Entramos en un nuevo año muy destacado desde el punto de vista literario para Elda. Por un lado se cumplen 200 años desde el nacimiento de Juan Rico Amat. Por otro lado también contamos 150 años del fallecimiento de Francisco Ganga ‘El Seráfico’. Dos de los más grandes escritores que ha dado Elda en toda su historia.
No se nos ha ocurrido mejor forma de dar la bienvenida a este 2021 que recordar las biografías de estos dos distinguidos literatos. Ambos tuvieron vidas muy diferentes, pero unidas por su ciudad natal y su dominio de la palabra escrita.
Abogado, periodista y político
Juan Rico Amat vino al mundo el 29 de agosto de 1821. Nació en el seno de una familia bastante consolidada en Elda, de padre abogado y terrateniente. Cuando solo tenía 14 años decidió marcharse a Madrid junto a su hermano mayor Pedro (quien iba para sacerdote) y entró en la Universidad Complutense para estudiar Derecho.
Mientras estudiaba la carrera, Juan Rico hizo sus primeros pinitos en el periodismo colaborando con varios periódicos de la capital como en La Ilustración Española. También publicó sus primeras poesías.
Quiso entonces hacer carrera en política, afiliándose al Partido Moderado (uno de los dominantes en el panorama político nacional de la época, junto al Partido Progresista). Ocupó varios puestos políticos en la provincia, siendo entre otros cargos alcalde de Alcoy. Durante esta etapa se involucró en las fiestas de Moros y Cristianos de esta ciudad, hasta el punto de que escribió una embajada que todavía se representa en la actualidad.
Juan Rico se metió en numerosos problemas por sus escritos satíricos donde se burlaba de los políticos
La burla política
Llegó a ser nombrado secretario honorario, un puesto importante en Madrid, e incluso recibió la Orden de Isabel la Católica como reconocimiento a sus servicios. Lo cierto es que Juan debió acabar tan harto de la política que después de esta experiencia escribió una especie de ‘Diccionario de los políticos’, humorístico donde se cachondeaba de todos los políticos e ideologías imperantes en la época con definiciones absurdas cargadas de fina ironía.
Un grupo extremista destrozó las rotativas del periódico de Juan Rico para impedir las publicaciones
Dado el éxito de su obra continuó practicando el humor político a través de su propio periódico, e incluso escribió una zarzuela ridiculizando al Gobierno surgido de la Revolución de la Gloriosa. Por estas burlas pagó un precio muy caro, pues fue censurado en numerosas ocasiones e incluso un grupo extremista, llamado La Partida de la Porra, le destrozó violentamente las rotativas de su periódico.
Aparte de su guasa contra los mandamases; Juan Rico escribió multitud de libros de poesía, ensayos de Derecho, artículos de política (en serio), obras de teatro, investigaciones históricas e incluso una novela dedicada al Castillo de Elda. Falleció de un infarto cuando contaba tan solo con 49 años de edad.
El Seráfico
Infinitamente más modestos fueron los orígenes de Francisco Ganga Ager, hijo de un matrimonio de confineros eldenses que trabajaban sobre todo realizando capazos de esparto. Cuando apenas tenía 18 años Paquito se alistó al ejército, siendo destinado a Cuba (entonces colonia española).
Regresó a Elda tras pasar 11 años en la isla caribeña. Sobrevivió siempre con pocos ingresos dedicándose al oficio familiar, a la vez que trabajó como albañil en algunas obras y haciendo chapuzas en general.
Entre sus amistades se le solía conocer como ‘El Seráfico’ pues su familia estaba vinculada al Seráfico Convento de Religiosos Franciscanos (el antiguo Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, que estaba en el barrio de la Virgen de la Cabeza).
El Seráfico nunca vivió de la poesía, pero sus versos eran muy apreciados entre los vecinos eldenses
Poeta del pueblo
El Seráfico destacaba por su gran capacidad para improvisar versos, casi en cualquier parte. No se le conocen libros publicados en vida, ni tampoco sabemos si llegó siquiera a obtener algún beneficio económico de su escritura. Lo que sí nos consta es que sus poesías fueron extremadamente apreciadas entre los vecinos eldenses.
Su poesía era de un carácter muy popular dedicada a las cosas rutinarias de la vida, como a los sinsudores de su trabajo, a la idiosincrasia local e incluso mencionando a los personajes propios de la política nacional como la reina Isabel II o el general Baldomero Espartero.
La hora le llegó al Seráfico un 30 de mayo de 1871, cuando contaba con 59 años de edad. Incluso a su propia parca también le dedicó unos versos en su lecho de muerte. Dichas poesías se pueden leer en dos placas expuestas a la entrada del cementerio de Elda.
Tanto Juan Rico Amat como El Seráfico tienen hoy en día sendos colegios públicos dedicados a su nombre en su la ciudad que les vio nacer. Desde este periódico también recordamos a estos grandes juntadores de palabras.