El miedo es una sensación subjetiva y, por lo tanto, para luchar contra él no suele ser muy útil la táctica de apelar a la razón y poner datos irrefutables sobre la mesa para hacerlo desaparecer. Ese axioma lo está experimentando, de forma muy dolorosa, la industria turística benidormense, que tras un verano “excelente” y un principio de otoño muy esperanzador, se ha dado de bruces, una vez más, contra el muro pandémico.
Las aguas empezaron a sonar tras el puente del Pilar. Fue entonces cuando, tras unos días en los que hoteleros, restauradores y demás actores turísticos locales lanzaron las campanas al vuelo animados por unas cifras de negocio que, en el caso de los hosteleros, “fueron incluso mejores que los de las mismas fechas de 2019”.
De lluvia a aguacero
Aquel momento, además, coincidió con la apertura definitiva del mercado británico. El Gobierno de Reino Unido decidió rebajar todas las restricciones que pesaban sobre sus ciudadanos y, poco a poco, los ingleses, principales clientes de la capital turística, comenzaron a reservar sus estancias en Benidorm.
El incremento de casos de coronavirus experimentado durante el puente nacional, que parecía apenas un txirimiri que mojaba, pero no calaba, se convirtió entonces en un aguacero que hizo saltar todas las alarmas. Benidorm, y ese ese fue el engañoso titular que se expandió por las principales cabeceras y televisiones del país, entraba en guarismos de riesgo extremo al superar los 250 casos por cada 100.000 habitantes.
Los datos, calculados sobre la población censada y no la real, llevan a conclusiones erróneas respecto a la situación sanitaria
La mentira de la estadística
De las matemáticas se dice que son siempre exactas. Que dos más dos siempre dan cuatro. Esa es sólo parte de la verdad porque, a la vez, no hay nada que resulte más falso que una estadística si los valores con los que se calcula no reflejan la realidad.
Así, durante la última semana del pasado mes de octubre se ciñó sobre el soleado cielo benidormense una tormenta perfecta. Las cifras, puestas negro sobre blanco por la Conselleria de Sanidad Universal, elevaban la incidencia acumulada hasta rozar los 280… pero ese dato, sin ser mentira, no era real.
Y no lo era, como no lo ha sido ninguno de la serie histórica de la ciudad, porque el mismo se calcula en base a los 68.721 habitantes que están censados en el municipio. Ni tan siquiera sobre los cerca de 90.000 que, según las estimaciones, residen de forma habitual en el mismo (sumadas las personas que viven en Benidorm y no se han empadronado); ni muchísimo menos teniendo en cuenta las 200.000 personas que se encontraban en la capital turística en esa fecha.
«Los datos de consumo de agua y de electricidad y la recogida de basura sitúan la población real de Benidorm en el entorno de las 200.000 personas» L. Bilbao
El big data
Leire Bilbao, gerente de la Fundación Visit Benidorm, lo explica de forma muy clara. Benidorm, ciudad pionera en aplicar las soluciones ‘smart city’ al turismo, es capaz, gracias a ellas, de calcular con un margen de error mínimo la cantidad de personas que deambulan por sus calles cada día.
Para ello, se basa en el ‘big data’, es decir, en las ingentes cantidades de bytes que producen los distintos sistemas de monitorización y control de un sinfín de parámetros. Así, y simplificando mucho el asunto, la responsable de la fundación reconocía que las cifras “son las que son, pero hay que tener en cuenta que se reflejan en base a la población registrada. Es decir, en Benidorm se calcula la incidencia sobre una población de 68.721 habitantes; pero tenemos los datos que nos ofrecen el consumo de agua y de electricidad y la recogida de basura, que sitúan la población real a día de hoy en el entorno de las 200.000 personas”.
«El ritmo de cancelaciones sobre paquetes ya vendidos se ha elevado al 15%» N. Montes
Benidorm, objetivo goloso
Aunque en un primer momento no cundió el pánico, la noticia, muy jugosa y llamativa, se fue haciendo un hueco en los medios de comunicación. Benidorm es siempre un objetivo muy apetecible para los titulares sensacionalistas. Si aparece una sardina un poco más grande de lo que toca en sus playas, son muchos los que comienzan a afinar los instrumentos para tocar la sintonía de ‘Tiburón’. Y así, con todo.
De esa forma, el miedo, que recuerden es una sensación subjetiva e irracional, comenzó a calar entre la clientela turística a pocos días de otro puente que debía de servir como bálsamo para la tocadísima economía local: el de Todos los Santos.
«Lo que buscamos es que se estabilice el flujo de visitantes para, entonces sí, poder lanzar todo ese tipo de campañas de concienciación» J. Fco. Mancebo
Cancelaciones masivas
Ese fue el momento en el que, por primera vez, se conjugó claramente el verbo preocupar. Fue Nuria Montes, secretaria general de la patronal hotelera Hosbec, la que levantó la voz de alarma al afirmar, sólo dos días antes de que arrancara ese puente, que “el ritmo de cancelaciones sobre paquetes ya vendidos se ha elevado al 15%”, una tendencia que, en ese momento, estaba convencida de que iba a ir a alza.
“Estamos muy preocupados”, reconocía Montes. Y no sólo por las cancelaciones en sí; que dolían y mucho. Sino, sobre todo, por el daño reputacional que, en su imagen como destino seguro, podía ocasionar esta crisis en Benidorm.
Además, como explicaba Montes, “las cancelaciones se producen, sobre todo, en el mercado nacional”, que es el que desde el estallido de la crisis pandémica ha salvado al turismo local.
