En el verano de 1974 se organizó un partido amistoso de alto nivel internacional por las Fiestas Patronales de Altea. Los contrincantes fueron el Calpisa Alicante (campeón de España) y el Lugi Lund (campeón de Suecia). En aquella época ni siquiera había un pabellón en el pueblo, por lo que el encuentro tuvo que disputarse en la plaza del Ayuntamiento.
Así se plantó una semilla que 30 años más tarde germinaría en un equipo subcampeón de Europa. Para rememorar aquellos tiempos de gloria, en este periódico hemos juntado a dos históricos del mítico CB Altea. Ellos son su capitán Luis Parro (Valladolid, 1972) y su portero Jorge Oliva ‘Pocholo’ (Sevilla, 1983).
Nacimiento del club
El Club Balonmano Altea nació apenas unos días después de aquel Calpisa-Lugi Lund, fundado por su primer presidente Pascual Moragues. Durante sus primeros años jugó en categoría regional, logrando su primer ascenso en 1980. Nueve temporadas más tarde ascendería de nuevo hasta la Primera División A (la segunda categoría nacional). En esta época llegó el lateral izquierdo Luis Parro, procedente del Almería.
“Yo estaba sufriendo una situación problemática en Almería porque nos debían unos cuantos sueldos. En el Altea me ofrecieron un proyecto sólido, así que cambié las playas andaluzas por las alicantinas. Y por aquí sigo desde entonces” nos cuenta Luis, ahora residente en l’Alfàs del Pi.
«Ascendimos a Asobal con un equipo formado prácticamente por jugadores alicantinos» L. Parro
Ascenso a la élite
En su segunda temporada (96-97), Parro y sus compañeros lograron un histórico ascenso a Liga Asobal venciendo en la promoción al Baracaldo. El CB Altea conseguía así por primera vez llegar a la élite del balonmano español.
“Fue una época muy bonita. Prácticamente todos los jugadores eran del pueblo o de la provincia, yo era de los pocos foráneos. Ambrosio, Sempere, Rico, Tendero, Lorenzo… En Altea se vivía el balonmano continuamente. Tardaba tres horas en comprar el pan, porque todo el mundo me paraba para hablarme del último partido. Curiosamente con los años aquello se enfrió un poco. Nunca desapareció el amor de los alteanos por el balonmano, pero incluso en las épocas más gloriosas nos costaba llenar el pabellón Garganes” recuerda Luis.
Así el CB Altea ya estaba compitiendo con los mejores clubes de España, convirtiéndose en el equipo referente de la provincia de Alicante tras la desaparición del histórico Calpisa-Tecnisán-Helados Alacant a principios de los 90. Poco después compartiría la hegemonía alicantina con el Torrevieja.
En la 2001-02 el equipo quedó en quinta posición de Liga Asobal, la mejor clasificación de su historia
Salto de calidad
Durante aquellos años el conjunto alteano competía por la permanencia en Asobal. Llegó a descender en 1999, pero lograron recuperar la categoría al año siguiente. Fue entonces cuando el club fichó al prometedor portero Jorge Oliva.
“Yo llegué a Altea con 17 años. Era un chiquillo, no sabía ni a dónde iba. Con esa edad no piensas lo que haces, solo quieres aventura. Y la verdad es que acabé pasando unos años fantásticos de mi vida allí. De hecho, en ningún otro sitio del mundo me llaman Pocholo, es un mote que nació y se quedó en Altea” nos comenta sonriendo.
El equipo dio entonces un tremendo salto de calidad. Terminaron la temporada 2001-02 en la quinta posición, llegando a las semifinales de la Copa del Rey y clasificándose para disputar la Copa EHF europea.
Competición igualada
“En el balonmano y en el deporte a veces ocurre que en una temporada te sale casi todo mal, y en otra casi todo bien. El año que descendimos perdimos partidos en el último minuto por mala suerte o errores tontos. Y en la siguiente campaña pasó todo lo contrario. A partir de entonces el club acertó mucho con los fichajes. Aparte de la llegada de Pocholo en portería; vinieron otros jugadores extranjeros como Claus Jacobsen, Lars Jorgensen, Marius Riise… Se logró un vestuario fuerte, en el que además nos llevábamos todos estupendamente” nos cuenta Parro.
