Entrevista > Joan Borja / Escritor (Altea, 1968)
Joan Borja es maestro en la especialidad de Ciencias, licenciado en Filosofía y Letras y doctor en Filología Catalana por la Universidad de Alicante. Ha sido vicedecano de la Facultad de Educación de la Universidad de Alicante, director de la Sede Universitaria de La Marina, director del departamento de Filología Catalana de la Universidad de Alicante y director del departamento de Publicaciones del Instituto Alicantino Juan Gil-Albert.
Actualmente compagina la investigación, el periodismo y la docencia universitaria con la dirección de la Cátedra Enric Valor de la Universidad de Alicante.
Has publicado recientemente ‘Enric Valor, memòries’, una memoria biográfica y literaria reconstruida a partir de diálogos con el hijo primogénito del escritor. ¿Qué destacas de este trabajo?
Enric Valor es una persona absolutamente excepcional. Tiene unas vicisitudes vitales tan extraordinarias que no sabía si estaba haciendo una biografía o una novela. Su vida atraviesa todo el siglo XX valenciano.
Sufrió una ruina familiar consecuencia de la crisis de la filoxera y de la Primera Guerra Mundial. Se fue a Elda y fue testigo de la revolución industrial. Hizo radio y periodismo en Alicante. Vivió la Guerra Civil y Segunda Guerra Mundial desde Valencia. Se hizo rico después de la postguerra. Sufrió las represalias del franquismo, estuvo en la cárcel y en tiempos de democracia resurgió con un gran éxito en el mundo editorial en valenciano.
Su periplo fue una montaña rusa, y para los valencianos supuso una reconciliación histórica con la tradición literaria, la dignidad como pueblo, el imaginario y la lengua.
¿Cómo fue la experiencia de realizar el trabajo con su hijo Enric Valor Hernández?
Fue fabulosa. Yo le conocía de diferentes actos, y ahora quedaba memoria para reconstruir la vida de una personalidad así. Dentro de cincuenta años sería imposible. Cuando se lo planteé todo fueron facilidades. Mi agradecimiento es infinito. Me abrió las puertas de su casa, y las de la intimidad familiar. Es un libro que habla de Enric Valor padre, hijo y espíritu santo que vive en todos nosotros (risas). Es un homenaje a la memoria del padre y la generosidad del hijo.
«La literatura nos permite vivir, con la que tenemos, otras vidas de propina»
En tus más de treinta libros has ahondado en temáticas lingüísticas, filosóficas, históricas… ¿Qué inquietudes te llevan a iniciar un proyecto?
La curiosidad es el motor que justifica todo en la vida, con independencia de la disciplina. La vida y el conocimiento no están compartimentados, es todo una única aventura total. Si algo tiene la capacidad de emocionarme, apasionarme o inquietarme, lo escribo para degustar los regalos que ofrece. La literatura nos permite vivir, con la que tenemos, otras vidas de propina. Y es cierto cuando leemos, escribimos y jugamos al juego de la comunicación.
«El conocimiento tiene un sentido si es útil para hacer a la gente feliz»
Tu último libro ilustrado ‘Valor, Maria!’ está dirigido a un público infantil. ¿Qué aceptación está teniendo?
Es un encargo de la editorial Andana, después del éxito del bestseller infantil ‘La Maria no te por’ de Francesc Gisbert, en colaboración con Dani Miquel. La idea era fidelizar a un público más exigente, que Maria creciera. En esta segunda parte, en vez de jugar con el mundo mágico de los ‘espantacriaturas’ populares valencianos, la idea era que dialogara con personajes fantásticos del imaginario de Enric Valor.
Hay un libro dentro del libro, es otro registro y juego. Normalmente no hago narrativa, pero lo he pasado genial inventando una historia para Maria. Me he sentido omnipotente al hacer lo que quería con este personaje. Fue el libro más vendido de la Plaça del Llibre de Valencia. Está generando expectación, hay una parte comercial, pero el conocimiento tiene un sentido si es útil para hacer a la gente feliz.
Como director de la cátedra Enric Valor de la Universidad de Alicante, ¿en qué líneas desarrollas tu actividad?
Tenemos una programación anual que da servicio al espacio Enric Valor, en la circunscripción de Alicante, impulsada por el ayuntamiento de Altea y el de Castalla. Ahora se trabaja en el proyecto de conmemoración del centenario de Carmelina Sánchez-Cutillas y la presentación de su museo y el Centro de Interpretación en Villa Gadea, con todo su potencial didáctico y turístico.
Es una de las más de treinta iniciativas organizadas para este año. Organizamos cursos, seminarios, en Castalla estamos realizando la Casa-Museo Enric Valor en su casa natal, coordinamos también la ‘Fira de la Fantasía’, y otras muchas actividades. Propiciamos la extensión universitaria, para que toda la ciudadanía participe.
En esta era marcada por el desarrollo tecnológico. ¿La gente cada vez lee menos?
Creo que todo lo contrario. Contra la máxima de ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’, me gusta mucho, citando a Nieves Concostrina, que ‘cualquier tiempo pasado fue anterior’. Unos versos del Renacimiento dicen que ‘siempre han tenido pico las ocas’. Aunque haya déficits, hay que recordar que hace cien años había una gran masa analfabeta.
Ahora se lee cada vez más; leemos los WhatsApp y publicamos más que nunca, y forma parte de la fiesta de la comunicación. No hay tantas figuras intelectuales, la vida es más diversa. De la mano del progreso tenemos una mayor posibilidad para la felicidad del conocimiento.
«Cualquier vida es una novela en potencia»
¿Es la localidad de Altea un lugar inspirador para el escritor? ¿Dónde acudes cuando necesitas dicha motivación?
Altea es el mejor pueblo del mundo. Cualquier vida es una novela en potencia y Altea tiene un potencial literario extraordinario. No puedo escribir de otra cosa que no sea Altea. Una de mis debilidades es coger un cuaderno en blanco e irme al Racó del Albir a escribir en alguna terraza. Es un regalo de la vida, y he hecho libros enteros mirando el mar de Altea, que es muy inspirador.
¿Cuáles son los próximos proyectos que tienes en mente?
Sobrevivir hasta el verano (risas). En el último año he hecho muchas colaboraciones en prensa, realizo muchas entrevistas, etc. Quizás se podría reconvertir en soporte del libro, como una liquidación de existencias.
Además, tengo los libros vivos y me gustaría hacer uno sobre la experiencia que ha sido la travesía de la pandemia. Nos ha hecho aprender qué cosas son las esenciales. Los amigos, la cultura o los colores del mar valen más que el dinero, que hemos aprendido que no es comestible. No seremos iguales que antes de esta pandemia.
También este año presentaremos la edición de la obra completa de la gran escritora valenciana del siglo XX, Carmelina Sánchez-Cutillas, en dos volúmenes, uno de poesía y otro en prosa. Un trabajo a medias con Mari Ángels Francesc y que me hace mucha ilusión.