Ante la insistencia de mi compañera de corporación Esther Diez, este fin de semana decidí coger una bicicleta, darme una vuelta por Elche y hacer uso de esos nuevos carriles bici, para que no se diga que soy anti bicicletas y que solo me gusta desplazarme en vehículo privado.
Pues bien, en el trascurso de dicho paseo, al pasar por Pedro Juan Perpiñán, me encontré con algo que en Ciudadanos Elche llevamos denunciando desde que entramos en la corporación allá por 2015, y es que toda la señalética informativa que encontraba a mi paso estaba escrita únicamente en valenciano, por cierto, con una ortografía bastante mejorable.
El valenciano y el castellano siempre han convivido sin ningún tipo de problema
Elche siempre se ha caracterizado por ser un lugar acogedor, son muchas las personas que han venido a nuestra tierra buscando un futuro, y siempre se les ha facilitado su integración, haciéndoles sentir como ilicitanos de nacimiento. De hecho, el valenciano y el castellano siempre ha convivido sin ningún tipo de problema, integrándose ambas lenguas entre la población, basándose en el respeto como base de esa pacífica convivencia.
Sin embargo, algunos partidos nacionalistas se rasgan las vestiduras cuando ocurre lo contrario, resultándoles ofensivo el hecho de que el texto de algunas indicaciones esté escrito únicamente en castellano. Por cierto, quiero recordar que el castellano que es la lengua común en todo el territorio nacional. Es de justicia rememorar que cuando ocurre lo contrario algunos no se dan tanta prisa en solicitar esos cambios, simplemente se dedican a hacer lo único que saben, crispar e imponer su ideología generando problemas a los ilicitanos donde no los hay.
Con todo esto, nuestros gobernantes cometen un triple error. En primer lugar, porque enfrentan las dos lenguas cooficiales que siempre han convivido pacíficamente en nuestra tierra. En segundo lugar, porque vulneran derechos de los castellanoparlantes en favor de aquellos nacionalistas que pretenden el uso obligatorio del valenciano y, en tercer y último lugar, porque utilizan la lengua para adoctrinar y discriminar mediante la ideología.
La Ley de Función Pública es un claro ejemplo de normas ideológicas discriminatorias
La Ley de Función Pública, que fue aprobada días atrás en Les Corts, o a nivel nacional la Ley Celaa, son claro ejemplo de normas ideológicas discriminatorias, ya que priorizan la ideología nacionalista a la excelencia, cuando muchos de esos gobernantes, que exigen el conocimiento del valenciano como requisito para poder ejercer en nuestra comunidad una profesión, carecen de esa excelencia y, sin embargo, abundan en la crispación. Prueba de ello está en las páginas de transparencia de muchas corporaciones. No podemos permitir que excelentes profesionales no puedan ejercer en esta comunidad sus carreras porque carecen del título de valenciano, debiendo prevalecer la profesionalidad frente al oportunismo nacionalista.
Leía hace poco en redes sociales a alguien que decía que se alegraba de que cuando se juntan un catalán y un vaso se hablan en castellano para entenderse. Pues bien, yo pienso que debemos potenciar ambas lenguas y permitir que las mismas convivan pacíficamente como hasta ahora, sin las imposiciones políticas de turno, ya que para que una sea utilizada no debemos anular la otra.