Juan Vera / Exdirector del Teatro Castelar (Elda, 21-junio-1957)
Como tantos eldenses, Juan Vera Gil nació en el seno de una familia zapatera. Ya a la temprana edad de once años trabajaba como cortador de calzado, y tiempo después acabó regentando su propia fábrica. Más adelante abrió una juguetería especializada junto con su esposa para los niños más pequeños.
No sería hasta los años 90 cuando Juan descubriría “su auténtica vocación” como bibliotecario. En 2015 se convirtió en el director del Teatro Castelar, puesto que ejerció durante cinco años hasta que le llegó su jubilación en plena pandemia. También ha sido cronista oficial de las Fallas. Hoy sigue vinculado a varias asociaciones e iniciativas, suspirando siempre porque la llama cultural de la localidad no se apague en estos tiempos tan complicados.
«Empecé como bibliotecario porque mi mujer me inscribió en el Ayuntamiento sin mi conocimiento»
Siendo zapatero y juguetero… ¿cómo acabaste de bibliotecario?
Pues mira, fue por mi mujer. Ella logró una plaza de funcionaria en el Ministerio de Justicia, y para que me diera cuenta de lo duro que es estudiar unas oposiciones un buen día se le ocurrió presentar una instancia en mi nombre para opositar en el Ayuntamiento de Elda, sin que yo me enterara de nada (risas).
Me presenté sin saber lo que era, y al final saqué una plaza para trabajar como interino en la biblioteca pública. Como la lectura siempre había sido mi vicio, allí descubrí mi verdadera vocación. Años después gané la plaza fija y estudié Biblioteconomía en la Universidad de Murcia y un máster en Promoción de la Lectura en Alcalá de Henares.
¿Y lo de director del Teatro Castelar?
Eso fue a raíz de que en las elecciones municipales de 2015 colaboré con el PSOE en la elaboración de su programa electoral. Cuando finalmente ganaron, me llamó el alcalde Rubén Alfaro para decirme que a partir de ese momento me iba a encargar del Castelar.
Yo la verdad es que estaba muy cómodo en la biblioteca, pero Alfaro me dijo que le daba lo mismo si quería o no (risas). Así que allí estuve hasta que me jubilé el pasado año.
«Fue muy gratificante conseguir que músicos eldenses que estaban triunfando por todo el mundo actuaran en el Castelar»
De tu época en el Teatro, ¿recuerdas alguna actuación o anécdota con especial cariño?
A lo largo de los cinco años me pasaron varias cosas muy bonitas. Recuerdo un concierto del grupo austriaco Mnozil Brass que en aquel momento estaba arrasando con llenos en sitios como Londres, Nueva York, Sidney… En el Castelar también tuvimos llenazo, por supuesto. Son como unos U2 de su género.
Quizás mi recuerdo más gratificante sea haber creado el programa ‘Eldenses en el Castelar’, para recuperar la memoria de los artistas locales y dedicarles un palco en el Teatro.
Igualmente conseguimos que muchos músicos jóvenes eldenses que estaban triunfando en el mundo regresaran a tocar en su ciudad natal como pianistas, guitarristas, etc. Algunos trabajan en las mejores orquestas internacionales, pero curiosamente aquí solo son conocidos como ‘el hijo de’ o ‘el nieto de’. Todos ellos regresaban siempre con una ilusión tremenda por poder actuar al lado de su casa.
¿Cómo está la industria del teatro ahora mismo? Imagino que la pandemia les ha hecho bastante polvo…
Es horrible. Yo tengo contacto con productores, dramaturgos, actores… y hablando con ellos se te cae el alma a los pies. Hace poco leí la noticia de que el 97% del sector de las artes escénicas se encontraba en un nivel de pobreza. Hablamos de gente que está pasando hambre. Es lamentable que no se les esté dando ninguna cobertura.
Afortunadamente gracias a iniciativas que la gente de los teatros estamos acometiendo, han podido sobrellevar un poco mejor esta situación. Es un trabajo tan intangible que incluso hay quien dice que no tendría que ser remunerado. No nos damos cuenta de que si no comen, se nos mueren y se nos acaba la cultura. Y nunca llegaremos a entender la falta que nos hace a todos la cultura.
