Entrevista > Luis García Plaza / Entrenador del R.C.D. Mallorca (Madrid, 1-diciembre-1972)
Madrileño de nacimiento y alteano de adopción, Luis García Plaza, que llegó a la Villa Blanca, como ocurre siempre en las historias que merecen ser contadas, por amor; disputó sus últimas campañas como futbolista en equipos de la comarca antes de, sin planificarlo, cambiar el pantalón corto por el traje y la corbata y dirigir los designios de sus equipos desde el banquillo.
Tras colgar las botas a consecuencia de las lesiones, su carrera como ‘míster’ arrancó siendo una clara contraposición a esas dos últimas campañas tan complicadas. Tras pasar por el Altea, triunfó a lo grande con La Vila Joiosa y estuvo a punto de ascender al Benidorm a Segunda.
Más tarde, llegaron los grandes retos en Primera, sus aventuras asiáticas y ahora, de nuevo en España, el recién conseguido ascenso a la máxima división con el Mallorca, al que ya ha comenzado a preparar para la difícil campaña que tiene por delante.
¿Cómo llegó usted a Altea y, sobre todo, qué le llevó a quedarse?
Yo vine a jugar al Benidorm. Un día quedé en casa de un compañero para estudiar juntos y terminar un trabajo y conocí a su hermana, que a día de hoy es mi mujer. Ella es de Altea. Cuando dejé de jugar al fútbol por las lesiones me llamaron para entrenar al equipo; y fue aquí, por lo tanto, donde acabé mi carrera como jugador y comencé la de entrenador.
Sus últimos años como futbolista fueron difíciles porque estuvo muy lastrado por las lesiones.
Sí, fueron muy complicados. Tuve varias operaciones y ya no me encontraba a gusto. Recuerdo que el Benidorm me ofreció renovar y que incluso me llamó el Denia, pero mi cuerpo no estaba para seguir.
«Colgar las botas fue duro; ser futbolista me apasionaba, pero entrenar al Altea también»
Entonces le llegó el momento de, en tiempo récord, ocupar el banquillo del Altea…
Un día cené con una persona que tenía relación con el club y me dijo que estaban buscando a alguien joven que pudiese empezar con mucha ilusión. Coincidió, como digo, que yo quería dejar el fútbol y, por ello, me ofrecí y me lancé. Fue duro, porque la profesión de futbolista me apasionaba, pero también es cierto que el reto de dirigir al equipo también lo hacía.
Y todo ello con solo veintisiete años. Eso quiere decir que, en el vestuario, además de excompañeros muy recientes tenía a jugadores más mayores y veteranos que usted.
Así es, pero no fue un problema en ningún momento. El puesto de entrenador te hace ganar un respeto nada más entrar. Un respeto, eso sí, que luego te tienes que ganar con tu actitud y tu trabajo diario.
¿Fue más brusco el cambio de Altea a La Vila?
Después de dos años aquí, me fui a La Vila Joiosa, que ya era fútbol profesional y había jugadores más importantes y mayores que yo. Es verdad que se hacía raro dirigir a personas que habían sido tus compañeros, pero ya he dicho que, al final, el respeto te lo da el cargo y lo mantienes con tu trabajo. Yo siempre tuve muy claras las cosas y supe transmitir mi fe en ese equipo.
«La gente me sigue demostrando su cariño cuando voy por La Vila»
Allí vivió unos años dorados, llevando al equipo mucho más allá de lo que su presupuesto e historial podían hacer pensar. Además, estrenó estadio nuevo. ¿Fueron las temporadas más especiales como entrenador en esas divisiones previas al fútbol profesional?
Debo decir que en La Vila Joiosa trabajábamos como profesionales. En aquella época, la Segunda División B era una categoría muy profesionalizada. Pero sí, fueron años muy bonitos y de los que sigo guardando muchos amigos como Juan Mayor, Felipe Ferrándiz o el desaparecido Andrés Planells. Creo que en el mundo del fútbol no he conocido a una persona tan buena como él.
Luego es verdad que fui a equipos más grandes y eso es otro mundo, pero es el día de hoy y cuando voy por La Vila la gente me sigue demostrando su cariño, porque también recuerda aquella etapa como una época muy buena. Es algo realmente emocionante y muy bonito a nivel personal.
De allí al Benidorm, demostrando de nuevo que sus logros no eran una casualidad.
El primer año conseguimos la mejor clasificación de su historia. Es verdad, en relación a lo que me preguntabas antes, que en las siguientes temporadas las cosas comenzaron a torcerse hasta que todo explotó. Es una pena que una ciudad como Benidorm tenga un equipo en Preferente cuando tendría que estar en Segunda B como poco.
«Con el Benidorm vi el ascenso muy cerca. Creo que, si no nos llega a tocar el Rayo Vallecano, lo hubiésemos conseguido»
De hecho, usted estuvo muy cerca de ascender al equipo a Segunda. ¿Lo vio realmente cerca?
¡Lo vi muy cerca! Creo que, si no nos llega a tocar el Rayo Vallecano, que es un equipo histórico de Primera División, lo habríamos conseguido. Los ‘play-off’ significan que te juegas toda la temporada en cuatro partidos. Nosotros llegamos a esos partidos en nuestro mejor estado de forma de todo el año y con una gran confianza, pero nos tocó un súper equipo como rival.
Era una locura. El Rayo tenía, quizás, siete veces nuestro presupuesto. Nos tocó el rival más difícil posible y, pese a ello, estuvimos muy cerca de hacer la hazaña.
