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Las constelaciones, a lo largo de los años, han dado origen a cientos de leyendas en función de las imágenes que la imaginación del ser humano ha creado… y la Osa Mayor como la Osa Menor no son una excepción. Hoy te contamos el trágico mito de Calisto y Artemisa, la historia más famosa tras estas constelaciones según la mitología griega…
Cuenta la mitología que Zeus, dios del Olimpo, se enamoró perdidamente de Calisto, una doncella cazadora perteneciente al cortejo de Artemisa…
Artemisa era una de las deidades más veneradas y una de las más antiguas, es la diosa helena de la caza, los animales salvajes, los nacimientos… pero sobre todo, de la virginidad y las doncellas. Por esto, todas las doncellas que deseaban pertenecer a su séquito de cazadoras, debían tomar un voto de castidad. Y Calisto no fue la excepción.
Zeus estaba muy consciente del juramento de la doncella e ideó el más macabro plan para retozar con la joven…
Llegaba un día Calisto de cazar, con su arco y su lanza, y se tumbó exhausta sobre la cálida tierra. Zeus, observándola desde los arbustos, pensó que aquel era el momento ideal para tenderle su trampa y asumió que probablemente su esposa Hera no se enteraría de esa nueva infidelidad.
Así, se disfrazó Zeus de Artemisa y se tumbó junto a ella… Conversaron durante largo tiempo hasta que el dios del trueno no pudo aguantar más y se abalanzó sobre ella. Cuando Calisto se dio cuenta de lo que sucedía ya era demasiado tarde, pues estaba inmovilizada por el dios, presa de su abrazo…
Poseyó Zeus a Calisto y luego se alejó de allí, dejándola tan afligida, tan rota, que al levantarse por poco… dejó olvidados su arco y sus flechas.
Caminando por el bosque, sintiéndose desdichada y destrozada, se topó con la verdadera Artemisa que regresaba con cazadoras de una favorable jornada de cacería.
La diosa divisó a Calisto y la llamó para que se les uniera y ella, temerosa de que descubriera su deshonra, la siguió dubitativa y rezagada, sin poder evitar el rubor en su rostro…
Su temor creció terriblemente cuando sus compañeras descubrieron un arroyo y decidieron darse un refrescante baño. No quería Calisto desnudarse, pues a su propia vergüenza por lo ocurrido se sumaba la seguridad de que Artemisa, la diosa virgen por excelencia, la repudiaría en cuanto descubriera que había ella perdido su virginidad.
Aunque Calisto argumentó que no le apetecía darse un baño, que prefería quedarse en la orilla, sus compañeras juguetonas se lanzaron a quitarle la ropa… descubriendo la terrible tragedia que acababa de ocurrirle a Calisto.
Diana, efectivamente ofendida, la arrojó de su lado para que no manchara la pureza de las aguas y la desterró de su grupo de doncellas.
Pero la diosa de la virginidad no fue la única que conoció lo que a Calisto le había ocurrido… Hera descubrió la nueva infidelidad de su esposo, y su cólera aumentó con creces cuando se percató de que Zeus había dejado embarazada a Calisto.
Pasados los meses, la furia de Hera no disminuyó, y en el momento en que Calisto dio a luz a su hijo Arcas, una Hera enfurecida la increpó con violencia por no haberse limitado a yacer con Zeus, sino por atreverse a tener un hijo de él. Así, la olímpica cogió a Calisto por su largo cabello y la transformó en una osa…
Durante años Calisto vagó por los bosques asustada, presa en un cuerpo que no era el suyo, temerosa de hombres y fieras por igual, y rogando -en vano- a Zeus su auxilio.
Pasados 15 años, estaba un día Arcas en el bosque, persiguiendo a las fieras y tendiéndoles trampas, cuando súbitamente se dio de bruces con su madre… Ella le reconoció, y él asustado trató de darse media vuelta y correr… pero había algo en los ojos de la osa que lo cautivaron.
Calisto intentó aproximarse un poco más, pero Arcas, temiendo un ataque, sacó su arco dispuesto a dispararle una flecha. Fue justo en aquel momento que Zeus apareció ante él; y le explicó lo sucedido y quién era en realidad esa osa.
Arcas comprendió y juró no hacerle daño a su madre; sin embargo, Zeus no se quedó tranquilo pues pensaba que aquella escena podría volver a repetirse con cualquier cazador. Así que, decidido, el dios de dioses tomó a Calisto por su cola y la lanzó al cielo, convirtiéndola en la constelación Osa Mayor, y realizó la misma acción con Arcas, convirtiéndolo en la Osa Menor, para que Calisto no volviera a estar sola nunca más…
Ambas constelaciones son visibles durante todo el año en el hemisferio norte; son uno de los elementos más característicos del firmamento de este hemisferio y han sido empleadas por navegantes como punto de referencia en sus travesías ya que elemento más conocido de la Osa Menor es la estrella polar.-
Algunas versiones de este mito sugieren que la figura que convirtió en osa a Calisto fue la misma Artemisa al enterarse de su deshonra; otras cuentan que fue Zeus que, para protegerla de la ira de Hera, la transformó en la famosa constelación.