Aunque se sepa dónde están, siempre en lo alto de las colinas que enlazan la ciudad de Crevillent con la sierra, hoy pasan algo desapercibidas. Muchas de ellas se esconden tras una fachada de vivienda ‘normal’, algunas incluso con patio exterior. Lo cierto es que las casas-cueva parecen haber reculado visualmente, por más que aún forman parte de los atractivos visitables del municipio. De los abiertamente recomendados. Y pese a que sus habitantes consideran vivir allí, y no en el meollo urbano, todo un privilegio.
Las casas-cueva están en regresión, vendidas a precio de solar, volviendo más rentable la reconstrucción de las barriadas donde se ubican. Tanto desde dentro como fuera de la corporación municipal se escuchan voces que piden la recuperación del patrimonio. Pero el propio consistorio queda aquí preso de un plan de ordenación urbana que fomenta, hasta mediante incentivos económicos, la regeneración del parque inmobiliario urbano. Incluso aunque desde diversos frentes se destaque el valor ‘ecológico’ (frescas en verano, cálidas en invierno, aisladas del ruido, menor ocupación de suelo urbano).
Los orígenes de las cuevas
Según el artículo ‘Las cuevas de Crevillent (Alicante). Estudio y catálogo gráfico’, de José Antonio García Aznar, Joaquín Antonio López Davó, Jaime Ferri Cortés, Vicente Raúl Pérez Sánchez, Juan Carlos Pérez Sánchez, Antonio Jiménez Delgado y Leoncio Rodríguez Valenzuela, “el origen de este tipo de vivienda en Crevillent se debe fundamentalmente a tres factores: gran presión demográfica, pobreza de los medios de subsistencia y unas condiciones geográficas favorables para su excavación, incluyendo sin duda también la generalización de este tipo de vivienda en el este y sudeste español”.
El escrito, de las ‘Actas del Tercer Congreso Nacional de Historia de la Construcción’ (Sevilla, 26 al 28 octubre de 2000), añade: “Actualmente, el número de cuevas está disminuyendo, ya que en 1967 se llevó a cabo una política de supresión y limitativa de las reformas en las mismas; con la aprobación del Plan General de Ordenación Urbana, se prohibía de forma oficial la excavación o ampliación de nuevas cuevas”.
Las viviendas están vendiéndose como solares
Turismo bajo tierra
No deja de convertirse en grave problema para la subsistencia de estas viviendas, aunque aún sobrevivan. ¿Y en otras partes? Veamos la demanda nacional de casas-cueva en alquiler vacacional. Por ejemplo, en la web de Airbnb (‘airbed and breakfast’, ‘colchón y desayuno’). Y nos dice: “Este tipo de alojamiento es muy original (…). Pero no (…) incómodo, estas casas están acondicionadas para vivir perfectamente (…) verás que tenemos muchas casas cueva en la zona de Granada pero también (…) en Almería, Córdoba, Alicante, Albacete o hasta Toledo!”.
Hay posibilidades en Almanzora (Almería), Artenara (La Palma), Bácor (Bácor-Olivar, Guadix), Baza (Granada), Benamaurel (Granada), Cubas (Albacete), El Chorro (Málaga), Fasnia (Santa Cruz de Tenerife), Granada, Guadix, Güímar (Santa Cruz), Hita (Guadalajara), Huéscar (Granada), Jorquera (Albacete), Las Palmas, Mahón (Menorca), Níjar (Almería), Paterna (Valencia), Sacromonte (Granada), Setenil de las Bodegas (Cádiz), Tabernas (Almería), Tivenys (Tarragona), Toledo, Valtierra (Tudela) o Villarrubia (Córdoba). 45 referencias en la última consulta (el 20 del pasado mes), y sí, una en Alicante, concretamente en el casco antiguo de la capital.
Abundan en España las alquilables como refugio vacacional
La oferta local
Sí existe, pues, incluso en interior, una oferta de este tipo de establecimientos. Ahora centrémonos en Crevillent. ¿Se vende alguna? Desde Milanuncios, por ejemplo, nos ofrecen varias (ocho referencias en la última consulta), con precios que van desde unos 22.000 euros hasta los 70.000, aunque algunas, directamente, “para derribar” o “como solar”. Una, sin embargo, a 38.000 euros, está “recién reformada”, “semi-amueblada” y en un “barrio muy tranquilo”. En las fotos, parece muy moderna.
Según datos del Ayuntamiento, se calcula que en la actualidad bien puede haber unas 700 cuevas, que ocupan unos 365.000 m² de las orillas altas de la ciudad; aunque bien es cierto que el casco urbano, “poco a poco, está ganándoles terreno”. Incluye esto, por añadidura, en un texto en su web, como uno de los lugares a visitar en el municipio. Es decir, como uno de los atractivos crevillentinos, pese a que cada vez asomen menos fachadas al exterior.
En la actualidad quedan unas 700 cuevas habitables
Referencias en las guías
Las citan guías clásicas como la publicada en 1993 para la desaparecida editorial El País-Aguilar por Gaspar Maciá, Joan Vicent Hernández, Adrián López y Tomás Ramírez (“es un pueblo tradicionalmente vinculado a la sierra, a cuyas faldas surgieron los barrios más característicos, constituidos por viviendas excavadas en la roca”), o la de Osvaldo Leboso para Susaeta (‘Benidorm y Costa Blanca’, 1990: “A este panorama geográfico contrastado se suman las numerosas cuevas en las rocas de la sierra, que aún se utilizan como cómodas viviendas habitables”).
Según el texto municipal, descubrimos que Crevillent durante el siglo XVIII “desbordó con creces la capacidad de un casco urbano reducido y limitado por su peculiar relieve, y la población comenzó a horadar las laderas de los barrancos de su alrededor creando cuevas artificiales utilizadas como vivienda”. De ahí esas construcciones, generalmente con las dependencias conectadas con un salón-comedor (a veces también cocina), cuyo futuro presenta demasiados interrogantes.