«Una medida prudente sería la de pedir una PCR a los ciudadanos británicos que están entrando en el país» T. Revilla
El turismo sénior
El alarmismo con el que se trató el asunto, sobre todo por parte de las televisiones, fue clave en ese proceso. La mayor parte de los turistas que visitan Benidorm durante el invierno pertenecen al sector llamado sénior, es decir, mayores de 65 años. En otras palabras: a la población de riesgo.
Fueron ellos los que, en masa, comenzaron a deshacer sus planes y cancelar sus días de vacaciones en una ciudad que, según veían en las pantallas de sus televisores, parecía al borde del colapso humanitario. Y todo, cuando la realidad que reflejaba un paseo por sus calles demostraba todo lo contrario.
El problema británico
El mayor problema, sin embargo, lo seguían representando los turistas británicos. Allí, en Reino Unido, la incidencia se ha disparado hasta cifras jamás vistas en España. La inacción del Ejecutivo de Boris Johnson, que ha decidido que la pandemia es ya una cosa del pasado, elevó la tasa a más de mil contagios por cada 100.000 habitantes y eso, irremediablemente, se extrapoló a Benidorm.
La capital turística cerró el mes con los ingleses representando una cuota de mercado cercana al 30% del total, una cifra muy inferior a la habitual, pero ya muy significativa teniendo en cuenta del punto de partida.
Leire Bilbao evidenció cuál era el mayor problema con esos clientes: “ellos no han tenido la obligación de usar la mascarilla al aire libre casi en ningún momento de la pandemia, algo que provoca, necesariamente, que tampoco lo hagan durante su estancia vacacional”.
Campaña de concienciación
Con esos mimbres, el Patronato de Turismo de la Costa Blanca ha tomado nota de lo que está ocurriendo y anuncia que tiene previsto lanzar una campaña para concienciar a los turistas sobre la importancia del uso de la mascarilla. Una demanda que, como explica su director, José Francisco Mancebo, “nos llega también desde los propios ayuntamientos”.
Por ello, tanto Visit Benidorm como Costa Blanca se han comprometido a trabajar de manera muy activa en la concienciación en destino. En este sentido, Bilbao explica que “estamos intentando trabajar mucho la comunicación, porque es evidente que no puede haber una persona detrás de cada turista recordando que se tiene que poner la mascarilla”.
Las ventas, en el aire
Mancebo, por su parte, añade que “lo que intentamos, más que aleccionar, es hacer otro tipo de acciones más cercanas a la experiencia del turista”. Todo ello porque en este momento, cuando se encara la parte más importante de la campaña de ventas de cara al próximo verano, “lo que buscamos es que se estabilice el flujo de visitantes para, entonces sí, poder lanzar todo ese tipo de campañas de concienciación”, concluye el director del Patronato de Turismo.
Efectivamente, el momento álgido de las ventas de paquetes turísticos veraniegos en Reino Unido se abre justo después de las Navidades y, por lo tanto, la oportunidad no podía ser peor.
Así lo explica también Juan José Pérez Parker, presidente de la Asociación de Agencias de Viajes de Benidorm y Comarca (Avibe), que ya a finales de octubre reconocía no sólo su preocupación, sino la constatación del frenazo en las ventas.
El verano, en jaque
Pérez Parker explica que “la campaña de ventas estaba siendo muy buena durante las dos primeras semanas de octubre. No podemos hablar de cifras similares a las de 2019, pero sí es cierto que estábamos contentos con la evolución del mercado”.
Sin embargo, como añade el presidente de Avibe, ese paso atrás en la situación sanitaria, “ha provocado un frenazo muy brusco en el ritmo de ventas y es algo que nos preocupa de cara al próximo verano”.
Una desaceleración que desde las agencias de viaje achacan no tanto a la problemática concreta de Benidorm, sino “a la situación extrema que se vive en Reino Unido. Allí la incidencia está disparada y el cliente tiene miedo de que puedan volver las restricciones de viaje impuestas por su gobierno o, incluso, las cancelaciones de vuelos”.
«El frenazo en el ritmo de ventas es algo que nos preocupa de cara al próximo verano» J. Pérez Parker
Hospitales operativos
Con todo ello, y a modo de ofrecer una mejor visión de lo que realmente está sucediendo en Benidorm, parece que la mejor idea es girar la vista hacia la situación hospitalaria y, en concreto, al nivel de estrés que puedan estar sufriendo los centros sanitarios del área de salud de la Marina Baixa.
En ese sentido, su directora, Teresa Revilla, reconocía la “preocupación” del colectivo por las cifras, pero huía del alarmismo. “La tasa de ocupación UCI se ha situado en 3,28 por 100.000, cuando venimos de tasas inferiores a uno y la de hospitalización que se coloca ahora en 8,2 por 100.000, cuando antes era de 2,19”. En otras palabras, el pequeño aumento no es algo que suponga un riesgo para garantizar la asistencia sanitaria.
Controles en destino
El propio presidente de la Generalitat, Ximo Puig, aseguraba que, de momento, no se van a tomar medidas adicionales. La jefa del departamento de salud de la Marina Baixa no quiere entrar a valorar si esa es la decisión correcta o no, pero sí apunta que “quizás, una medida prudente sería la de pedir una PCR a los ciudadanos británicos que están entrando en el país para, al menos, tener una protección nosotros ya que ellos no están tomando ningún tipo de medidas y, así, evitar que nuestra situación se desborde”.
Respecto a la realidad local de Benidorm, Revilla apuntó a que el actual foco se está concentrando en la zona del Rincón de Loix donde “tenemos un nivel de alerta 4”. La profesional sanitaria considera que esta situación se produce, entre otros factores, porque “en Reino Unido hace ya tiempo que no hay ningún tipo de medida de prevención y se dan una serie de circunstancias que han provocado un importantísimo aumento de casos allí. Además, no hay restricciones de viajes, está viniendo mucha gente y, por lo tanto, los casos están subiendo”.