Después de muchos meses cerrado, parece que por fin el Teatro Castelar está arrancando con programación…
El pasado marzo estuve en un concierto por el Día Internacional de la Poesía que, dentro de las restricciones sanitarias, hubo aforo completo. Fue un momento magnífico, con todo el público en pie aplaudiendo a rabiar a los artistas. Esto me supuso una dosis de esperanza, porque me di cuenta de que hay gente que sigue manteniendo la vela encendida.
Estamos hablando de un teatro que tiene un aforo de 750 localidades, y 50 de ellas no se ponen a la venta porque tienen visibilidad reducida. Hoy en día, incluso antes de la pandemia, construir teatros tan grandes es casi impensable… porque no se llenan. Recuerdo que en enero de 2020 vino Concha Velasco a Elda y me lo comentaba: “Juan, siempre hemos llenado los teatros y ahora están a medias. ¿Qué está pasando?”
La forma de consumir y entender las artes escénicas ha cambiado mucho. Quizás falta didáctica para crear un conocimiento general de entendimiento hacia la cultura. A veces llenamos nuestro ocio con contenidos que se confunden con eventos culturales. Por ejemplo en estos días pones la tele y por la tarde prácticamente solo tienes concursos o tertulias hablando de la pandemia.
Ahora en el Castelar se puede visitar la exposición ‘Trabajadoras‘, que viene de tu época como director.
Sí, en principio estaba proyectada para el 8 de marzo de 2020. Sin embargo, como sabes pocos días después comenzó el confinamiento. Así que se quedó durante un año entero colgada en la oscuridad.
La iniciativa nació de Mercedes Candelas, presidenta de la Asociación Fotográfica de Elda, quien tuvo la idea de fotografiar a mujeres en sus puestos laborales. Luego involucró a una amiga suya profesora de filología hispánica y poeta, María Ángeles Rodríguez, para que escribiera versos a cada una de las fotografiadas. Todo ello se plasmó en el vestíbulo del Castelar.
Durante la pandemia, las autoras aprovecharon para escribir un libro con el mismo título. Ellas nos propusieron presentarlo en el Castelar para la reapertura y nos pareció una idea genial, porque así abrimos de nuevo el teatro de la misma forma que lo cerramos. La presentación fue un acto tan sencillo como bonito, donde varias de las mujeres fotografiadas recitaron sus propios poemas acompañadas de música con Elía Candelas al violín.
«La Biblioteca Municipal tuvo muchos impedimentos políticos en el pasado, pero ahora está remontando»
Hablemos de la Biblioteca Municipal ‘Alberto Navarro’. ¿Cómo ha evolucionado durante estos años y qué crees que le falta?
¿Qué te puedo decir yo de la biblioteca que no sea bueno? Te contaré que en realidad yo aterricé como funcionario en una biblioteca infantil recién habilitada en el barrio de Las Trescientas, que era un edificio antiguo que ya no existe. Junto con Consuelo Poveda, la directora, fuimos colocando todos los libros. Recuerdo que nos encontramos un auténtico tesoro de 8.000 ejemplares de literatura infantil y juvenil. Ahí fue cuando me enamoré de este trabajo.
Luego pasé a la Biblioteca Municipal que entonces estaba en la Casa de la Cultura (ahora Museo Arqueológico) y en 2017 nos trasladaron a la actual Biblioteca compartiendo edificio con el Colegio Padre Manjón. Es un edificio con mucha historia, que tuvo un papel muy importante durante los últimos días de la Guerra Civil. Aquí se creó una nueva biblioteca con un marcado carácter minimalista y nórdico, muy bien dotada de fondos y ejerciendo también de Archivo Municipal.
Es cierto que desde casi el momento de su inauguración la biblioteca se vio lastrada por muchas cosas, principalmente porque no todo el mundo se creía su utilidad. Ha tenido muchos impedimentos políticos, pero pese a todo ha seguido su camino porque realmente tiene su propia vida. Yo soy muy optimista y veo su futuro muy esperanzador, porque poco a poco va remontando el déficit de los años anteriores y desde la Concejalía se están aportando fondos.
