Entrevista > Carlos Goñi / Músico
En plena gira ‘Revólver, 30 años’ Carlos Goñi (Madrid, 8-octubre-1961) hace una parada el jueves 7 de octubre en el Teatro Principal de Alicante. Una ciudad con la que guarda una gran vinculación pues aquí residió durante muchos años y fue donde dio sus primeros pinitos con la música.
Conversamos con quien es hoy uno de los grandes rockeros de este país. Muchos discos y vivencias durante estas tres décadas sobre las espaldas de Revólver, aquel chico que quería ser balonmanista en Agustinos y acabó metiéndose a músico.
Madrileño de nacimiento… pero criado en Alicante. ¿Por qué tu familia se mudó aquí?
En aquella época se cambiaba de empleo con más facilidad que ahora. Mis padres trabajaban en la construcción y nos mudamos a Alicante cuando yo tenía seis años de edad. Primero vivimos en un apartamento por la playa de San Juan, luego muchos años en el barrio de Los Ángeles y al final en Garbinet.
«Cuando me lesioné y no pude seguir con el balonmano me di cuenta que los sueños son intercambiables»
En tu niñez jugabas al balonmano.
Era portero en el equipo de mi colegio el Agustinos. Recuerdo el balonmano como mi gran pasión frustrada, porque me lesioné de gravedad con 14 años y no pude seguir jugando. Cogí una depresión gigantesca ya que era la ilusión de mi vida.
Cosas que pasan. Para superarlo pues me dio por ponerme a tocar. Siempre me había gustado mucho leer, de hecho mi otra gran frustración es no haber sido profesor de literatura, así que me puse a escribir canciones. De alguna manera descubrí que cualquier sueño es intercambiable por otro.
¿Entonces tu primer grupo fue en Alicante?
Sí, nos llamábamos ‘Garage’ y llegamos a grabar dos singles. Sin embargo no acabé de verlo claro y decidí mudarme a Valencia con diecinueve años. Aún así nunca he perdido el contacto con Alicante, de hecho luego he vuelto a vivir algunas temporadas aquí.
«Mi primer grupo fue en Alicante y se llamó ‘Garage’»
¿Sigues teniendo contacto con tus compañeros de Garage?
Sobre todo con Basilio Montes, que ha estado muchos años trabajando para Ramoncín entre otros. Con el resto últimamente menos, la verdad. Recuerdo que durante una época yo me sentía un poco pringao respecto a mis amigos de Alicante porque ellos ya tenían casa y coche, mientras que yo seguía picando piedra para triunfar en la música (risas).
La gente que tenemos una vocación tan clara vivimos con la ventaja de que no nos preocupa a qué dedicar nuestra vida. Nuestra desventaja es que lo hacemos aunque no tengamos éxito, porque lo contrario sería traicionarte a ti mismo.
Tu primer gran grupo fue Comité Cisne. Para los que aún no habíamos nacido en los 80, ¿cómo era aquella banda?
Había una cosa que nos unía mucho, y otra que nos separaba. Por un lado todos teníamos un fervor absoluto por el rock de los años 70. Sin embargo a ellos les fascinaba todo el rollo que estaba surgiendo en Reino Unido durante los 80, y a mí no. Al final lo segundo pesó más y decidí salirme.
Además coincidió con una etapa en la que ya no tenía demasiadas ganas de seguir perteneciendo a un grupo, prefería llevar yo mismo las riendas de mi carrera.
Siempre has sido gran fanático de Lou Reed, ¿no?
Muchísimo. Recuerdo que siendo adolescente en Alicante un día escuché una de las canciones de su álbum ‘Rock n Roll Animal’ mientras hacía los deberes y me dije… ¡Joder, a esto es a lo que me tengo que dedicar toda mi vida!
De hecho no me consideré guitarrista hasta que no logré sacar el solo completo de toda la introducción de ‘Sweet Jane’. Y te aseguro que pasaron muchos años (risas). Lou Reed junto con David Bowie, Bruce Springteen y Billy Joel son los cuatro señores que más me han estado acompañando siempre.
Tras Comité Cisne nació Revólver. ¿Por qué te pusiste ese nombre a ti mismo?
Pues mira, debo decirte que el nombre de Comité Cisne siempre me pareció horroroso (risas). Recuerdo que cuando empecé en solitario la compañía Warner me sugirió hacerme llamar simplemente Carlos Goñi y dejarnos de historias, pero francamente a mí me daba un poco de vergüenza. Prefería esconderme bajo el paraguas de un nombre artístico más genérico.
Como era mi debut fuera de un grupo, tampoco quería un nombre que implicara a mucha gente. No podía ser ‘Los…’. Revólver era un sustantivo casi capicúa que me gustó. Lo cierto es que con los años el nombre cada vez me ha dado más igual. Perfectamente podría hacerme llamar Carlos Goñi hoy en día, pero tampoco he tenido nunca la necesidad de ver mi nombre escrito con letras grandes en el cartel.
¿Cómo dirías que ha evolucionado tu música a lo largo de estas tres décadas?
