Entrevista > Luisa Vera Guardiola / Ilustradora (Elda, 1962)
Tras una extensa trayectoria como ilustradora en medios como The New York Times, The Wall Street Journal, El País y La Vanguardia, la ilustradora eldense Luisa Vera ha decidido dar un giro a su carrera y dedicarse de lleno a la literatura infantil tras publicar su primer libro ‘Perdido en el museo’ con la editorial Combel.
¿De qué trata ‘Perdido en el museo’?
Este libro narra la historia de un padre y su hijo que van de visita a un museo de arte moderno. Mientras el padre se queda absorto ante una de sus obras favoritas, el niño prosigue la visita y se pierde entre salas y cuadros acompañado por los personajes que van saliendo de las obras. El lector sigue la visita con ellos y, de manera cronológica, vamos conociendo los movimientos artísticos del siglo XX.
«Para el libro me inspiré en la experiencia con mi hijo»
¿En qué te inspiraste?
Me inspiré directamente en la experiencia con mi hijo. Desde que era un pollito lo arrastré por museos y galerías, y se convirtió en algo normal para él. Cuando se aburría le proponía juegos con los cuadros haciéndole preguntas como ¿te imaginas si de ese cuadro de Piet Mondrian saliera un señor con chistera? o ¿qué te parece si buscamos todos los instrumentos musicales que aparecen en los cuadros de esta sala?
Llevas ya más de treinta años dedicada al mundo de la ilustración, ¿cómo recuerdas tus inicios en el sector?
Mis inicios como ilustradora fueron en Nueva York. Llegué allí a mediados de los ochenta y aquello era la bomba. Me apunté a un postgrado de ilustración en la School of Visual Arts y me preparé un book muy básico con ilustraciones sobre artículos, libros y temas que me interesaban. Hice unas cuantas fotocopias en blanco y negro y las envié a algunos editores de prensa. Poco después me llamaron para ilustrar unos artículos en un periódico semanal.
La verdad es que no sé si me habría dedicado a la ilustración si no hubiera conocido allí a Perico Pastor y Juan Botas, dos ilustradores españoles que me animaron a intentarlo.
«Tardé casi diez años en dedicarme exclusivamente a la ilustración»
¿Te fue fácil hacerte un hueco en el mercado norteamericano?
Me pateé mil oficinas de periódicos y agencias de publicidad hasta que conseguí publicar en The New York Times y otros medios de prestigio. Pero eso no era suficiente para subsistir, así que tuve muchos otros trabajos como asistente de ventas en una empresa de calzado, vendedora de ropa en varias tiendas y editora de libros bilingües en Macmillan. Tardé casi diez años en dedicarme exclusivamente a la ilustración.
A finales de los noventa, ya con bastante trabajo en Estados Unidos, me contactaron de El País y comencé a colaborar con este diario desde allí. Eso empezó a abrirme otras puertas en España.
Así, tras dieciocho años en Estados Unidos, te trasladas a vivir a Barcelona, donde resides actualmente.
Tras mi divorcio conocí a mi pareja actual. Él vivía a caballo entre Nueva York y España. Con él alquilé un piso en Barcelona y empecé a pasar más tiempo por aquí. Cuando nació nuestro hijo, y tras la incertidumbre y malestar por los atentados del 11 de septiembre, decidimos mudarnos definitivamente a Barcelona y aquí seguimos.
¿Cómo dirías que se encuentra el sector de la ilustración en nuestro país?
El sector de la ilustración en España está mal. Las tarifas que se cobraban antes de la última crisis, que ya eran penosas, nunca se han recuperado. Incluso los grandes nombres de la ilustración se ven obligados a complementar sus ingresos con la docencia, talleres y otras actividades. Aquí no se da valor a esta profesión y hay una tendencia a pedir favores por supuesta falta de presupuesto.
Su proyecto The Barcelonian tiene miles de seguidores en Instagram
El año pasado iniciaste un nuevo proyecto en redes sociales que ya cuenta con más de tres mil seguidores.
El proyecto ‘The Barcelonian’ empezó como un juego terapéutico durante el confinamiento. Todos los días dibujaba mis experiencias de encierro y del inicio del desconfinamiento. Un día le coloqué a uno de esos dibujos la cabecera ‘The Barcelonian’ como homenaje a mi revista favorita, The New Yorker, y lo compartí en redes.
La idea es que se convierta en un libro recopilatorio y en una exposición. Pronto comenzaré a vender reproducciones de estas cubiertas en una tienda online. En París, Milán, Montreal, Bruselas, Shanghái y Tokio existen proyectos similares.
En la actualidad
En breve comenzará su colaboración con el artista neoyorkino Spencer Finch, un proyecto más artístico que le alejará temporalmente de la ilustración. Mientras tanto, está dedicada en cuerpo y alma a ‘The Barcelonian’ y desarrollando proyectos infantiles, ya que recibe muchos manuscritos de autores en busca de ilustrador.