Cada tipo de turismo tiene sus cosas y, entre ellas, claro está, sus amantes y detractores. En esto, como en todo, generalizar no hace justicia a unos u otros, pero tirando del tópico, podríamos decir que los enamorados de los grandes monumentos históricos miran con cierto desdén a los que sucumben año tras año al sol y la playa.
Siguiendo con esa misma e injusta comparativa, estos últimos sentirían una enorme compasión por aquellos que eligen apiñarse en torno a pedruscos con miles de años de antigüedad sólo para hacerse una foto en la que lo que menos se ve, precisamente, son las piedras.
Aplaudido por los expertos
Son dos mundos vacacionales, al menos en su concepto más puro, antagónicos, que Benidorm, la capital turística del Viejo Continente, se ha propuesto reconciliar. La ‘Manhattan del Mediterráneo’ no tiene, eso es verdad, monumentos milenarios que mostrar a sus visitantes, pero sí cuenta, precisamente en su archiconocido ‘skyline’, con un atractivo arquitectónico que, junto al Colegio de Arquitectos de Alicante, se ha propuesto explotar.
El urbanismo de Benidorm, aplaudido por los expertos en la materia por su sostenibilidad y aprovechamiento del espacio, ha sido profundamente criticado en muchas ocasiones, siempre, en este caso, por cuestiones estéticas. Un discurso lleno, con frecuencia, de prejuicios ‘snob’ y desinformación.
Cultura vertical
Ahora, tanto el ayuntamiento benidormense como el Colegio de Arquitectos de Alicante se han propuesto no tanto darle la vuelta a esa imagen, cosa que resultaría, seguramente, inútil; sino poner en valor y convertir en un elemento de explotación turística cultural la propia arquitectura de la ciudad.
Con ese objetivo, las dos partes han planificado una serie de visitas de colegiados de toda España, escuelas de arquitectura, aparejadores y otros actores del sector, para conocer de primera mano el dibujo urbano más reconocible de la costa levantina.
Repaso a la historia
En el fondo de esta iniciativa, además de profundizar en la eterna carrera por la diversificación y desestacionalización turística, yace la voluntad y necesidad de enseñar y ayudar a comprender a arquitectos y demás responsables urbanísticos los motivos que, desde sus orígenes, llevaron a Benidorm por apostar por su inconfundible edificación vertical.
Para ello, los participantes en esta iniciativa aprovecharán su visita a la ciudad para repasar la historia del municipio y, especialmente, aquellos años en el que se desarrolló el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1956, pionero y rompedor en una España en blanco y negro, sobre cuyos cimientos se erigió, literal y metafóricamente, la mayor potencia turística de nuestro país.
Además de la propia arquitectura, los participantes en estos viajes entenderán por qué se optó por este tipo de construcción
El ‘rascacielos tumbado’
Curiosamente, uno de los edificios que serán de obligada visita cuando se lance esta iniciativa es el del propio ayuntamiento, un ‘rascacielos tumbado’, como se le ha definido en más de una ocasión, que no sólo rompe de forma muy evidente con el dibujo habitual de la capital turística, sino que se convierte también en el inicio ideal de una visita de este tipo ya que permite, recorriendo las calles de la ciudad, hacer un viaje en el tiempo desde el pueblo de pescadores previo a la década de los 60 del siglo pasado hasta el actual ‘Manhattan mediterránea’.
Un edificio, el del consistorio, que se asienta sobre otro de los principales atractivos urbanísticos de la ciudad y que suele ser obviado por los más críticos del ‘modelo Benidorm’: los grandes espacios abiertos y las grandes zonas verdes que separan unas zonas residenciales de otras, algo que ha permitido que, pese a la gran densidad de población que tiene la ciudad, la calidad de su aire sea una de las mejores de todo el litoral.
La iniciativa, que podría llegar a tener carácter mensual, ayudará a desestacionalizar el turismo y a mejorar la imagen de la ciudad
Visitas frecuentes
En una primera fase de la iniciativa, el ayuntamiento y el Colegio de Arquitectos de Alicante han planteado que estas visitas, que se prolongarían durante dos días cada una, se realicen de forma trimestral, aunque si existe interés en ellas la frecuencia de las mismas se podrá ver aumentada.
Los destinatarios de estos viajes serán arquitectos y otros colectivos directamente relacionados con el urbanismo
En función, por lo tanto, del éxito de visitantes que coseche la iniciativa, la periodicidad de estas visitas podría ser, incluso, mensual, lo que supondría un gran empujón a una industria turística que sigue buscando fórmulas alternativas a sus productos más tradicionales para sortear las dificultades del todavía incierto panorama postcoronavírico.
Tal y como han destacado los responsables de la idea, estas visitas podrían lograr el doble objetivo de ahondar más en la desestacionalización del turismo benidormense y mejorar la imagen de la propia ciudad entre aquellos colectivos que, en su mayor parte por desconocimiento, siguen criticando su urbanismo.