Pocas cosas resultan más polarizantes que el debate sobre dónde están los límites de lo que resulta objetivamente aceptable y decoroso a la hora de permitir que los humanos realicen determinadas actividades con sus mascotas. Hablamos, claro está, de animales sin ningún otro fin que el de proporcionar a sus dueños cariño y compañía, y no de perros lazarillo o mascotas con fines terapéuticos.
En una sociedad cada vez más concienciada en el respeto al resto de los seres vivos del planeta y, por lo tanto, de los derechos de los animales, sigue habiendo comportamientos o momentos de la vida diaria que enfrentan a dueños de mascotas y a personas que han decidido vivir sin la compañía de un animal.
Así, cuestiones como permitir o no la entrada de mascotas a locales de restauración, hoteles, transporte público o locales comerciales aúnan a defensores y detractores por partes iguales. Lo mismo ocurre con el acceso de los animales a las playas, un punto este último que muchos ayuntamientos han resuelto creando las llamadas ‘playas para perros’, arenales en los que dueños y mascotas pueden disfrutar de un día de sol y mar juntos.
Particularidad turística
Muchos de los defensores de un acceso libre de perros y otras mascotas –pocas veces se aborda el debate de qué animales pueden ser considerados mascotas y cuales no– se lamentan de que en Altea, como en casi toda la Costa Blanca, ellos y sus peludos acompañantes son relegados a zonas apartadas y, en ocasiones, con mal acceso o escasez de servicios.
Por otro lado, los detractores de que las mascotas puedan tostarse al sol y bañarse en el mar se han alineado con buena parte del discurso político, recordando que las playas de la zona ya están muy masificadas durante los meses de verano, debido a la llegada de turistas, y que la presencia masiva de perros y otras mascotas acabaría produciendo un caos.
Sin duda, ambos puntos de vista tienen su parte de razón y lo que también es indudable es que las playas de Altea y del resto de la Marina Baixa, casi todas urbanas, no pueden ser comparadas ni por su nivel de afluencia ni por su tamaño con las de otras regiones, especialmente en la cornisa cantábrica, donde existe una mayor permisividad a este respecto.
La solución para disfrutar del mar con los animales de compañía
Fácil acceso
Con todo ello presente, Altea apostó en 2016 por encontrar la solución para que ese sector de la población que desea disfrutar de sus días de playa con sus animales de compañía pudieran hacerlo, sin tener que buscar una solución fuera del municipio, y la encontró en la playa situada entre Villa Gadea y Porto Senso, un lugar que, contrariamente a lo que sucede en otros lugares, resulta de muy fácil acceso y, aunque no cuenta con muchos de los servicios de otros arenales, su proximidad con zonas urbanas resuelve esa cuestión.
La playa está entre Villa Gadea y Porto Senso, un lugar de fácil acceso
En este caso, la playa no es de uso exclusivo para propietarios de mascotas y eso hace que se hayan establecido unas normas de convivencia entre las que destaca, además de algo tan básico como la obligatoriedad de recoger los excrementos de los animales, que los perros de razas potencialmente peligrosas deban llevar bozal en todo momento.
La zona es de canto rodado, una bendición para los dueños de perros especialmente peludos
Una de las grandes ventajas de esta playa, como sucede con las del resto del municipio, es que es de canto rodado, una bendición para los propietarios de mascotas especialmente peludas ya que se podrán ahorrar algunas horas de lavado y cepillado al llegar a casa para retirar los siempre molestos restos de arena que, irremediablemente, acaban por invadir todos los rincones durante días.
Tradición perruna
En realidad, lo que sucedió en 2016 fue que el ayuntamiento alteano autorizó, de forma oficial, un uso que los vecinos de la Villa Blanca ya venían realizando desde hacía mucho tiempo, puesto que esa playa era ya un área donde los dueños de mascotas acudían anteriormente a pasear y darse un chapuzón con sus animales de compañía.
Pese a que se trata, quizás, de la playa más ‘salvaje’ del municipio, cuenta con espacios cercanos en los que aparcar y, algo nada despreciable para los turistas que eligen Altea como destino vacacional, con un largo listado de alojamientos hoteleros y apartamentos turísticos cercanos que, sabedores del potencial de atracción de esa zona de baño, permiten la entrada de mascotas en sus instalaciones.