y los días se hacen cortos, siempre tenemos algo que hacer. Ahora por ejemplo casi toda nuestra actividad se centra en la elaboración de los dulces.
El resto del año cada una tiene sus funciones en el convento, en nuestra vida diaria seguimos elaborando dulces y siempre hay alguna de nosotras acompañando al santísimo permanentemente en turnos de media hora. Nos levantamos a las seis menos diez de la mañana y nos acostamos sobre las once de la noche.
¿Ya que les es difícil comunicarse con el exterior que les gustaría decir a los ilicitanos desde aquí?
Que no pierdan la esperanza en estos tiempos tan difíciles y que no se olviden de nosotras. Que se animen a probar y comprar nuestros dulces, porque con este gesto nos ayudan a que nuestra vida sea un poquito mejor y podamos afrontar más fácil todos los gastos que el convento conlleva.
¿Están ustedes al tanto de todo lo que está ocurriendo con la pandemia?
Nosotras de las noticias sabemos poco, pero sí estamos informadas a través de revistas religiosas, lo suficiente para saber lo que está pasando. Hemos extremado las medidas de seguridad e higiene en el convento y las 18 hermanas que estamos aquí estamos todas bien. Hemos tenido que restringir, eso sí, las asistencias a las misas de personas que venían del exterior.
Algunas de ustedes son muy jóvenes. ¿Cómo ven en general a la gente y especialmente a algunos jóvenes con comportamientos poco responsables en esta pandemia?
Creemos que hay cierta inconsciencia no solo en los jóvenes sino en general en muchas personas que no piensan en los demás y por eso ocurren esas cosas.
No deberían pensar solo en que no van a contagiarse sino en que pueden contagiar a los demás, hace falta más conciencia. Pero estamos hablando de un sector reducido de personas porque la mayoría de la gente lo está haciendo muy bien. Hay mucha gente buena.
¿Cómo ayudan ustedes?
Nosotras intentamos ayudar con nuestras oraciones a la gente que se acerca a transmitirnos su preocupación. Respiramos el sentir del pueblo y su sufrimiento, y compartimos la misma incertidumbre sin saber qué es lo que va a pasar con todo lo que está sucediendo.
Pero nosotras tenemos que transmitir esperanza; nuestra misión es intentar sostener a la humanidad y ahora más que nunca tenemos que intentar ayudar al prójimo y demostrar entrega.