Entramos en un nuevo año con muchas ganas de dejar atrás la pandemia e ir recuperando la auténtica normalidad en nuestras vidas. Ahora bien, el coronavirus no ha sido ni mucho menos la primera situación especial a la que se ha enfrentado Santa Pola en su historia.
Hoy ponemos el foco en la última gran contienda bélica librada en suelo español. Nos referimos por supuesto a la Guerra Civil, de la cual se cumple ahora en 2021 el 85 aniversario de su estallido. Las historias sucedidas en Santa Pola durante la guerra darían para varios libros, pero en este periódico hemos querido dedicar una página a modo general sobre el ambiente que se respiraba en nuestro pueblo durante estos tensos años.
Estallido
La guerra estalló en julio de 1936, y Santa Pola quedó encuadrada en la zona republicana. Esto se debió principalmente a que el regimiento militar acuartelado en Alicante no se sublevó contra el Gobierno, aunque el general García-Aldave al mando mantuvo sus ciertas dudas durante los primeros días.
Una de las primeras consecuencias que produjo la guerra fue el estallido de un fervor antirreligioso violento del que no se libró Santa Pola. En agosto unos exaltados quemaron en la calle varias imágenes de la iglesia parroquial. También se incendiaron dos ermitas más, así como fueron incautados todos los edificios religiosos siendo reconvertidos la mayoría en almacenes.
Al menos cuatro vecinos santapoleros fueron ejecutados debido a motivos políticos por el Terror Rojo
El Terror Rojo
Durante esos años en la zona republicana se produjo una violenta represión política hacia todas aquellas personas consideradas derechistas, católicas o simpatizantes de los golpistas. Eso sí, en este sentido Santa Pola fue uno de los lugares más tranquilos, pues sus autoridades políticas no fueron demasiado partidarias de estos brutales ajustes de cuentas. De hecho muchos ilicitanos se refugiaron en la villa marinera tratando de escapar de estas represalias.
Aún así nos consta que el llamado ‘Terror Rojo’ se llevó la vida de cuatro vecinos santapoleros: Aureliano Pérez (maestro), María Rosa Serra (maestra), Paco López (marinero) y Enrique Pire (funcionario). En los cuatro casos fueron detenidos y llevados a lugares fuera de Santa Pola, donde se les dio el fatal final. A todos ellos se les ejecutó arbitrariamente, sin celebrarse ningún juicio.
Santa Pola padeció menos hambrunas que otros puntos de España gracias al pescado
La pesca salvadora
La guerra trajo bastantes consecuencias para la vida económica de Santa Pola, una villa por aquel entonces dedicada casi exclusivamente a la pesca. El Gobierno republicano incautó todas las embarcaciones y empresas, por lo que los pescadores santapoleros pasaron a ser funcionarios.
Muchos de ellos incluso fueron llamados a filas y lucharon en los frentes o a bordo de buques de guerra. El abastecimiento de comida era casi tan importante como las batallas, así que normalmente cuando a estos santapoleros convertidos en soldados se les permitían volver a su pueblo de permiso… lejos de descansar tenían que ponerse a pescar.
De hecho la provincia alicantina fue el principal centro geográfico de reparto de víveres durante la guerra para la República, pues la mayor parte de las mercancías entraban por el Puerto de Alicante.
Afortunadamente en Santa Pola siempre hay pescado y gracias a esto aquí no se padeció tanta hambre como en otros puntos de España. Aún así, conforme la guerra se fue alargando los vecinos cada vez fueron notando más las carencias de otros productos básicos. Por eso se practicaba bastante el trueque con vecinos de otras localidades cercanas, como de harina con ilicitanos, de hortalizas con los vegabajeros, o de arroz con alicantinos.
Se instalaron unos 60 bunkers y baterías antiaéreas para defender la costa de los bombardeos
Los bombardeos
La provincia de Alicante fue la última en ser conquistada por el ejército franquista, lo cual se tradujo en que recibió más bombardeos aéreos y marítimos que ninguna otra en toda España. De hecho el ataque más sangriento de toda la contienda se produjo sobre la capital alicantina el 25 de mayo de 1938, dejando más de 300 muertos.
Aquel fatídico día los aviones franquistas entraron precisamente sobrevolando Santa Pola, tras despegar desde Mallorca. En concreto eran siete aparatos italianos Savoia-Marchetti SM.79 Sparviero, que soltaron alrededor de 90 bombas. Cabe recordar que la Italia fascista del dictador Benito Mussolini fue uno de los principales aliados del bando sublevado durante la guerra.
Si bien la mayor parte de los ataques sobre nuestras tierras los sufrió la ciudad de Alicante, en algunas ocasiones los aviones y barcos también se ‘acordaron’ de Santa Pola. Por esta razón se instalaron unas 60 baterías de defensa marítimas y antiaéreas por toda la costa como en la playa de Levante, Tamarit o el cabo. Aunque la mayoría ya fueron derruidos hace décadas, todavía quedan restos de algunos bunkers.
Dado que los aviones solían despegar desde Baleares, se instaló un sistema de detención rápida (amplificadores de sonido y telescopios, aún no se había inventado el radar) cerca del faro de Santa Pola, al ser uno de los puntos más al este de la zona.
También los lógicamente muy asustados vecinos santapoleros se construyeron algunos refugios particulares para resguardarse de los bombardeos. Además se habilitó un refugio municipal en el Mercado e incluso se llegó a proyectar la construcción de otro en el Castillo.
La evacuación
Ya en los primeros meses de 1939, estando la guerra totalmente perdida para la República, muchos republicanos trataron de escapar al extranjero para evitar la represión franquista. Sabemos que al menos un centenar de ellos abandonaron España a través del puerto de Santa Pola.
La gran mayoría escaparon a bordo del barco pesquero ‘La Guapa’, que puso rumbo a Orán el 29 de marzo apenas unas horas antes de la llegada de las tropas sublevadas al pueblo. Menos suerte tuvieron los refugiados que partieron a bordo del pesquero ‘El Gallo’, pues fueron interceptados en alta mar por un crucero franquista y detenidos ipso-facto.
Como puede verse, esta pandemia actual no ha sido ni mucho menos la primera situación adversa que ha tenido que superar el pueblo de Santa Pola. Si aquellos apenas 5.000 habitantes que por 1936 residían en el municipio lograron sobreponerse a los horrores de la guerra durante aquellos oscuros años, a buen seguro que ahora también volveremos a sacar nuestro municipio adelante para que vuelva a brillar como en sus mejores tiempos.