Un viejo sueño despertaba. El 29 de julio de 2010, desde las doce de la mañana a las nueve de la noche, se abrían a diversos visitantes los jardines de Peñacerrada o Penya-serrada. Después se volvían a cerrar hasta 2014 para acondicionarlos, gracias a tres talleres en colaboración con el Servef, para su definitiva apertura pública. Continuaban como privados, pero durante 50 años podrían ser visitados por todo el mundo en determinados momentos. El Ayuntamiento se había comprometido a cuidar jardín y fachadas.
Ahora pueden pasearse los domingos de diez de la mañana a dos la tarde, más itinerarios guiados para estudiantes y como parte del recorrido en el ‘tren nocturno’ de la localidad. Quizá hayan perdido buena parte del brillo original: las huellas del tiempo, pese a los cuidados, pasan factura. Pero este conjunto, declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Jardín Histórico el 24 de enero de 2008, se ha convertido en visita ineludible tanto por motivos sociológicos como meramente lúdicos y estéticos.
De raíces nobles
El historiador José Soler Pastor, de partida de nacimiento autóctona, en su libro ‘Muchamiel-Muchamel-Mutxamel’ (Ayuntamiento de Mutxamel, 2015) nos introduce en los orígenes, que arrancan cuando el 27 de noviembre de 1697 “Carlos II crea el título nobiliario de Marqués de Peñacerrada en la persona de José Castañeda”. Al principio, lo que se hace, como en buena parte de la provincia con el fin de generar colonias de explotación agraria, es crear una población aparte, un pueblo nuevo.
La familia Pascual de Riquelme, a la sazón heredera del marquesado, será la encargada de construir, a fines del XVIII, las 32 viviendas que llegarán a contar con ayuntamiento propio. En 1842 se contabilizaban 113 habitantes, con lo que, de acuerdo a la ley referida a número de residentes, el 1 de enero de 1846 termina Peñacerrada agregada a Mutxamel. El XVIII verá la culminación de la construcción palatina, sobre una edificación de uno o dos siglos anteriores.
Declarados Bien de Interés Cultural en 2008
La obra palladiana
La fracción moderna, la edificación de Levante, comienza en 1808. Paradójico, dada la importancia del palacio en su conjunto, resulta que no aparezcan referencias al o los diseñadores de las partes de un complejo arquitectónico que ha sido definido como afrancesado, barroco con destellos italianizantes, romántico, aunque diversos escritos lo califican, en el último añadido, como de una muestra única en la provincia, o cuanto menos en la comarca de l’Alacantí, del llamado palacio palladiano.
Andrea Palladio (1508-1580) fue un arquitecto italiano renacentista que, antes que por su por otra parte prestigiosa y abundante obra, influyó como teórico tanto en su época como en posteriores por cómo concibió los palacios para nobles: escalinatas, cocinas y administración en los sótanos, columnatas, vistas desde cualquier ángulo de la casa, salas con una finalidad determinada y, sobre todo, relación, casi diálogo, entre la vivienda y el entorno. Así, Villa Valmarana, o Villa Poiana, conocida como La Rotonda, por citar diseños de Palladio.
Parte del palacio adopta el suntuoso estilo palladiano
Un jardín singular
Parece casi una descripción de Peñacerrada, una demostración de poderío económico en aquel agrícola Campo de Alicante. Hoy ya no se puede acceder a un interior que los mayores del lugar, quienes tuvieron la suerte de asomarse, te describen como suntuoso, receptor de fiestas de ensueño. En el frontispicio que asoma al exterior, lo que hoy es la plaza del Poble Nou, tenemos el frontis que se mostraba al asentamiento urbano. En el interior, tocaba saludar a un parque que desde luego no escondía señorío.
¿Con qué estilo quedarnos? Por la época, se dan en España cuatro tipos de parques: el hispano-mahometano (remembranza muslime, puro circuito de aguas canalizadas mediante acequias, cuyo mayor exponente sería el granadino Generalife); el inglés (paisajístico, artificio de lo que sería la naturaleza salvaje, en fincas de la Condomina); el francés (simétrico, de setos recortados, como en Villa Marco) y el italiano (se sirve de la orografía del paisaje, gusta de los laberintos vegetales, como en el pazo de Oca, Pontevedra). Pues juntémoslos todos.
El jardín es la suma de tres tipos de jardines
Alma de acequias
El inmenso parterre, de muchas más de las dos hectáreas (20.000 m²) que figuran en las referencias habituales, repartidas en unos 10.000 m² para el jardín y 17.250 m² para el huerto, se ha beneficiado de iniciativas como, en 2016, por ejemplo, el Taller de Empleo Azud de Mutxamel y Jardines de Peñacerrada, en colaboración del Servef. Esto permite que aún constituya un espacio visitable y muy disfrutable.
El lugar se encuentra apostillado por paneles, pero son distinguibles los diferentes jardines: el francés, con muestras de arte topiario (esculturas vegetales con tijeras de podar), los cipreses; el inglés, con pinos y tetraclinis, más la colina artificial con puente de madera, los restos de la casa donde los cañones anunciaban visitas, la gruta, el ánima de la Casa de la Vieja (hubo muñecos para representar al campesinado); y el italiano, con estanque alimentado por la alberca (28×11 metros), o el laberinto. Y como venas, refrescantes y autóctonas acequias.