Entrevista > Gustavo Ramírez Sansano / Coreógrafo (San Fulgencio, 1978)
Gustavo Ramírez es uno de los coreógrafos españoles con mayor trayectoria internacional. Desde hace quince años dirige Titoyaya Dansa con la que ha estrenado quince ballets por diferentes puntos de Europa y de Estados Unidos. El mes pasado presentó en el festival Dansa València su nuevo proyecto coreográfico que lleva por nombre ‘Soledad’.
¿Cómo has vivido la experiencia en el festival Dansa València?
Ser parte de un festival como este es un gustazo porque es un referente de la danza en nuestro país, especialmente a nivel autonómico. Para nosotros es una plataforma excepcional en la que exponer nuestros trabajos, un festival necesario y punto de encuentro para profesionales del sector que no debería durar tan poco.
Habéis presentado ‘Soledad’, ¿en qué consiste esta pieza?
‘Soledad’ es el segundo espectáculo de danza inclusiva creado por Titoyaya Dansa y que ha sido seleccionado dentro del programa ‘Art for Change 2020’ de la Fundación La Caixa. Es una obra intergeneracional, multicultural y multidisciplinar basada en una metodología participativa donde el eje central es la soledad no elegida.
‘Bandejats’ fue su primer espectáculo de danza inclusiva
¿Cómo ha sido su proceso de elaboración?
He vuelto a contar con la ayuda de Viviana Escalé para la coreografía, que tiene una gran experiencia en la danza inclusiva con jóvenes y mayores. Ha sido un proceso completamente diferente al de ‘Bandejats’, nuestro primer espectáculo de danza inclusiva, pero ha sido muy bonito haber conocido a los bailarines físicamente, sus historias personales, etcétera.
Muchos te sitúan como uno de los mejores coreógrafos del panorama nacional, ¿te ha sido fácil el camino?
Con la pandemia he tenido mucho tiempo para reflexionar, porque meses antes volqué un montón de vídeos de cuando era joven que tenía en una cámara de vídeo. En esas imágenes he podido ver cómo ensayaba y creo que ser de San Fulgencio ha tenido algo bueno y es que, al no haber vivido en el mundo del teatro, de alguna manera era muy ignorante y la ignorancia da mucha osadía.
Aun no teniendo mucho conocimiento en aquel momento, lo tenía muy claro. Creo que cuando uno cree en algo, aunque no lo crean los demás, tiene que seguir hacia delante. Para mí el éxito no es tanto tener trabajos en lugares de prestigio, sino tener la oportunidad de seguir haciendo lo que hago durante veintisiete años.
¿En qué momento nació tu pasión por la danza?
Desde que tengo uso de razón he estado haciendo esto, aun habiendo nacido en un pueblo pequeño como San Fulgencio, que tenía 2.500 habitantes en aquel momento, y no tenía ni siquiera teatro, por lo que las posibilidades eran muy limitadas para alguien que soñaba con las artes escénicas.
Mi madre participaba en un festival local como coreógrafa y ya por entonces me enseñaba los primeros pasos. Con ocho años inicié mis estudios en la escuela de danza de Josetta García, ubicada en Almoradí; una escuela que me dio la oportunidad de bailar e inspirarme coreográficamente mucho.
Hasta que en plena adolescencia dejas la Vega Baja y te vas a Barcelona.
Me fui al Institut del Teatre de Barcelona para seguir con mi formación y nada más llegar entendí la importancia de la técnica en la danza. Afortunadamente pude contar con unos profesores que hicieron un verdadero milagro conmigo, porque consiguieron que yo pudiese bailar ballet a nivel profesional en tan solo tres años.
Durante mi estancia en este centro me contactaron desde San Fulgencio para que coreografiase a un grupo de niños, lo que despertó mi inquietud por la coreografía.
En 1997 ganó su primer premio como coreógrafo
¿Cuándo decides dejar de ser bailarín para ejercer como coreógrafo?
Tras mi paso por Barcelona estuve durante un año en la compañía de Víctor Ullate y allí me di cuenta de que el ballet no era lo que yo quería hacer. Como en esta escuela no tenía la posibilidad de coreografiar, me presenté como coreógrafo al concurso Ricard Moradas de Barcelona en 1997, con la obra Fetos, y gané el galardón. Tras varios concursos coreográficos más me di cuenta de que tenía que decidir entre bailar o coreografiar, y aposté por lo segundo.
Hace quince años fundó la compañía Titoyaya Dansa
Así, en el año 2006, acabé fundando, junto a Verónica García Moscardó, mi propia compañía de danza contemporánea bajo el nombre Titoyaya Dansa con la que hemos estrenado hasta quince ballets, algunos de los cuales han tenido gira por diferentes puntos de Europa y de Estados Unidos.
Sin parar de crear
Tiene proyectos hasta el año 2023. Entre alguno de ellos se encuentra la creación de una coreografía para la Gibney Dance Company en Nueva York, para BalletX en Filadelfia, para el National Theater Mannheim en Alemania y para el Instituto Valenciano de Cultura en Valencia.
También reposición coreográfica de ‘Recortes’ para Central Europe Dance en Budapest, de ‘CARMEN.maquia’ para Introdans en Holanda y de ‘Flabbergast’ para Valencia Dancing Forward en Valencia.