Emilia Aliaga es la fundadora de la asociación sin ánimo de lucro Alarum y directora del proyecto Abrazos con Alma, una iniciativa que se está presentando en todos los municipios de la Vega Baja con el fin de que, entre todos los que se unan, formen una red de abrazos que rinda homenaje a la memoria de los fallecidos durante los meses de pandemia que hemos vivido.
El pasado mes de julio se inauguraron las dos primeras esculturas, y la directora del proyecto augura que vendrán muchas más. Este periódico ha hablado con ella para que brinde más detalles sobre esta emotiva iniciativa.
¿Cómo surge la idea de crear este proyecto?
La idea nace a raíz de la pandemia, empieza a gestarse viendo las noticias y al vivir la muerte de familiares y conocidos, con la impotencia de no poder acompañarlos en esos últimos momentos.
Quizá el detonante para mí fue el fallecimiento de mi padre y, en esa misma semana, cuatro vecinos de su misma calle. Ocurrió durante el cierre perimetral, lo que provocó que la muerte se convirtiera en algo indigno porque no pudimos acompañarlos, ni hacer misas, ni velatorios ni nada.
«La covid cambió la forma de vivir y también la de morir»
Y a partir de ese momento…
A raíz de ahí ya me propuse hacer algo por toda esa gente que se había marchado. Me pareció que recordarles era traerles de nuevo a la vida y era un deber que teníamos todos hacia ellos: hijos, vecinos, familiares e incluso las entidades públicas.
De ese sentimiento o emoción personal salió este proyecto, y comencé a pensar cómo llegar a abrazar el alma de toda esa gente que se había ido y la de aquellos que se quedaban pasando el duelo solos.
¿En qué consiste el proyecto?
Dejemos claro que Abrazos con Alma no está centrado solo en víctimas de la covid, por ejemplo, mi padre no falleció por eso, pero sí sufrió los efectos colaterales, yéndose en soledad y sin despedida. Hablamos de una iniciativa que, por supuesto, homenajea a las personas que han muerto por el virus, pero también a las que nos han dejado para siempre en otras circunstancias durante este periodo.
Se compone de cuatro acciones, que son: ‘Biografías con alma’, ‘Un árbol, un homenaje único’, ‘Mindfulness y gestión emocional enfocada en el duelo’ y ‘Escultura’. Se presentan siempre todas, y cada lugar puede optar por desarrollar una, dos, tres o las cuatro.
«Proponemos cuatro acciones, y quien lo desarrolla escoge las que quiere»
¿Nos habla brevemente de ellas?
‘Biografías con alma’ trata de crear un libro centrado en las emociones de las personas que han perdido a sus familiares. La idea es, en el organismo que quiera participar, coger una muestra representativa y crear diez o quince testimonios en los que los allegados nos puedan contar la esencia o las anécdotas más bonitas que sus parientes hayan tenido en la vida.
Pueden acompañarlo con una foto o una frase, y eso queda de por vida. Les conoceremos a través de esos testimonios y es algo que reconforta muchísimo, porque al final estamos hablando de resiliencia ante una adversidad que estamos sufriendo todos, el cómo superarla.
Luego está el árbol…
Con esta propuesta, la idea puede ser crear un parque, un camino por el que pasear o plantar un árbol en los colegios, institutos o asociaciones. Un poco implantar la metáfora de que, al igual que los árboles crecen, tenemos que hacerlo nosotros ante la adversidad que estamos viviendo. Se trata de una acción que tiene un fin educativo y de desarrollo.
«Recordarles es un deber y, de algún modo, devolverles a la vida»
¿Y las otras dos acciones?
Una tercera opción sería ‘Mindfulness y gestión emocional enfocada en el duelo’, para ofrecer apoyo a través de sesiones de terapia, dar una herramienta y recurso para potenciar la resiliencia.
Se trabajaría en grupos de duelo de gente que ha perdido a sus familiares, porque antes podíamos vivir esa desaparición acompañados, pero ahora hay gente que la vive en soledad, no sale, no se siente acompañada y necesita más herramientas.