Hay algo que siempre he seguido muy a rajatabla, nunca ser infiel a mí mismo. Siempre he pretendido que mi música fuera creciendo a la par que yo lo he hecho como persona. Porque tus gustos con los años van cambiando, y lo normal es que mis canciones también lo hagan.
Recuerdo que una vez tuve un encontronazo con Warner porque me decían “es que en este disco no hay ninguna canción como en el anterior”. Pues claro que no, porque ya las he hecho.
Jamás he realizado un trabajo que haya sentido ajeno a mí. Tampoco he querido ser esclavo de algo de lo que no poder salir. Cuando me preguntan que qué queda de aquel chico que empezó en Alicante, yo siempre digo que la pasión por mi trabajo y nada más. Es necesario saber crecer como persona. Además, yo tengo una extraña mezcla personal, por un lado soy muy curioso y por otro mitad aragonés. El resultado es que me gusta probar cosas nuevas y al mismo tiempo soy bastante obcecado (risas).
Quizás una constante de tus canciones es la crítica social en tus letras.
Tengo un amigo que siempre me dice que mis discos oscilan entre lo humano y lo divino. Puede que tenga razón.
Lo cierto es que en cada álbum suelo dar una de cal y una de arena. Es decir, siempre meto alguna canción de amor o desamor, hablando de cómo nos queremos las personas e incluso de cómo en raras ocasiones también nos respetamos. Y por otro lado también canto sobre el abuso de poder, que es uno de los aspectos de la condición humana que más me sacan de quicio. Al final no dejo de contar cosas que veo en mi vida, ya sea porque me afectan de lleno o porque me pasan de refilón.
De tus muchos discos, ¿dirías que tienes especial cariño a alguno?
Todos mis álbumes son el resultado de lo mejor que lo he sabido hacer en ese momento. Esto es algo que llevo implícito en mi religión. Luego podrá salir más o menos brillante, pero para mí es fundamental que al tocar o escuchar las canciones no sienta ninguna vergüenza. Puedo mirar cara a cara a todo el trabajo que he hecho. Me pasa exactamente igual con los conciertos, siempre me los planteo como si fuera el primero o el último. Además cada disco refleja el estado de ánimo que tenía en aquel momento.
Pero respondiendo a tu pregunta… me quedaría con ‘Argán’. Es un álbum grabado en Marruecos con músicos de allí. Me llevó muchísimo trabajo aprender a tocar algunos instrumentos magrebíes y su armonía.
Si tuviera que pensar qué he aportado yo a la música, aparte de un puñado de canciones que para algunos serán mejores y para otros peores, ese disco fue algo que no existía antes de hacerse y diez años después sigue sin existir. Di una patada para abrir una puerta hasta entonces cerrada, pues la música del Magreb se había mezclado muchas veces con flamenco o pop pero casi nunca con rock.
«Las canciones en Spotify tienen mucho peor calidad que en los CDs»
Revisando los grupos que lo partían en los 90… casi todos hoy en día están desaparecidos. ¿Cuál es la clave para estar tres décadas seguidas en la cresta de la ola?
En primer lugar, te agradezco mucho tus palabras. Yo solo te puedo decir que siempre lo he hecho lo mejor que puedo. Nunca me he conformado con ir solo a por una clientela fija. Creo que si lo haces así, a la larga estás muerto.
Te diría que en cualquier trabajo, no solo con la música, hay que intentar ganar la Liga todos los años. Si dices, “me he quedado quinto, pues tampoco pasa nada” te estás equivocando. Si te quedas quinto porque no has dado más de sí, pues chapeau. Pero que no sea por falta de ambición. Supongo que interiormente sigo siendo ese deportista que competía en Alicante. La verdad es que soy muy poco competitivo de pies para fuera, pero asesinamente conmigo mismo (risas).
¿Tienes algún disco en ciernes?
Sí, este octubre me pongo a grabar. Ya sabes que ahora esto ya no funciona como antes, primero pondré un par de canciones en el Spotify. Es un poco estúpido, pero son las reglas del juego actuales. Como decía mi abuela, con estos mimbres hay que hacer el cesto.
¿No te gusta Spotify?
En un teléfono las canciones suenan peor, la diferencia es abismal. Reconozco que lo digital es mucho más accesible y cómodo, pero la calidad es infinitamente más baja. Para que te hagas una idea, una canción en un CD pesa unos 60 MB y en Spotify unos 6 MB. Ya no te digo escuchar un vinilo de esos que pesan con unos buenos altavoces… eso es otro nivel.
Los músicos, productores y un montón de gente nos pasamos una eternidad peleándonos con todos los elementos para que nuestras canciones suenen lo mejor posible. Y luego tengo la sensación que a mucha gente le da igual. Lo cual respeto, pero me da lástima que los jóvenes consuman la música así no porque lo prefieran sino porque es una generación que ni siquiera han conocido otra cosa.
Aún así yo cuando me meto en un estudio disfruto mucho y solo sé hacerlo lo mejor posible. Nunca diré aquello de “si total no se van a enterar, ¿qué más da?”.