Antes que nada, y para que nadie se ofenda pensando otras definiciones, la Real Academia de la Lengua Española (RAE) define como borrego a la ‘persona que se somete gregaria y dócilmente a la voluntad ajena’.
A su vez, como parte de esa definición está la palabra gregario, que significa ‘persona que, junto con otras, sigue ciegamente las ideas o iniciativas ajenas’.
El ‘Santo Simón’
Por lo tanto, la palabra borrego define perfectamente a la sociedad actual. En nombre del covid, que evidentemente es algo que está ahí y que por lo tanto no requiere más explicación, aceptamos todo lo que nos digan sin rechistar.
Llevamos admitiendo errores desde el principio de personas como Fernando Simón, que allá por inicios de marzo decía que esto nos iba a tocar solo de refilón y unos días después nos anunciaban la hecatombe. El mismo que decía no a las mascarillas para luego decir sí y argumentar que anteriormente había mentido, claro, por nuestro bien. El mismo que nos ha aconsejado un tipo de mascarillas y ahora afirma que en realidad no son tan buenas, sino que hay que usar las ‘de repente descubiertas’ FFP3…
Y todo ello sin consecuencias de ningún tipo, es más, parece endiosado por una enorme cantidad de seguidores como si el líder de una secta se tratara, que diciendo cada vez una cosa y muchas de ellas sin sentido, se le alaba y se entregan a él.
Illa el desertor
Pero no es menos absurda esa fidelidad y aceptación con su jefe. El Ministro de Sanidad abandona el ‘barco’ en la peor crisis sanitaria en muchas décadas, y no por enfermedad sino por ambición personal, y no pasa nada. Todo parece normal. No me extraña que traspasara la cartera a la nueva ministra Carolina Darias diciendo públicamente “vas a disfrutar”, solo le faltó decir “lo que te vas a reír con éstos”.
Siguiendo con ese borreguismo (actitud de quien, sin criterio propio, se deja llevar por las opiniones ajenas) se lleva incluso hasta los juzgados, en este caso por parte del PSOE, el que las elecciones catalanas no se aplacen y se celebren el 14 de febrero, en plena tercera ola y cuando se aconseja a todo el mundo no salir.
Si lo dice el CIS…
Pero como el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) les da un buen resultado (veremos la realidad de las urnas que seguramente no reaccionarán igual) resulta que se deben de celebrar sea como sea. Y para ello, aunque el resto de los ciudadanos deban confinarse solo por sospecha de ser positivos, van a dejar salir a los que sí lo son, en este tan fácil contagio que nos dicen, para que puedan ir a votar, en lugar de aplazarlas.
Y van a poner un Equipo de Protección Individual (EPI) a los que estén en las mesas electorales, que no tienen ni idea de usarlo ni aguantarlo, pero ¿qué van a hacer con el resto de las personas con las que se crucen?
Cosas como éstas y muchas más pasan sin que se rechiste, pero luego ven a alguien sin mascarilla bajando la basura o paseando a su perro, o que llega diez minutos más tarde de ese sin justificar toque de queda, igualmente mansamente aceptado, y lo critican como si fuese un asesino.
Afección cerebral
Una editorial no da para escribir todo lo que se está dando como bueno sin más, como si la covid más que afectar a los pulmones afectara al cerebro. Cuando se está obligando a cerrar a la hostelería, comercio y un largo etcétera de empresarios autónomos, no solo no se les ‘perdona’ el seguro de autónomo por una actividad que no pueden ejercer, sino que se les sube.
La electricidad alcanza máximos históricos y nadie toma medidas. El socio del Gobierno, Podemos, llevaba en su programa electoral la bajada de ese iva injusto por ser el mismo que el de un producto de lujo. Algo por lo que, como santo profeta, iba proclamando por platós como el del Hormiguero Pablo Iglesias aseverando dicha injusticia, y ahora que tiene poder para modificarla ya no interesa y todos a pagar.
Negacionismo o borreguismo
Para insultar a cualquiera que piense se le llama negacionista, como si no estar de acuerdo en cómo se gestiona significase negar algo. Con lo que hay que pertenecer a ese rebaño del borreguismo y creer que en los aviones sí puedes ir pegado porque tienen un ‘aire mágico’, que si es para trabajar puedes ir en autobuses, metro, etc. pero que luego no puedes salir a dar un paseo a partir de las diez de la noche ni por el campo, por ejemplo.
En la palabra de los líderes del borreguismo podemos oír cosas como que “no seamos felices en navidades porque no hay nada que celebrar”, que decía el presidente de Extremadura, o decisiones como las de su homónimo en Castilla la Mancha que prohíbe vender alcohol a partir de las 22 horas… cuando a esas horas realmente está todo cerrado y con toque de queda.
Eso o la falta de atención médica en los centros de salud, a otro que se le ocurre que no se puede hablar en los transportes públicos, el que decide que se cierren los bares, el que los deja abiertos, el que pone un cierre perimetral a las ciudades de más de 50.000 habitantes, el que lo hace por días, otros por horas… y todo aceptado, sin más, palabra de covid.
El líder y su corte
Da igual la demostración desastrosa de gestión, patente en los malos resultados, que seguro que la culpa es de los ciudadanos y no de quienes lo gestionan. Seguramente la estafa con las vacunas que no llegan para salvar vidas y se van al mejor postor, que recuerda a engaños anteriores con pedidos de mascarillas, etc. también será culpa de todos nosotros. El líder y su corte son sagrados.