La sociedad benidormense, como la de todo el planeta, está deseando despertar del mal sueño coronavírico que, tras un año, nos sigue atenazando. La llegada de las vacunas y, sobre todo, la promesa de una vacunación masiva el próximo mes, nos hace ver la luz al final del túnel, pero en una ciudad dedicada íntegramente al turismo, uno de los sectores más afectados por la pandemia, la esperanza se mezcla, a partes iguales, con la desconfianza y la prudencia.
De lo que no cabe duda es que de esta pesadilla despertaremos. Antes o después, lo haremos. Y entonces retomaremos algunos de los temas urgentes que antes del mes de marzo de 2020 centraban buena parte de la agenda política local, provincial, autonómica, nacional, europea y mundial. Entre ellos, uno de los factores que, según la comunidad científica, podría estar detrás de esta pandemia y de las que están por venir: la emergencia climática.
La oportunidad ‘verde’ del turismo
Son muchas las ciudades que llevaban años trabajando en su ‘agenda verde’ potenciando el reciclaje, reduciendo emisiones, tratando de hacerse más eficientes y promoviendo valores medioambientales entre su población.
Benidorm también supo ver la importancia de esta cuestión y se subió a la ola hace años. Primero, porque abordar esta cuestión es, sencillamente, capital para nuestra propia supervivencia como especie. Segundo, porque la creciente sensibilización social sobre el tema supone una gran oportunidad para los destinos turísticos que antes y mejor puedan demostrar su compromiso medioambiental.
En este sentido, una de las ecuaciones más complicadas de resolver para las administraciones locales de todo el planeta es cómo afrontar, a la vez, la cada vez mayor necesidad de movilidad urbana e interurbana con la necesaria reducción del uso del vehículo privado, a favor de otros medios de transporte más respetuosos con el medio ambiente englobados, en buena medida, en los llamados Vehículos de Movilidad Personal (MVP).
La bajada en el tráfico impide sacar conclusiones claras sobre la efectividad de algunas obras y medidas adoptadas en los últimos años
Datos inservibles
Benidorm ha creado, a lo largo de los últimos años, una vasta red de carriles bici y ciclosenderos. Además, ha avanzado enormemente en la peatonalización de sus calles más céntricas y ha creado una red de aparcamientos disuasorios en distintas entradas a la ciudad para tratar de reducir la presión de tráfico en sus calles.
El gran examen, sin duda, lo representa el funcionamiento del tráfico en la zona adyacente a la casi finalizada primera fase de remodelación de la avenida del Mediterráneo, la más cercana al centro de la ciudad. El vial, una arteria principal de la capital turística, ha ganado espacio para peatones y ha pasado de cuatro carriles a sólo uno para los coches. La apuesta, por lo tanto, es alta y valiente.
El resultado de ese examen tendría que haber llegado el pasado verano, coincidiendo con la primera temporada alta del nuevo vial, pero por motivos que todos conocemos, los datos recogidos no tienen ningún valor real.
Reducción drástica
Para demostrar el motivo por el que 2020, como también ocurre con el efecto que pueda tener en el futuro la liberalización de la AP-7 sobre ese vial y la carretera N-332, no aporta unos datos válidos, basta observar una cifra tan terrible como contundente: los desplazamientos en la ciudad se redujeron un 30 por ciento en 2020 respecto a 2019.
Traducido en guarismos más concretos, esto significa que, de los cerca de diez millones de movimientos registrados en los doce meses anteriores, durante el pasado año se dejaron de realizar tres millones.
El mes de abril fue el que acusó un mayor descenso de tráfico con una reducción de más del 80 por ciento respecto a 2019
Entrada a la ciudad
Y no se trata únicamente de turistas. El parón del sector también provocó -sigue provocando- que miles de trabajadores de la ciudad estén adscritos a un ERTE o, directamente, en el paro, lo que supone que diariamente son muchas las personas que han dejado de moverse desde sus domicilios, en muchos casos fuera de la ciudad, hasta sus lugares de trabajo.
De hecho, la mayor reducción de tráfico se ha producido en las principales vías de entrada a la ciudad, donde los movimientos se han reducido hasta el 40 por ciento respecto al año anterior.
Esa distribución irregular del descenso del tráfico en el espacio también se produce en el tiempo. Según los datos de la concejalía de Movilidad del ayuntamiento de Benidorm, el mes de abril, cuando sufrimos el ‘confinamiento duro’, únicamente se movieron por la ciudad 120.000 vehículos frente a los 695.000 del mismo mes de 2019, lo que supone una reducción de más del 80 por ciento.
Desde agosto hasta diciembre la bajada en el número de movimientos se reduce a poco más del 20 por ciento
Esperando un aumento
En el otro lado de la balanza debemos situar el mes de agosto, el periodo vacacional por excelencia en España, en una temporada en la que la industria se apoyó en el mercado nacional, el de mayor ocupación en Benidorm.
No fue un verano normal. Ni tan siquiera, bueno. Pero en comparación con el año anterior el descenso de movimientos de vehículos en la ciudad ‘únicamente’ sufrió una caída del 25 por ciento, una situación que se prolongó hasta final de año.
Cuando pase todo esto será el momento de evaluar si las últimas grandes actuaciones -y las que están por venir- son capaces de dar soluciones reales a la altura del problema o si, como lamentan desde sectores comerciales y hosteleros, los aparcamientos disuasorios pueden, más que suponer una solución, disuadir a los visitantes a la hora de entrar -y consumir- en la ciudad.