“El proceso de transformación digital de una empresa parte de la necesidad de rentabilizar su operativa e implica obligatoriamente análisis, inversión y formación. Digitalizar no significa convertir un documento en papel en un pdf escaneado, sino en convertir un papel en un formulario online, donde los datos queden siempre almacenados en un alojamiento seguro, para que sean utilizados en cualquier momento, y puedan analizarse o combinarse a través de aplicaciones y herramientas con otros datos que permitan mejorar la productividad y las labores cotidianas de una organización”. Así es como Vicente Iborra define cómo la trasformación digital es la vía a la que tienen que recurrir todas las organizaciones para ser más productivas y competir en el mercado.
Iborra ocupa el cargo de responsable territorial en el área de aprovisionamiento de Hidraqua, y además, colabora de la mano del resto de áreas y departamentos en la compañía precisamente en el apoyo hacia esta evolución digital. Economista de formación, con máster en Marketing y Publicidad, MBA por la UMH, es titulado además por el Digital Strategy Institute en Transformación Digital y Black Belt en análisis de procesos lean, formación que a día de hoy le permite desarrollar sus funciones actuales. Comenzó su carrera profesional en Hidraqua en 1993, ha sido director financiero y de clientes dentro del grupo empresarial de Hidraqua en País Vasco, Portugal y Brasil. Además, ha ocupado otros cargos de responsabilidad, que le han llevado a alcanzad su cargo actual, que desarrolla desde el año 2014.
En primer lugar, para digitalizar una compañía se requiere un análisis de todos los procesos que se desarrollan en la misma. “Esto no quiere decir que haya que cambiarlos todos, en absoluto, implica que es necesario analizarlos para saber dónde se puede ser más eficiente y así mejorar. El ejemplo más claro lo encontramos en los bolis BIC. Son funcionales y económicos, por lo que no se necesita evolucionar este elemento para convertirlo en mejor. Si funciona, se mantiene”. La transformación implica mejorar algo que ya existe.
Otro elemento clave en este proceso de digitalización es la inversión. “Debemos tener claro que para transformar una empresa en digital se requiere una fuerte inversión inicial a la hora de disponer de las herramientas y soluciones necesarias, una inversión que a largo plazo es recuperable, pues la principal ventaja de esta evolución es precisamente la productividad. Por ejemplo, hace unos años, en una acción tan sencilla como aprobar una compra en Hidraqua, recibir una mercancía y procesar y pagar la factura generada se tardaba entre quince y veinte días. Hoy, en dos días, pulsando un botón está ejecutado. Adicionalmente disponemos de datos pormenorizados de todo el proceso lo que nos permite adelantarnos a los problemas y explotar los datos para obtener ahorros en el proceso de compras y aprovisionamiento”.
El último elemento que Iborra destaca que se requiere en una compañía para que sea capaz de someterse a esta transformación digital es la formación. “Las empresas son personas, si las personas a todos los niveles no creen en esta transformación digital, no será viable”. La dirección debe de creer en la necesidad de transformar una empresa en digital para que sea más rentable, productiva y por tanto, competitiva en el mercado. “Además, se requiere formar a toda la plantilla, primero para que entiendan la digitalización como parte de la cultura empresarial, la forma de trabajar y para que sean conscientes de que la digitalización no elimina puestos de trabajo, sino que los convierte a fin de que las personas se centren en aquellas labores que aportan valor, y que por mucho que digitalicemos un proceso, nunca podrán desarrollarse por parte de un programa o una aplicación”, concluye Iborra.