Este 8 de marzo se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer, una jornada dedicada a recordar que aún queda camino por recorrer en materia de igualdad entre hombres y mujeres.
Es, por tanto, un buen momento para reflexionar sobre este problema, celebrar los avances logrados, alabar la determinación de las mujeres que han jugado un papel clave en la historia, y recordar a todas aquellas que, con su lucha diaria, han logrado alcanzar sus objetivos.
Si en Petrer hubo una mujer que supo sobreponerse a las adversidades y cuya vida daría material suficiente para escribir una novela sin duda es María Libertad Brotons Andréu.
Bautizo accidentado
Nacida en 1919, Libertad fue motivo de controversia el mismo día de su bautizo entre su padre y el cura de la iglesia de San Bartolomé. El párroco se resistía a inscribirla con un nombre que no estaba contemplado en el santoral católico, y el padre, un activo y tozudo sindicalista de nombre Juan Bautista Brotons ‘Capotillo’, no quería ceder frente a las exigencias sacerdotales. Finalmente, el progenitor, tras un intenso tira y afloja con el religioso, decidió zanjar la cuestión anteponiendo a su recién nacida el nombre de María.
No sería éste el único sobresalto que sacudiría la tranquilidad hogareña. A comienzos de los años veinte, y a causa de la actividad sindical del cabeza de familia, los Brotons tienen que salir del país con dirección a Nimes, Francia; un periodo que Libertad recordaría posteriormente con agrado y que se alargó hasta 1930, cuando una infección en el dedo de Bautista, producto de su trabajo como zapatero, precipita la vuelta en bloque de la familia a España.
Interés por aprender
Ya instalados definitivamente en Petrer, la pequeña Libertad inicia su vida laboral con doce años en un almacén de calzados de la fábrica de Cuatro Vientos, ocupación que compagina asistiendo por las noches a una escuela para los sindicalistas, y más adelante a las Escuelas Graduadas, donde acudiría a un curso para adultos en horario de siete a nueve de la noche.
Su gran interés por los estudios le procura una beca para estudiar los dos primeros cursos de Bachiller elemental, pero sus aspiraciones se ven truncadas en julio de 1936 con el estallido de la Guerra Civil Española.
Pasión a simple vista
La casualidad quiso que una fotografía suya, junto a varias compañeras de la fábrica en la que trabajaba, fuera enviada al frente llamando la atención de un joven polaco afincado en Cataluña, de nombre Samuel Kaplan, dando así comienzo a un intercambio de cartas entre ambos y desembocando en un viaje del enamorado a Petrer para conocer a la chica de sus sueños.
No tarda mucho tiempo la pareja en intimar, hasta el punto de contraer matrimonio en 1938. Sin embargo, con la finalización de la contienda al año siguiente, Samuel se ve en la obligación de tener que abandonar España rumbo al exilio, primero a Marruecos y luego a México, dejando a su mujer embarazada. Muchos años tardaría Libertad en volver a saber de él.
Su pertenencia a las Juventudes Socialistas le valió su paso por la cárcel
Encarcelamiento injusto
Fruto de sus inquietudes artísticas, nuestra protagonista formaba parte del grupo de teatro de las Juventudes Socialistas, que recorría la provincia representando la obra de Alejandro Casona ‘Nuestra Natacha’. Al finalizar la Guerra Civil, fue encarcelada durante cuatro años por culpa de una denuncia falsa, comenzando un periplo que la llevó por varias prisiones hasta que finalmente obtiene la libertad condicional en 1943 y el indulto en 1947.
La editorial Bruguera publicó varios de sus cuentos
Este oscuro periodo fue clave en su vida y lo aprovechó para leer todo lo que caía en sus manos. En la década de los años cincuenta, producto de su creciente interés por la cultura, comenzó a escribir una serie de cuentos infantiles que fueron publicados por la editorial Bruguera y que firmaba bajo el seudónimo de Marily Broan, acrónimo formado por su nombre y dos apellidos.
La literatura y las manualidades fueron dos de sus grandes pasiones
Colaboración en medios y segundo matrimonio
Su afición por la literatura no decrecía ni un ápice y eso le llevó a colaborar activamente en forma de artículos para la revista de Moros y Cristianos, así como en infinidad de publicaciones y medios locales. Escribir era una de sus grandes pasiones.
Después de veinte años sin saber nada de su esposo, Libertad se vuelve a casar. Sin embargo, el destino todavía le tenía reservada otra inesperada sorpresa: un día de mayo de 1980, tras más de cuarenta años sin tener noticias suyas, aparece ante ella su primer marido. El susto, como es de suponer, fue mayúsculo.
Durante los años siguientes siguieron en contacto, sobre todo gracias a Mario, el hijo de ambos, que sirvió de nexo de unión y que llevaba tiempo viviendo en Francia. La relación amistosa duró hasta entrados los años 90, casi coincidiendo con el fallecimiento en 1993 de su segundo marido.
Diseñando a los Vizcaínos
Otro de los hechos destacables en la biografía de Libertad fue su relación con la comparsa de Vizcaínos, a los que llegó a confeccionar un traje gracias a los bocetos que solicitó al Archivo Histórico Municipal de Bilbao.
Los últimos años de su vida los pasó en el asilo de Novelda, y desde 2003 en la residencia de La Molineta de Petrer, hasta su fallecimiento el 14 de mayo de 2015. Se apagaba así la vida de una mujer luchadora y creativa que supo sobreponerse a cuantas adversidades se le presentaban, y que tan intensamente tomó parte en la vida cultural y social de Petrer.