Si bien desde entonces han aparecido en el mundo algunos otros virus que provocaron incluso más muertes (caso del VIH, con 40 millones de fallecidos desde los años 80), lo cierto es que el ejemplo histórico más cercano y comparable a la actual pandemia de COVID-19 fue la ‘gripe española’ de 1918. Su principal similitud es que también fue un virus infeccioso que se transmitía por el aire.
Aquella gripe había caído en el olvido colectivo desde hace ya décadas, hasta que con la llegada del coronavirus a nuestras vidas regresó al candelero de los debates. Ahora muchos se preguntan… ¿Hemos mejorado desde entonces? ¿Estamos ahora más preparados para luchar contra una pandemia mundial? ¿Deberíamos habernos fijado más en lo que hicieron nuestros antepasados?
Guerra e inestabilidad
Para empezar, cabe señalar que la gripe de 1918 no pudo llegar en peor momento al mundo. En Europa se estaba librando la Primera Guerra Mundial, mientras que en España (país neutral en aquella contienda) sufríamos una gran inestabilidad política. Eran los tiempos de la Restauración donde dos partidos (el Liberal y el Conservador) eclipsaban el poder amañando todas las elecciones para turnarse en el Gobierno.
Esta extraña pseudodemocracia en el pasado había dado bastante estabilidad al país, pero en aquellos momentos ya estaba mostrando serios síntomas de agonizar. La mayor evidencia es que los gobiernos apenas duraban unos meses. Como muestra, en 1917 España tuvo cuatro cambios de presidente. Un escenario que ni mucho menos era el más idóneo para luchar contra una pandemia.
Por ello el Gobierno de España apenas tomó medidas políticas, ni tampoco delegó sus responsabilidades a las comunidades autónomas pues éstas sencillamente todavía no existían. En esa pandemia fueron sobre todo los gobernadores de las provincias, las diputaciones o los alcaldes quienes tuvieron que coger las riendas de la situación y tomar decisiones sanitarias en cada lugar.
Los políticos y la prensa tardaron muchos meses en reconocer la existencia de la pandemia de gripe
La pandemia no existe
Todavía los historiadores discuten sobre donde se generó aquella gripe. Dicen algunos que también fue en China, mientras que otros ubican el epicentro en Estados Unidos.
Lo cierto es que los primeros casos llegaron a Europa por Francia a principios de 1918, posiblemente traída por los soldados estadounidenses que desembarcaron en el país galo para luchar en la guerra. La prensa francesa ocultó deliberadamente dicha enfermedad, por orden de los políticos, para no desmoralizar a sus tropas. Los demás países europeos implicados en aquella contienda como Reino Unido, Alemania, Rusia, Italia… practicaron exactamente la misma estrategia. La gripe no existía.
En un primer momento, este fenómeno de ocultación ocurrió exactamente igual en España. De hecho, cuando los primeros brotes llegaron a Madrid, los periódicos de la capital se dedicaban a tratar otros temas por mucho que los hospitales se empezaran a saturar cada vez más.
Mal llamada ‘gripe española’
Aún con todo, los medios españoles fueron los primeros en rendirse a la realidad y cambiaron su línea editorial radicalmente en pocas semanas. Sin embargo, en el resto de Europa continuó la censura tratando de hacer creer que esta enfermedad se trataba de un mero problema interno español. Por ello esta pandemia se quedó con el nombre, totalmente erróneo, de ‘gripe española’.
Si ya por entonces las mentiras tenían las patas muy cortas; ni que decir que la posterior aparición de medios como la radio, la televisión o internet han facilitado que ahora las noticias circulen mucho más rápido por el mundo. Aún así a principios de 2020 vimos como algunos políticos también intentaron negar desesperadamente la realidad, si bien con peores resultados que en 1918.
En 1918 no hubo confinamiento general, solo se hicieron algunos encerramientos en lugares concretos
Menos medidas restrictivas
No hubo confinamiento domiciliario nacional en España durante la gripe de 1918, solo en algunos puntos concretos dependiendo del alcalde o del gobernador de turno. Ni siquiera durante la segunda ola, sin duda la más dura, ocurrida en el otoño de aquel año. Tampoco en el resto de países europeos, tanto porque negaban la mayor como por estar librando una guerra.
En algunos lugares incluso continuaron haciendo una vida pública normal. Uno de los casos más llamativos fue Crevillent, donde no tuvieron reparos en celebrar los Moros y Cristianos en el peor momento de la epidemia.
Sobra decir que los hospitales también se colapsaron, e incluso los cementerios. Precisamente el actual Cementerio de Alicante se abrió en aquella época, pues el antiguo de San Blas quedó saturado.
La población selló sus viviendas con cal para evitar la entrada del virus
Mucha cal y pocas mascarillas
Una creencia muy extendida entre los políticos de aquella época fue que el virus sobrevivía en las paredes. Por ello el entonces alcalde de Alicante llegó incluso a mandar desalojar y derribar todo un barrio entero de la ciudad. Hablamos de Las Provincias, una barriada ubicada en las laderas del monte Benacantil que hoy ya es solo un recuerdo.
Igualmente las autoridades pusieron mucho énfasis en que la población encalara sus casas. No creyeron ni mucho menos tan necesario el uso de mascarillas, que en ningún momento fue obligatorio y apenas se vieron en España (sí en otros países extranjeros).
Cifras
Comparar la gripe española con la COVID a través de los datos de fallecidos puede resultar muy engañoso, pues hablamos de epidemias sujetas a factores muy diferentes. Para empezar aquel virus de gripe era más mortal que este coronavirus, de hecho la mayor parte de sus víctimas fueron adultos, jóvenes y no tanto ancianos.
Además, ha de tenerse en cuenta que los medios médicos eran infinitamente peores a principios del siglo XX. En esta época ni siquiera se había inventado aún la penicilina, y ni mucho menos se descubrió una vacuna en menos de un año.
Por otro lado, en aquella época la población mundial era una sexta parte de la actual y los viajes mucho menos frecuentes. Un mundo tan globalizado y con siete mil millones de habitantes ha sido un campo de propagación mucho más favorable para los brotes de COVID.
Dicho lo cual, ahí van las cifras. La gripe española se llevó por delante unas 60 millones de vidas en todo el planeta, y 190.000 en España entre 1918 y 1921.
Si bien durante la epidemia la economía sufrió un lógico declive, a su fin ocurrió todo lo contrario. El mundo saludó a ‘los felices años 20’, una de las mayores épocas de prosperidad que se recuerdan.