2020 ha quedado grabado en la historia como el año de la pandemia de COVID-19. Poco podíamos imaginar, en las navidades de 2019, que en pocos meses un virus desconocido iba a obligar a confinarse a medio mundo, provocando una crisis sanitaria, social y económica a nivel mundial sin precedentes en el siglo XXI.
Durante este tiempo, los equipos de investigación más punteros del mundo han trabajado sin descanso para averiguar todo lo posible sobre el SARS-CoV-2 y la infección que provoca, y durante el mes de diciembre varios países han comenzado las primeras campañas de vacunación. Aún queda mucho por descubrir y conocer, pero 2021 comienza con algo más de luz. ¿Qué sabemos hasta ahora? El Instituto de Salud Carlos III acaba de publicar un informe muy completo que recopila toda la evidencia científica disponible hasta la fecha de su elaboración, en la última quincena del 2020.
Para conocer más detalles te recomendamos leer el informe en su totalidad, aunque aquí te resumimos parte de la información que contiene:
Origen y biología del virus
El origen exacto del SARS-CoV-2 no se ha podido desvelar aún, pero se sabe que la transmisión a las personas llegó desde un animal, quizás directamente desde un murciélago o mediante la infección de una especie intermedia, como ocurre en el SARS y el MERS.
Gracias a la secuenciación genómica que emplea muestras de pacientes procedentes de diversas áreas geográficas es posible rastrear la propagación y evolución del SARS-CoV-2 que, como todos los virus, sufre diversas mutaciones a medida que se disemina. Actualmente se sabe que el SARS-CoV-2 no muta en exceso, pero dado su carácter pandémico es necesario vigilar de cerca el surgimiento de nuevas variantes, como la descrita recientemente en Reino Unido, ya que pueden alterar la evolución, extensión o gravedad de la pandemia.
¿Cómo se transmite el virus?
Las vías de contagio son similares a las descritas para otros coronavirus, principalmente las secreciones de personas infectadas que se transmiten por vía aérea. La transmisión por medio de aerosoles que pueden permanecer suspendidos en el aire también parece importante, de forma que se recomienda evitar espacios cerrados y ventilar adecuadamente. La infección también se puede transmitir por contacto con objetos contaminados con estas secreciones.
Métodos de diagnóstico
El test más fiable es la PCR (reacción en cadena de la polimerasa), que consiste en la amplificación del material genético del virus y que tiene una alta sensibilidad y especificidad.
Algo menos sensibles son los test de antígenos, popularizados en los últimos meses, pero que pueden ser fiables en personas con síntomas y durante los 5-7 primeros días.
También se dispone de pruebas serológicas, que permiten detectar anticuerpos frente al coronavirus con una muestra de sangre; es decir, dan información sobre si una persona ya ha pasado la infección. Este tipo de pruebas son útiles como herramienta de investigación y para hacer estudios de seroprevalencia.
Manifestaciones clínicas y respuesta inmunitaria
Aunque muchas personas pueden transmitir la infección siendo asintomáticas, quienes sí que desarrollan algún signo de la enfermedad pueden tener tos, dolor de garganta, fiebre, pérdida de olfato, pérdida del gusto, dolor de cabeza, dificultad respiratoria y diarrea.
El gran problema es que no todas las personas desarrollan todos los síntomas: estos pueden aparecer de forma aislada y con diferente intensidad. Esto, unido a la gran cantidad de asintomáticos, hace muy difícil controlar la expansión del virus.
El SARS-CoV-2 también puede potencialmente afectar a otros órganos y en los casos más graves presenta diversas manifestaciones clínicas como la infección de pulmones, neumonía, fallo renal, patología vascular, etc.
Normalmente el sistema inmunitario es capaz de controlar el virus antes de que se extienda por el organismo, evitando que llegue a los pulmones. En el caso del SARS-CoV-2, el denominado sistema del interferón ofrece una respuesta eficaz en las primeras fases de la infección. En una segunda fase se ponen en marcha los mecanismos de inmunidad específica -anticuerpos y linfocitos- que generan una respuesta muy potente y específica frente al virus, que consigue controlar la infección en la mayoría de los casos.
Epidemiología
La infección por coronavirus SARS-CoV-2 no afecta a todos por igual. De forma generalizada, las personas mayores suelen sufrir una enfermedad más grave, con mayor probabilidad de complicaciones; también se ha comprobado que la COVID-19 afecta más a los hombres que a las mujeres, y que en niños y jóvenes la infección es más leve.
El estudio de seroprevalencia realizado en España, el ENE-COVID, acaba de publicar los resultados preliminares de su cuarta ronda y señala que en torno al 10 % de la población española habría estado infectada desde el inicio de la pandemia. En España, la letalidad del virus se sitúa en torno al 1 %.
Tratamientos y vacunas
Todavía no se dispone de ningún tratamiento específico contra la COVID-19. Los corticoides son los únicos fármacos que parecen haber demostrado cierta utilidad al permitir reducir la mortalidad en pacientes graves, aunque su eficacia es aún objeto de investigación. La experiencia con fármacos antivirales utilizados previamente en otras patologías no ha demostrado resultados positivos y todavía falta mucha evidencia científica.
Sí que ha habido más éxito en el caso de la vacuna: actualmente ya hay diez prototipos que ya han entrado o finalizado los ensayos en fase III. Las primeras en alcanzar la aprobación de las agencias reguladoras han sido las vacunas ARN de las compañías Pfizer-Biontech y Moderna.