“Era una época muy igualada en el balonmano español. Nosotros le ganamos alguna vez incluso al Barça, algo impensable ahora. Cualquier equipo de Asobal era capaz de vencer a cualquiera. No te podías relajar en ningún partido” recuerda el guardameta Pocholo.
Primera Copa EHF
En su debut europeo en la 2002-03, el CB Altea sorprendió a propios y extraños ganando sus primeras eliminatorias con solvencia ante equipos a priori de superior presupuesto. “En el primer cruce tuvimos suerte con el rival (el Esch de Luxemburgo), pero en segunda ronda nos tocó el Flensburgo alemán. Entonces tenía un equipazo, dábamos por hecho que nos iba a caer la del pulpo” recuerda entre risas Luis Parro.
“Cuando escuché ‘Flensburg’ en el sorteo, yo no sabía ni dónde estaba eso… aunque todos decían que no tendríamos nada que hacer. Al llegar el partido de ida en Altea, el entrenador Javier Cabanas nos dijo que el objetivo era disfrutar de la experiencia e intentar al menos ganar en casa. Pues luego vamos y les ganamos los dos partidos” nos cuenta Jorge Oliva.
En las siguientes dos rondas también ganaron ambos encuentros tanto al Aski turco como al Bjerringbro danés. Finalmente acabaron cayendo en semifinales ante el Barcelona, campeón a la postre de aquella Copa EHF. “Para un pueblo como Altea, fue muy importante tener un equipo metido en competición europea. Ya no solo a nivel deportivo, también como imagen turística hacia el exterior. Y para el club fue un respiro presupuestario tremendo” nos apunta el entonces capitán del plantel.
Temporada de ensueño
Después de esta primera experiencia europea, el CB Altea vuelve a disputar la Copa EHF en la siguiente campaña tras haber sido sextos en la Liga y semifinalistas en Copa del Rey.
Las primeras rondas son de infarto. El conjunto alicantino vence por cuatro goles al Panellíneos griego, y tan solo por un tanto al Slovenj Gradec esloveno y al Santander. En semifinales el rival es el Dinamo de Bucarest, contra quien empatan en Rumanía y ganan 31-25 en el Garganes. El CB Altea estaba en la final de la Copa EHF.
“Íbamos súper lanzados. Al pasar cada eliminatoria nos motivábamos todavía más. Estábamos tan venidos arriba que nos comimos al Dinamo y sentíamos que podíamos ganar a cualquiera” nos cuenta Luis Parro.
«Al llegar a Alemania y ver aquel pabellón para 10.000 personas me sentí como Paco Martínez Soria viniendo del pueblo» L. Parro
La gran final
Ningún equipo de la provincia había logrado clasificarse para una final europea desde el Tecnisa Alicante en 1986. Ahora era el turno del Altea, pero enfrente tenía un hueso bien duro de roer: El Kiel alemán. En el partido de ida cayeron 28-32.
“Cuando llegamos a Alemania ellos ya tenían la fiesta montada, incluso con todos los globos en el techo de pabellón. Nosotros estábamos acostumbrados a jugar en Garganes con 600 personas, y al llegar allí vemos aquel enorme Sparkassen-Arena de unos 10.000 espectadores de capacidad. En realidad era más bien un centro comercial, con sus tiendas y restaurantes. Me sentí como Paco Martínez Soria cuando baja del tren viniendo del pueblo con las gallinas y se queda alucinando diciendo ‘Pero, ¡qué es esto!’. En Alemania tienen un concepto del balonmano totalmente diferente” recuerda el capitán.
“Yo me acuerdo que cuando empezábamos los partidos en Garganes a veces había más gente en el bar que en la grada. Y ya hacia el minuto diez pues se iban sentando. Sin embargo los alemanes van al balonmano una hora antes del partido. Estaba todo lleno. Aquello era otro mundo” añade Jorge Oliva.
Ambos recuerdan entre risas una anécdota en la final. “Por aquel entonces nos patrocinaba una empresa de nísperos de Callosa. Así que les llevamos un bote para dárselo a los jugadores del Kiel. Como capitán me tocó a mí entregársela justo antes del partido. Recuerdo a todos los alemanes mirando los nísperos como diciendo ‘¿y esto qué coño es?’. No habían visto eso en su vida” nos cuenta Luis Parro.