«Durante el confinamiento desde la Biblioteca grabamos lecturas para personas mayores que estaban en las residencias»
La verdad es que es una biblioteca que sorprende por dentro…
Podría contarte algunas anécdotas. Recuerdo muchos ciudadanos que venían a visitarla con pocas expectativas pensando que solo encontrarían estanterías, y luego salían maravillados. A veces incluso cuando algunos eldenses recibían la visita de familiares de fuera, me pedían que les hiciera un recorrido guiado. Yo encantado claro, no imaginas la satisfacción que me daba transmitir el motor del trabajo que ha sido mi vida.
«El curso que viene se organizarán recitales de lectura dados por personas mayores en colegios de primaria»
Allí se han creado muchas cosas bonitas y útiles como grupos de lectura, campañas de animación, talleres literarios… Ahora por ejemplo se está desarrollando un taller de lectura colectiva dirigido a personas mayores con el fin de al curso que viene, cuando los centros escolares ya estén totalmente abiertos, hacer recitales en colegios de primaria. Incluso hemos tenido solicitudes de hospitales o centros de alzhéimer.
Ya durante la pandemia grabamos lecturas para que los residentes de geriátricos escucharan una voz humana y se sintieran menos solos.
En octubre algunos amigos te organizaron una cariñosa despedida por tu jubilación, evidentemente con aforo limitado. ¿Cuándo termine la pandemia queda pendiente un gran homenaje a tu trayectoria profesional?
No, por favor. Aquello fue una encerrona montada sobre todo por mi mujer (risas). Por supuesto que fue muy emotivo y me sentí muy agradecido, pero yo no soy nada dado a recibir homenajes. Prefiero organizarlos para otros. Y a todas las personas que me han dicho que habrían querido estar allí, ya les aseguro que todos ellos pasaron por mi mente.
«De pequeño dormía con medio cuerpo en Elda y el otro medio en Petrer»
Hablemos ya de tu vida post-laboral. Eres uno de los integrantes de La Tertulia Elda-Petrer, la cual venía celebrándose informalmente desde hace décadas hasta que por fin os constituisteis como asociación cultural.
Durante 40 años funcionó como una reunión de amigos llamada ‘Los críticos’. Últimamente nos estábamos reuniendo una vez al mes, hasta que decidimos convertirnos en asociación. A partir de ahí nos surgió la posibilidad de fijar nuestra sede en un sitio tan emblemático como la Imprenta Vidal, que estaba cerrada desde 2007. Hemos recuperado el espacio de la librería tal y como estaba originariamente gracias a la actuación de Pedro Poveda, uno de los socios.
Ahora desde La Tertulia nos estamos dedicando a sacar propuestas culturales de todo índole, aglutinando asociados tanto eldenses como petrerís. Es una forma de hermanamiento de dos poblaciones que toda la vida hemos estado juntas, a pesar de que todo el mundo se ha empeñado en separarnos.
Por supuesto son muchísimas más las cosas que nos unen. De hecho cuando yo era pequeño dormía con medio cuerpo en Elda y el otro medio en Petrer, porque la frontera pasaba justo por debajo de mi cama (risas).
Ahora habéis puesto en marcha es un certamen literario de relatos sobre la pandemia.
Es la primera edición, nuestra intención es que sea un certamen anual que cada año esté dedicado a una temática. En esta ocasión hemos querido empezar con la pandemia y hemos recibido hacia 200 originales. Ahora estamos leyéndolos y el 23 de abril fallará el jurado.
También te estás dedicando a organizar presentaciones de libros, ¿no?
Sí. Hemos organizado algunas presentaciones literarias, como la de libros de Elia Barceló y otros autores. Como han salido bastante bien, las editoriales nos han pedido que coordinemos más presentaciones por la zona. Esto lo hago con la asociación Farfanías, que la creamos entre tres amigos para impulsar proyectos culturales que vimos que sino no saldrían adelante.
Te tengo que preguntar también por las Fallas. Los políticos dicen que nos vacunarán al 70% de la población en verano… ¿crees que llegaremos a septiembre?
Yo estoy últimamente bastante desconectado del mundo fallero, pero siendo coherente con lo que está ocurriendo creo que no. Hemos pasado mucho y muy malo, así que no toca precipitar las cosas. Recientemente se anunció que el festival de playback sería online, y hay recursos similares para mantener vivo el espíritu festero.
Nos toca esperar, igual que otras fiestas que ha habido que aplazarlas. Y el año que viene, el reencuentro será mucho mejor.