Se la ve muy motivada…
Hace cuatro años yo perdí a mi marido y estoy muy sensibilizada con estos temas, hablar de duelos y de la muerte. Ante la adversidad personal tuve que formarme y aprender por mis hijos. La despedida y apoyo que viví con la muerte de mi esposo no la he podido experimentar con mi padre: ha sido todo mucho más frío, vía WhatsApp, vía Zoom, y no es lo mismo.
«Torrevieja y Los Montesinos han sido los primeros en sumarse»
Nos queda una última propuesta.
Por último la escultura, que es preciosa y representa ese abrazo compartido que no nos hemos podido dar. Transmite un mensaje de compasión, pero al mismo tiempo reconforta crear un legado que quede para siempre en el municipio, para recordar que hemos vivido una pandemia y que hemos logrado superarla.
Es personalizable; en cada municipio va a haber una diferente, y el contenido de la peana también se podrá elegir. Pueden ir nombres, texto o frases, como se ha hecho en los dos municipios que ya las han implantado.
¿Es entonces un proyecto general que se va a implantar por toda la Vega Baja?
Esa es la idea, crear en la comarca una cadena de Abrazos con Alma. Hemos empezado por Torrevieja y Los Montesinos, municipios que no han dudado del proyecto y han sido los primeros en lanzarse poniendo una escultura preciosa del artista Pepe Miralles, que siempre trabaja conmigo y que participa en esta iniciativa junto a nosotros.
Hay muchas más localidades que ahora mismo están viendo si cogen una opción, dos, o cómo le dan forma también ellos. No te lo puedo garantizar pero seguramente todos, con una o más acciones, participarán en el proyecto. Hay tres o cuatro que prácticamente han dicho que sí, otros que en principio no lo vieron pero al conocer las esculturas de Torrevieja y Los Montesinos han decidido sumarse… Seguro que próximamente, en otoño, podremos ver otros lugares unidos a ‘Abrazos con Alma’.
«Es bonito ver cómo la gente en Torrevieja para, lee la peana y reflexiona»
Dos municipios han inaugurado recientemente la escultura. ¿Han escogido desarrollar alguna de las otras acciones que propone el proyecto?
Así es, en Torrevieja van a comenzar con otra acción del proyecto, que es el ‘Árbol de la vida’. Con ellos hemos acordado plantar un olivo en los colegios, transmitir, que al igual que esos árboles crecen, tenemos que crecer nosotros ante la adversidad que estamos viviendo. Trabajar con los más jóvenes para que aprendan algo de esta pandemia, porque no podemos pasar página, estamos viviéndola y tenemos que aceptarla.
Eso no significa victimizarnos, sino aceptar, que es una palabra poderosa que tenemos los seres humanos y que nos vale para superar pérdidas, distancias, y que nos da fuerza y sabiduría.
Aparte de ayuntamientos, ¿dónde se está presentando el proyecto?
Queremos ir a hospitales, y hay tanatorios que ya se han interesado por la iniciativa y han contactado con nosotros. Con ellos la posibilidad sería, por ejemplo, ofrecer la escultura en pequeñita para que se la puedan llevar a casa como recuerdo. Como es tan bonita transmite positividad.
Ahora que se pueden contemplar las primeras esculturas, ¿qué significa para ti ver que el proyecto ya es una realidad?
Al final es una campaña de humanización, encontrar la sensibilidad, la empatía, la compasión… Hay mucha gente que se siente representada por este proyecto. Ver que es una realidad, lo que me provoca es satisfacción y alivio por compartir estos sentimientos.
Vivo en Torrevieja y salgo habitualmente a caminar por el paseo marítimo; no te imaginas la cola de gente que hay echándose fotos junto a la escultura todos los días. Es bonito ver cómo se paran, se ponen a leer el texto… y mi satisfacción no es pensar que yo lo he puesto, sino que llega al creer en la humanidad de las personas, la sensibilidad, la compasión, ver cómo se paran a reflexionar sobre lo que hemos vivido. En ese momento veo el objetivo cumplido, cómo hemos conseguido llegar al corazón de la gente.