Pocas cosas, en los gastronómico, son tan propias de nuestra cultura como el almuerzo, esa contundente ingesta calórica que, entre el desayuno y la comida, no sólo sirve para reponer fuerzas, sino que se convierte en una especie de pausa social a media mañana entre compañeros de trabajo o, simplemente, entre amigos que deciden compartir la media hora que se necesita para este ritual.
Aunque el almuerzo puede abarcar un amplísimo catálogo de propuestas, desde una frugal tostada con tomate y aceite hasta mesas dignas de un banquete, lo más habitual es que el mismo conste de un bocadillo acompañado de unas olivas o cacahuetes, bebida y, casi siempre, un café que ayude a no caer en los brazos de Morfeo tras tan contundente atracón.
Y dentro de los bocadillos más comunes en esa pausa, destaca el blanco y negro, una propuesta tan simple en su elaboración como saciante y rica en lo alimenticio. Una receta sencillísima, rápida y barata que, no por conocida, queremos dejar pasar y ensalzar como uno de los must de nuestro recetario.
Ingredientes (por unidad)
- Un panecillo
- 2 salchichas blancas
- 2 morcillas de cebolla
- AOVE
- Sal
- Imaginación
Elaboración
- Calentamos una sartén con un poco de aceite y doramos en ella los embutidos.
- Retiramos los embutidos de la sartén, abrimos el panecillo (del tipo que más nos guste) y en el mismo aceite que ha quedado lo tostamos ligeramente, primero por la parte de la miga para que los jugos se impregnen en la misma.
- Si así lo deseamos, podemos añadir al bocadillo queso, mayonesa, un poco de ajo restregado, un pimiento verde asado o cualquier otro complemento que nos guste.
- Imprescindible, para vivir la experiencia completa, acompañar nuestro bocadillo de unas aceitunas, cacahuetes o una pequeña ensalada de tomate y cebolla… o todo ello si nos atrevemos.