Miguel Poveda / Cantaor de flamenco
Miguel Poveda (Barcelona, 1973) trata de acercar el sonido que más ha caracterizado al cantaor, el de la diversidad musical, usando como raíz y música protagonista al flamenco más tradicional. En este viaje por su universo encontramos una querencia por el cante flamenco, la poesía y la canción andaluza.
Amolda su voz y forma notas que arropan las canciones de ayer y de hoy, dándole un sentido único a la espectacular capacidad de interpretar cada canción o poema. Es la definición perfecta de sentimiento; estructura cada matiz para llegar a rincones inhóspitos del receptor. A lo largo de 30 años ha sabido madurar con elegancia y hacer que las canciones crezcan con él.
¿Qué nos puedes adelantar del disco en el que estás trabajando ahora?
Es un disco que navega en la diversidad. Es una paleta de colores que muestra mis vivencias musicales. No se reduce a una música en concreto. Está el flamenco tradicional, pero transita por el mundo sin ataduras y sintiéndome libre. Me he criado con los discos de Pink Floyd, Alan Parson, The Beatles, Bambino, María Jiménez, Manolo Caracol y la canción andaluza. Voy a viajar a México o Argentina a tratar temáticas comprometidas pero desde un lugar más amoroso, como un globo terráqueo.
«Sin vocación, pasión y amor real a lo que estás haciendo no se sostiene nada»
En tus canciones se encuentra un denominador común: el alma que le imprimes a ellas. ¿Cuál es tu fórmula?
Sin vocación, pasión y amor real a lo que estás haciendo no se sostiene nada. Los años te van dando experiencia desde donde abordar las historias que cantas. Es fundamental ponerle el alma a las canciones, tanto en una temática alegre como trágica. Afortunadamente conocemos ya todas las vertientes de los sentimientos del ser humano.
Como dices, ‘El tiempo pasa volando’. ¿Tus más de 30 años de carrera musical han sido un suspiro? ¿Con qué momentos te quedas?
Si lo comparo con las ganas que tengo de aprender ha sido un suspiro. Siempre tengo hambre de más. Me quedo con el privilegio de haber podido viajar y conocer muchas culturas que me hacen darme cuenta de lo pequeño que soy.
En esta profesión hay gente que te adula y valora, pero hay que tener los pies en la tierra porque no somos nada. Me he tomado como un regalo el viajar, porque vengo de una familia humilde y he podido estar en muchos países. Lo he aprovechado al máximo recorriendo las calles, viendo las gentes, los lugares, la historia… y te hace crecer.
«El silencio es fundamental, hay que mirarse hacia dentro»
Esta pandemia te ha unido, aún más si cabe, a tu hijo. ¿Ha sido un parón necesario que nos ha acercado humanamente?
Considero que todo ser humano tiene que hacer, en algún momento de su vida, un parón de reflexión, de autoanálisis. Con la tecnología vamos a una velocidad tan fuerte que se nos escapan cosas esenciales. El silencio es fundamental, hay que mirarse hacia dentro. Pero tantos meses como en la pandemia no…
Hay una crisis sanitaria que no es sana para nadie, porque todo el mundo necesita su actividad, su trabajo y sentirse realizado. Hay que conjugar esas dos cosas, sacarle provecho. La vida de antes no nos debe robar el tiempo que necesita el alma, para respirar y recargarte.
¿Cómo estás viviendo los tiempos actuales y qué futuro crees que nos espera?
Siempre soy positivo aunque las circunstancias lo ponen difícil. Creo que está en nosotros cambiar un mundo de confrontación y encontrar cosas en común. Podemos afrontar los problemas con otro talante, los políticos deben dar ejemplo.
Cantantes como Rosalía han incorporado otros sonidos al flamenco. ¿Qué te parece esa tendencia? ¿Te planteas hacer alguna incursión en esa línea?
Me parece respetable que el artista se sienta libre. Rosalía me encanta, se ha hecho a sí misma. Está bien que indague, luego los clásicos de siempre siguen estando ahí. El talento al final si alguien lo tiene se sostiene por sí mismo.
¿El cante flamenco es innato en una persona o se puede aprender?
Al principio no sabía que lo tenía. Empecé cantando otras cosas más ligeras, de Chiquetete o Manzanita. Cuando acudí por primera vez a un recital de flamenco supe que era lo que me movía y como quería comunicar. Lo puedes tener innato, pero hay que trabajarlo y darle verdad. Tienes que llenarte las venas las 24 horas del día con ello. No hay un día que no escuche flamenco.
En tu particular homenaje a Federico García Lorca viajas por el universo de miles de ‘Federicos’. ¿Con cuál de ellos te sientes más identificado?
Con muchos, pero sobre todo con el Federico comprometido con las personas, con el arte y con la cultura. Era un ser de luz que amaba al ser humano. Soñaba con un mundo mejor. Llamaba al prójimo, era entusiasta y cuando veía el talento de alguien le arrastraba para que lo explotara. Hoy en día la envidia es un deporte que ya conocemos. Necesitamos valores.
Este mes de abril actuarás en el Auditorio de Torrevieja, ¿qué ofrecerás en tu directo?
Es una maravilla porque coincide que La Lupe, una bailaora malagueña, está por allí en esas fechas y se va a unir. Va a haber baile flamenco, un recital de cante clásico y voy con el maestro Joan Albert Amargós, Paquito González a la percusión y Jesús Guerrero a la guitarra.
Va a ser un concierto muy íntimo. Transitaremos por la poesía de Federico y la canción andaluza. Un retroceso en el tiempo para volver a mis orígenes. Un viaje por las emociones del flamenco, de la poesía y la canción.