«Cabanas era todo defensa y a correr en ataque. Uno de los mejores entrenadores que he tenido en mi carrera» J. Oliva
El efecto Cabanas
El CB Altea cayó en la final, pero aún así hizo historia. Tanto en la localidad como en la comarca de la Marina Baja nunca se había visto hasta entonces un equipo deportivo tan brillante como aquellos jugadores que marcaron una época a las órdenes de Javier Cabanas.
“En realidad éramos un bloque. Quizás los que más tiraban del carro eran los dos daneses Jorgensen y Jacobsen, pues eran muy buenos tanto en defensa como en ataque. Riise en el extremo era espectacular. También la veteranía de Joukov, el eterno joven. Lo cierto es que estuviera quien estuviera en la pista, lo dábamos todo” nos explica Parro.
“Cabanas era sobre todo defender a muerte, y a correr. Era un gran entrenador, y una de las mejores personas que he conocido en mi vida. Trabajaba muchísimo la defensa, y para atacar apenas nos daba unas lecciones básicas porque en cuanto cortábamos un balón Riise ya estaba en la otra portería para hacer las contras. Y luego en ataque estático Jorgensen y Jacobsen eran los que marcaban las diferencias” apunta Oliva.
«Nadie nos imaginábamos que el club podía quebrar de la noche a la mañana como sucedió» J. Oliva
Caída desde los cielos
Durante los siguientes años algunas bajas lastraron un poco la buena marcha del equipo, como la de Luis Parro que se marchó al Alicante Costa Blanca. Aún así el CB Altea continuó siendo uno de los mejores de España en la Liga Asobal. Nadie se imaginaba que el final podía estar tan cerca. Menos aún después de que el Ayuntamiento construyera un nuevo pabellón y que se consiguiera ser sede de la fase final de la Copa del Rey 2007.
El CB Altea desapareció con un pabellón recién construido y poco después de haber albergado una Copa del Rey
“Lo que ocurrió con el club no lo esperábamos nadie. Ya en los últimos meses empezamos a escuchar rumores, recuerdo que estábamos jugando en Granollers cuando nos llegaron las noticias del tema político e incluso sufrimos algunos retrasos en los salarios, lo cual nunca nos había pasado antes. Pero aún así, no lo queríamos creer” nos comenta Jorge Oliva.
Cambio político y fin de una era
El portero se refiere a las elecciones municipales de 2007 que dieron lugar a la investidura del socialista Andrés Ripoll como alcalde, poniendo fin así a 12 años de gobierno del popular Miguel Ortiz.
“El cambio político fue algo bastante inesperado, y el nuevo gobierno municipal dijo que no estaba en contra del balonmano pero que a partir de entonces las ayudas institucionales iban a disminuir. Con la nueva subvención del Ayuntamiento no se pagaba ni la décima parte del presupuesto. Estamos hablando del comienzo de la crisis económica, cuando se cayó la construcción y pocas empresas había en la zona dispuestas a patrocinar equipos deportivos. El club se quedó con una deuda muy grande después de organizar la Copa del Rey, y nadie se quiso hacer cargo” nos explica Luis Parro.
“Yo ya tenía mi renovación apalabrada con la directiva, pero al caerse todo me fui al Teka Santander. Tuve suerte porque algunos compañeros tenían contrato al año siguiente, y pasaron un verano de total incertidumbre. Recuerdo que iban al Club de Tenis para jugar al pádel porque no sabían si podían entrenar o fichar por otro equipo” nos cuenta el portero andaluz.
Un recuerdo imborrable
Hoy en día Javier Oliva continúa jugando en el Málaga, a sus 37 años. Luis Parro ya se retiró del balonmano hace algunos años, abrió un restaurante en Altea, y actualmente dirige un club en l’Alfàs del Pi al tiempo que entrena al filial del Sporting Alicante.
A ambos se les nota todavía la emoción en la cara cuando hablan de esta época. Unos años y un pueblo que sin duda formarán siempre una parte indispensable de sus vidas.
“Pocholo. Cuando se pase toda la pandemia esta, tenemos que hacer una quedada alteana. Algunos de los escandinavos siguen teniendo casa por la zona. Podríamos incluso organizar un partido de los veteranos contra el Sporting Alicante. Sería un puntazo”, propone Luis Parro.
“Pues si capi. Ya sabes que yo me apunto a un bombardeo. Además, tengo muchas ganas de pasarme por Altea, lo he hablado con mi novia para que hagamos un viaje pronto” recoge el guante, nunca mejor dicho, Jorge Oliva.