El ayuntamiento de Orihuela recientemente decidió el reinicio de los trabajos de recogida de posidonia en sus playas para, una vez transportada y tratada en una planta especializada en ello, poder utilizarla en la preservación de los arenales frente a la erosión y, de esta manera, prevenir la pérdida de arena y evitar su regresión, una amenaza que siempre ha existido, pero que en el actual contexto de cambio climático es todavía más real.
Elemento fundamental
La posidonia oceánica es un elemento fundamental para preservar el equilibrio de los ecosistemas marinos de todo el planeta y muy especialmente el de las explotadas costas mediterráneas, donde las amenazas sobre los mismos se multiplican debido a la presión de las actividades turísticas y del urbanismo.
Por ello, resulta muy importante encontrar el equilibrio que permita gestionar las playas atendiendo a las necesidades sociales y medioambientales de las mismas. Trazando un paralelismo con otra amenaza constante para el ecosistema de la región: igual que se dice que los incendios del verano se apagan en invierno con un buen mantenimiento de los montes, la salud de los arenales se asegura en invierno protegiéndolos de los cada vez más frecuentes y devastadores temporales.
La posidonia no es un alga, sino una planta superior que forma un ecosistema conocido como praderas marinas
Una planta superior
Pese a que la mayoría de los ciudadanos puedan pensar lo contrario, la posidonia no es un alga, sino que se trata de una planta superior que forma un ecosistema conocido como praderas marinas, unos bosques submarinos llenos de biodiversidad.
Así, el Instituto Español de Oceanografía ha certificado, tras años de investigación, que las praderas de posidonia ocupan, sólo en la costa mediterránea española, 1.200 kilómetros cuadrados, lo que representa casi el 15 por ciento de la superficie de fondos ubicados en el rango de los 50 metros de profundidad.
Como ocurre con cualquier bosque terrestre, la posidonia del mediterráneo tiene una elevada producción primaria, siendo la puerta de entrada al resto de cadena trófica de nutrientes y energía.
Vigilante del ecosistema
Por todo ello, hay que concienciarse de que juega un papel fundamental en el sustento de la vida marina de las costas. Además, es un elemento clave en la claridad de las aguas y un factor determinante en la buena (o mala) salud de las zonas pesqueras del mar Mediterráneo.
La posidonia es una planta de hoja caduca, esto es, durante los meses de invierno pierde una gran parte de las mismas y estas suelen terminar en las playas formando gruesas capas sobre la arena; lejos de suponer un problema para los arenales los protege de los temporales que, de otra manera, acabarían arrastrando la arena al fondo del mar.
Por ello, la retirada temprana o no controlada de esos restos, aunque pueda ser beneficiosa desde un punto de vista estético -un gravísimo error cometido durante décadas-, sólo puede ser calificada como una agresión al ecosistema cuyo resultado, siempre, será el de la regresión directa de la playa.
Esta planta tiene una elevada producción primaria, siendo la puerta de entrada al resto de cadena trófica de nutrientes y energía
Evitar la erosión
Por lo tanto, incluso aunque la motivación principal fuera únicamente la de asegurar el uso turístico futuro de las playas, el correcto tratamiento de la posidonia -la que sigue viva en el fondo marino y la que llega ya muerta a la costa- es básico para evitar la erosión de las playas y su reducción.
Un extremo que ya es mucho más que una teoría futurible y que, por el efecto de la subida del nivel del mar que provoca el calentamiento global, puede llevar a una desaparición de las playas que no tienen un sistema dunar como reservorio de arena.
El resultado de la retirada temprana o no controlada de sus restos siempre será el de la regresión directa de la playa
La amenazada de la sal
Más allá de conseguir un correcto aprovechamiento de la posidonia que llega a las costas, como el que ha vuelto a plantear Orihuela, resulta crucial que esos bosques sean tan valorados y protegidos como lo son las grandes masas arbóreas terrestres.
El cambio climático está provocando un efecto de hipersalinidad en el agua del Mediterráneo y esa es, hoy en día, una de las principales amenazas para esta planta. La posidonia acepta un máximo de 39 gramos de sal por litro de agua (el Mediterráneo tiene entre 35 y 38 gramos) mientras que, en las descargas de los emisarios procedentes de las plantas desalinizadoras, la concentración puede superar los 70 gramos por litro.
El peligro de los fondeos
Así mismo, la posidonia es una planta con un ritmo de crecimiento lento y una baja capacidad de producción de semillas, lo que la convierte en una especie especialmente vulnerable y, en muchos casos, las pérdidas de biomasa pueden convertirse en irreversibles o únicamente recuperables a muy largo plazo.
Los fondeos de los barcos de recreo son otro de los motivos que causan daños importantes en las praderas. El fondeo sobre posidonia, pese a estar totalmente prohibido, es frecuente en las costas mediterráneas y causan daños importantes al arrancar, con sus anclas, muchas de estas plantas. Un daño que puede evitarse buscando otro fondeadero o un campo de boyas ecológicas repartidas por el levante español.