Francisco Menargues García / Decano-Presidente del Colegio Oficial de Economistas de Alicante
A principios de 2020, la economía española se encontraba en una fase positiva de crecimiento, que duraba varios años y cuyos fundamentos eran más sólidos que en anteriores ciclos económicos.
Así, desde 2013 España encadenaba veintidós trimestres consecutivos de crecimiento, con incrementos del PIB en tasas de más del 3% durante los años 2015 a 2017, creciendo a un ritmo mucho mayor que el resto de los países de la Eurozona.
Importantes desequilibrios
Sin embargo, la economía española seguía arrastrando importantes desequilibrios, consecuencia de la crisis financiera de 2008-2013, principalmente en términos de: Una elevada ratio de deuda sobre PIB, con índices del 97,5% en 2018 y 95,5% en 2019; Elevado índice de desempleo, con alta tasa de temporalidad, casi un 14% en 2019, lo que representaba casi el doble de la media europea; y un importante déficit público, que alcanzó el 2,87% del PIB en 2019, un porcentaje que situaba a nuestro país en el puesto 114 de 190 países, del ranking de déficit respecto al PIB ordenado de menor a mayor.
Estos desequilibrios, junto con determinadas situaciones coyunturales como las repercusiones del Brexit, el paulatino enfriamiento de la economía europea, el encarecimiento del precio del petróleo y las tensiones económicas entre China y Estados Unidos empezaron a hacer mella en la capacidad de crecimiento de la economía española, ralentizando el crecimiento del PIB hasta el 2,3% en 2018 y el 2,1% en 2019.
«Esta pandemia ha provocado la mayor caída de la economía global en cerca de un siglo»
Los efectos de la pandemia
Con todo ello, frente a lo acontecido en anteriores fases expansivas, el ciclo económico iniciado en 2014 había tenido un patrón más equilibrado, sin generar desequilibrios exteriores o tensiones en los precios, con una estructura productiva más centrada en la producción de bienes y servicios y menos en la construcción y con una situación financiera de empresas y familias más saneada y eficiente.
Este escenario económico cambió drásticamente debido a la crisis sanitaria provocada por la covid-19 y el impacto de las medidas adoptadas para contenerlo. La evolución de la pandemia requirió una respuesta decidida en el plano sanitario, con medidas de restricción de la movilidad que provocaron una drástica reducción de la actividad económica tanto en España como en el resto de mundo.
Esta pandemia ha provocado la mayor caída de la economía global en cerca de un siglo. La mayor debacle económica desde la gran depresión de 1929 y, por supuesto, superando en mucho a la crisis financiera del año 2008. Además, con el agravante añadido de la incertidumbre sobre cuándo será su final. La magnitud y la rapidez de la paralización de la actividad ha sido algo que nunca habíamos experimentado en nuestras vidas.
«La crisis sanitaria ha supuesto, en el año 2020, unas pérdidas globales de unos 106.000 millones de euros en el turismo»
Crisis mundial
Esta es una crisis mundial, en la que ningún país ha quedado a salvo. Tanto las economías desarrolladas como las emergentes y en desarrollo han entrado en recesión. La economía española se ha visto particularmente afectada, debido a la intensidad de las medidas adoptadas y su estructura productiva. España está entre los países que han adoptado medidas más intensas de confinamiento y, además, se ha visto particularmente afectada debido al peso de los sectores más directamente impactados por las restricciones, como la hostelería, la restauración, el sector del ocio y especialmente el turismo.
Hay que tener en cuenta que en España el sector turístico representa casi el 13% del PIB total y que la crisis sanitaria ha supuesto, en el año 2020, una reducción del 69% del PIB Turístico y una disminución del 70% de la facturación, con unas pérdidas globales de unos 106.000 millones de euros.
«Las previsiones de desempleo, del 14,4% en 2023, estarían aun por encima del 13,8% de diciembre de 2019 y alejado de aquel mínimo del 7,9% en 2007»
Paro efectivo del 20%
Así en el año 2020 el PIB español sufrió una reducción del 10,80%. La tasa de desempleo se situó en el 16,2%, con una destrucción de 622.600 puestos de trabajo y un incremento del paro de 527.900 personas, que acabó con una racha de siete años seguidos de rebaja de la tasa de paro y con seis consecutivos de creación de empleo. Teniendo en cuenta, además, que si computáramos a los trabajadores en ERTE o los beneficiarios de prestaciones por cese de actividad que no figuran entre los parados oficiales la tasa de paro efectivo podría situarse en el 20,4%.
Ha medida que la crisis sanitaria ha ido remitiendo y con ello las medidas de contención se han ido relajando, la actividad económica ha ido volviendo a la normalidad, circunstancia que se ha ido produciendo en mayor o menor medida a partir del segundo semestre del año pasado.
El FMI proyecta que la economía mundial crezca un 6,0% en 2021 y un 4,9% en 2022. En la eurozona un 4,6% en 2021 y 4,3% en 2022.
Vacunas equivalentes en todo el mundo
El acceso a las vacunas es la principal brecha a lo largo de la cual la recuperación mundial se divide en dos bloques: los países que pueden esperar una mayor normalización de la actividad a finales de este año (casi todas las economías avanzadas) y aquellos que todavía se enfrentan a la perspectiva de un rebrote de los contagios y un aumento del número de víctimas de covid. La acción multilateral es esencial para reducir las divergencias y fortalecer las perspectivas mundiales. La prioridad inmediata es distribuir las vacunas equitativamente en todo el mundo.
Las previsiones para España son de un crecimiento del PIB del 5,7% en 2021 y del 6,4% en 2022. En cuanto a la tasa de desempleo, la previsión es del 15,9% a finales de 2021, del 14,6% para 2022 y 14,4% en 2023. Estas tasas, supondrían todavía un nivel superior al 13,8% de diciembre de 2019 y alejado de los mínimos alcanzados por la economía española en 2007 (7,9%).
Una nueva economía
Lo que es indudable es que la crisis del coronavirus ha provocado cambios sustanciales en nuestra forma de vivir y podría ser el catalizador para una nueva economía.
Una nueva economía en la que predominen las energías renovables, mucha mayor importancia de la digitalización para mantener la capacidad productiva, mayor preponderancia del teletrabajo, gran influencia de las nuevas tecnologías en el empleo y una orientación de la economía a procesos mucho más respetuosos con el medio ambiente.
Esperemos que todos estos cambios sean para conseguir que todos los habitantes de nuestro planeta puedan vivir mejor y gozar de una mayor calidad de vida.