¿Cree que, si se hubiese conseguido ese ascenso, todo lo que vino después, incluida la desaparición del equipo, se habría evitado?
Es muy posible porque suponía entrar en el fútbol profesional. En Segunda División ya entra en juego la televisión, que es algo muy importante. Mira, ahora mismo, en el Mallorca, el ochenta por ciento del presupuesto llega de los ingresos televisivos.
Se daban todas las circunstancias porque el presidente, Vicente Pastor, siempre me dejó trabajar muy bien. Me decía: ‘tenemos este dinero, hazlo como quieras’. En esa etapa nunca tuvimos problemas de pagos.
«Junto a La Vila Joiosa, la etapa en el Levante ha sido, a nivel personal, la etapa más feliz de mi vida»
Doy un salto en el tiempo y le llevo a la segunda vuelta de la temporada 2009/2010. De alguna manera, aquellos meses le catapultan como entrenador.
Junto a La Vila Joiosa, la etapa en el Levante ha sido, a nivel personal, la etapa más feliz de mi vida. No hablo del ámbito deportivo, que también, sino de las relaciones que creamos allí. Además, fue el centenario del club y aquella segunda vuelta, como dices, fue un sueño. Nos salía todo, lo ganábamos todo… alcanzamos una comunión con el público espectacular.
«Si no eres un exfutbolista muy famoso es difícil entrenar en Primera División»
Usted llegó a esa consagración como entrenador habiendo empezado en el Altea, desde muy abajo. ¿Supuso algo especial?
Cuando no eres un exfutbolista muy famoso es más difícil que te llegue esa oportunidad para entrenar en Primera. Que alguien te llame por haber hecho una buena campaña en Segunda es muy complicado. De manera que sabía que, si quería entrar y mantenerme en la élite, ese era mi año. Y al final salió.
Si estaba tan feliz en el Levante y, como siempre ha mantenido después, las relaciones con el equipo, la afición y la directiva eran tan buenas, ¿por qué decide irse?
Siempre he sido un culo inquieto. Yo sentía que era el momento de cambiar. Y no porque creyera que el Getafe era mejor que el Levante. Lo que yo quería en ese momento era probar algo diferente y ver si era capaz de entrenar en otro ambiente diferente, fuera de la Comunitat Valenciana, moviéndome con mi familia…
Lo de Getafe, al final, no acabó del todo bien, pero en su momento llegó a ser el entrenador con más partidos en la historia del equipo.
En todos los deportes tienes años malos, pero, efectivamente, cuando estás tanto tiempo es porque estás haciendo las cosas bien. Ahora, ese récord lo tiene Pepe Bordalás, pero los entrenadores sabemos que, si los resultados no acompañan, te vas a la calle.
Después entrenó en China, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. Siempre se dice que el fútbol es un idioma universal. En lugares tan alejados, ¿pudo comprobar si eso es verdad o solo una frase hecha?
Es el deporte más extendido en el mundo y levanta pasiones en todos los países. Por ello, creo que sí que es un lenguaje universal. Es verdad que yo necesitaba traductor para hablar con algunos jugadores, especialmente en China, pero también lo es que cambiaba la forma de trabajar, apoyándome mucho más en vídeos, programas informáticos… todo lo necesario para enseñar lo que quería transmitir.
Desde Europa vemos aquellas ligas como competiciones secundarias y cementerios de elefantes de grandes figuras. Usted que las ha vivido en primera persona, ¿las ve también así?
En China no es así. Quizás pudo serlo hace muchos años, pero yo tuve a internacionales de muchísimo nivel. Ahora ha vuelto cambiar un poco porque han cerrado algo el grifo económico. En Emiratos sí es verdad que la competición me pareció floja. Después de competir al máximo nivel en España, profesionalmente no te sientes tan valorado.
Pero a nivel personal, fue una gran experiencia. Emiratos Árabes es el país musulmán menos musulmán y está pensado para el extranjero. Tuvimos una gran calidad de vida y yo recomiendo a todo el mundo que lo visite.
Saltemos al presente. Ascender al Mallorca ha sido, sin duda, un gran regreso a España para usted. El equipo se ha convertido en un auténtico ascensor. ¿Cómo espera mantenerlo en primera?
(Ríe) ¡No dándole al botón de bajar de piso! Somos optimistas. Hemos tenido una gran temporada. Teníamos el cuarto presupuesto de la categoría y hemos conseguido el ascenso directo superados solo por el Espanyol, que nos triplicaba el presupuesto, y por encima de Almería o Leganés, que nos lo doblaban.
«Sería muy bonito entrenar al Atlético de Madrid o volver al Levante, pero actualmente soy muy feliz en Mallorca»
Usted es ‘colchonero’, empezó como entrenador en el Altea, triunfó con el Levante… Sobre todo, casi siempre se ha marchado de sus equipos dejando muy buen recuerdo. ¿Hay algún equipo por el que, si le dice ven, lo dejaría todo?
Lo tengo claro: el Atlético de Madrid y el Levante. He sido claro en la respuesta, pero también debo añadir que, ahora mismo, no dejaría nunca el Mallorca. En este primer año he sido muy, muy feliz aquí. De hecho, si lo tuviera que comparar con algún equipo, lo haría con el Levante o con La Vila Joiosa.
Para mí sería muy bonito entrenar al Atlético de Madrid o volver al Levante, pero espero que sea en un futuro lejano porque eso significaría que puedo seguir mucho tiempo aquí, en un equipo en el que estoy supercontento y feliz.