1988 fue un año bisiesto y, por lo tanto, olímpico. En enero, España había instalado su primera base permanente en la Antártida; en Europa nacía el efímero ecu; en verano, Pedro Delgado nos daba nuestro primer Tour de Francia en color; Carl Lewis -el Hijo del Viento- y Ben Johnson protagonizaban la más grande (y fraudulenta) final olímpica de los 100 metros de la historia, y los Países Bajos se proclamaban campeones de la Eurocopa con el mítico Van Basten como máximo goleador del torneo. Y, sobre todo, el aroma de la fiesta colectiva que iba a ser 1992 comenzaba a ser cada vez más potente.
Todo eran luces en aquel 88 en el que Irán e Irak firmaban la paz tras ocho años de conflicto, Mijaíl Gorbachov se ponía al frente del Soviet Supremo y George H. W. Bush era elegido 41 presidente de los Estados Unidos. Sin embargo, el 1 de noviembre, víspera del Día de Difuntos, una noticia por entonces muy novedosa se coló en los titulares de los periódicos e informativos: la llegada de la primera patera documentada.
Los pioneros del desastre
En aquel cascarón de nuez partieron veintitrés jóvenes, todos varones, desde algún punto de la costa de Marruecos. A la playa de Los Lances (Tarifa) solo llegaron seis. Cinco de ellos, a bordo, vivos.
A unos metros, tirado boca arriba, bañado de arena y con los zapatos puestos, el cadáver cuya imagen llenó portadas veinticuatro horas más tarde y que hoy en día ya no encuentra un hueco ni en los breves de los medios locales.
El proyecto quiere denunciar la criminalización que sufren las personas migrantes
Cambio de rutas
Durante buena parte de estos casi 35 años, España tuvo que lidiar sola con el problema migratorio. Los países ricos de Europa, tan al norte, nunca quisieron apoyar de forma decidida a los Estados del sur en la defensa de sus fronteras exteriores.
Así, nuestro país fue pionero y ejemplo a la hora de crear el enorme tejido de salvamento, humanitario y policial que trata de hacer frente al fenómeno de la migración ilegal por mar.
Europa sigue nuestros pasos
No fue hasta que las mafias -que operan las cada vez más congestionadas y vigiladas rutas del Mediterráneo- cambiaron sus itinerarios y consiguieron plantar a sus desesperadas víctimas en la puerta misma de alemanes, neerlandeses, belgas o franceses, cuando Europa reaccionó. Tarde y mal, como casi siempre.
Todo ello provocó, con la imagen del niño Aylan heredando la sobrecogedora imagen de aquel anónimo náufrago de Los Lances, un repunte en la preocupación colectiva por el drama humanitario que día a día se vive en el Mediterráneo, y que ha despertado con ganas de protagonismo al siempre latente fantasma del populismo y de los extremismos.
Los voluntarios contarán sus dificultades diarias en operaciones de rescate y ayuda
Proyecto de sensibilización
Por todo ello, el ayuntamiento de L’Alfàs del Pi, a través de la concejalía de Cooperación y Voluntariado, ha tomado la decisión de sumarse al proyecto de sensibilización “Mar Mediterráneo. Derechos Humanos a la deriva”, que lidera la ONGD Solidaridad Internacional del País Valencià (SIPV).
Se trata de una iniciativa con la que la organización humanitaria y el municipio alfasino pretenden “denunciar la situación de criminalización que sufren las personas migrantes, y las dificultades a las que se enfrentan cada día los voluntarios y voluntarias que están en primera línea de acción, participando en operaciones de rescate y ayuda”, tal y como ha destacado la concejala de Cooperación y Voluntariado, Isabel Muñoz.
«El Mediterráneo es la ruta migratoria más peligrosa del mundo» I. Muñoz
Información de primera mano
La edil ha afirmado que “el ayuntamiento de L’Alfàs del Pi quiere colaborar con esta iniciativa que busca visibilizar y denunciar la situación de amenaza que sufren las organizaciones que trabajan en la defensa de los derechos humanos de las personas en movimiento, especialmente en el Mediterráneo, ruta migratoria considerada hoy en día como la más peligrosa del mundo”.
Para ello, desde el área que dirige, “vamos a impulsar actividades de sensibilización en las que voluntarios de la ONGD contarán sus experiencias, promocionando de este modo la lucha en favor de los derechos humanos. Queremos que la ciudadanía pueda sentir la realidad del esfuerzo que lideran estas personas, y qué mejor manera de ponerse en su piel que a través de relatos testimoniales”.
No a la criminalización
Irene Segura, técnica de Igualdad de SIPV, organización que lidera este proyecto, explica que “pretendemos llamar a la acción para frenar las vulneraciones de los derechos humanos que viven las personas que cruzan el Mediterráneo, y evitar la criminalización de un colectivo que se ha vuelto aún más vulnerable en el actual contexto de la pandemia”.
Tanto Muñoz como Segura destacaban que esta colaboración “encaja a la perfección con la línea estratégica que desde hace años sigue el ayuntamiento de L’Alfàs del Pi en cuanto al respeto por los derechos humanos, y que responde al compromiso municipal de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030”.