Alcoy vive rodeado de historia. Las montañas y promontorios que circundan la ciudad fueron escenarios vitales de culturas que han determinado nuestra actual forma de vida.
El yacimiento paleolítico del Salt y el íbero de la Serreta, las pinturas de la Sarga, así como los poblados del Puig y del Castellar han sido objeto de concienzudo estudio durante las últimas décadas. A lo largo de las siguientes líneas ahondamos en los secretos de este incalculable patrimonio arqueológico.
Pleistoceno
A lo largo de los milenios los valles de Alcoy fueron habitados por tribus de cazadores y recolectores, que solo a través del conocimiento del territorio y la gestión de los recursos podían garantir su existencia.
Los restos arqueológicos encontrados en nuestra comarca indican la presencia de estos grupos hace más de 127.000 años, coincidiendo con el Pleistoceno medio. Sin embargo, no sería hasta el pleistoceno superior que se consolida la ocupación de la zona a cargo de los neandertales.
La presencia de los primeros pobladores en los valles de Alcoy se remonta a hace 127.000 años
Yacimiento paleolítico del Salt
La cuenca alta y media del río Serpis está plagada de testimonios arqueológicos de estos homínidos en forma de acumulación de materiales al aire libre, así como en cuevas y abrigos de roca.
El Salt es, precisamente, uno de estos parajes privilegiados, ya que su emplazamiento de fácil acceso favoreció su ocupación a cargo de poblados de neandertales. El rastro de estos pobladores se empieza a perder hace 40.000 años.
El yacimiento se localiza en los terrenos de Villa Vicenta, la casa de veraneo del escritor Juan Gil-Albert, construida en 1912. El descubrimiento del yacimiento no se produjo hasta 1959, gracias a las observaciones de J. Faus, colaborador del Museo Arqueológico de Alcoy. Las primeras campañas de excavaciones se iniciaron un año más tarde, confirmando el interés científico del emplazamiento.
En 1986 se inicia una nueva etapa de estudios, coordinada por la Universidad de la Laguna, que destaca por su enfoque multidisciplinar y la cooperación internacional. Sus investigaciones han permitido conocer los patrones de asentamiento y organización de los campamentos neandertales, incluido el control del fuego y el estudio de la dieta.
Albergue y laboratorio
Desde 2010 esta finca es propiedad de la Generalitat Valenciana, que se encargó de adaptarla para convertirla en albergue y laboratorio donde cada verano grupos de investigadores excavan el yacimiento. La mayor parte del año la propiedad está cerrada y solamente abre al público en las sesiones de puertas abiertas, en las cuales los investigadores informan a los visitantes sobre sus trabajos.
Los métodos de excavación han ido evolucionando desde las campañas primigenias hasta la actualidad, pasando de una arqueología de elementos tangibles a una ampliación de las fuentes de información, incluyendo en el proceso escalas microscópicas y moleculares. Hoy en día se practica en el Salt una ciencia muy avanzada y multianalítica, que convierte este lugar en una ventana al pasado.
Las pinturas rupestres de la Sarga fueron declaradas Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2018
Pinturas rupestres de la Sarga
El arte es una de las primeras manifestaciones simbólicas de la humanidad. Su soporte más utilizado durante la prehistoria eran las cuevas y paredes de roca, así como cerámicas, huesos y piedras. En el caso de las pinturas rupestres de la Sarga, se asocian a los primeros grupos de humanos productores de alimentos de la época neolítica.
Los abrigos de la Sarga se sitúan en el margen derecho del Barranc de la Cova Foradada, en la partida de la Canal. Su entorno se caracteriza por la presencia de una comunidad vegetal típicamente mediterránea, donde tienen presencia la carrasca y otros ejemplares de vegetación arbustiva. También se observa un paisaje afectado por diferentes procesos erosivos y una agricultura de secano.
Patrimonio Mundial
Además, se la considera como uno de los enclaves patrimoniales más importantes de la Comunidad Valenciana y por extensión de la península Ibérica. Estas pinturas rupestres son Bien de Interés Cultural y fueron incluidas en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en diciembre de 2018. Desde que en 1977 se realizara el primer cierre de protección del abrigo de la Sarga, se han llevado a cabo muchas acciones enfocadas a la conservación y difusión del arte rupestre.
El descubrimiento de las pinturas tuvo lugar en 1951. Su conjunto está compuesto por tres abrigos rocosos donde se documenta una de las secuencias artísticas prehistóricas más complejas y relevantes del arco mediterráneo. Contiene los tres horizontes artísticos desarrollados durante el Neolítico en estas tierras: el Arte Levantino, el Macroesquemático y el Esquemático.
El estudio de la necrópolis de la Serreta ha demostrado que los íberos incineraban a sus difuntos
Santuario prehistórico
En las de la Sarga se pueden apreciar escenas con arqueros, ciervos heridos por flechas y cabras (propias del arte Levantino). También se aprecian figuras humanas como las de ‘l’orant’ y el ‘bruixot’, que pintadas de rojo oscuro y de aspecto pastoso son típicas del Arte Macroesquemático.
Debido a esta variedad de figuras y escenas, la Sarga está considerada por los especialistas como un santuario prehistórico. Se trata de un lugar donde grupos de agricultores y ganaderos primero, y de grupos con bases económicas y sociales más complejas posteriormente, se reunieron para dejar testimonio de sus creencias y su forma de vida.
Poblado íbero del Puig
El yacimiento arqueológico del Puig es un referente que ha contribuido al conocimiento de la cultura íbera en tierras valencianas. Su existencia se conoce desde la década de 1910, y desde ese momento se han realizado relevantes campañas arqueológicas en 1965 así como entre 2004 y 2012.
El promontorio del Puig fue habitado por una comunidad de campesinos de la Edad del Hierro. El hecho de vivir en altura y protegidos por sólidas fortificaciones nos habla de una época en la que el conflicto y el miedo condicionaban la forma de vida.
Este poblado ocupaba poco más de una hectárea y estaba distribuido en varios barrios o bloques de casas. La disposición ordenada del espacio hace pensar en una organización dirigida y respetando unas normas.
Los restos de las construcciones permiten conocer las condiciones de vida de una comunidad formada por 300 personas. Los pobladores eran básicamente campesinos que trabajaban la tierra, cuidaban su ganado, y elaboraban artesanía con cerámica y metal.
El Ayuntamiento iniciará en 2022 un proyecto de puesta en valor del poblado andalusí del Castellar
Hasta el año 325
Esta comunidad permaneció 400 años en la parte alta del Puig, y su vida estuvo muy condicionada por las rivalidades y enfrentamientos con comunidades locales, sobre todo en épocas de malas cosechas y hambrunas. Uno de estos enfrentamientos sirvió para poner punto y final a la vida en el Puig, sobre el año 325 de nuestra era.
La principal fortificación que vemos en el Puig servía para proteger la puerta de entrada. Desde esta plataforma elevada se podía atacar a los enemigos lanzándoles piedras o golpes de lanza.
En el mundo íbero las torres se solían situar en el lado derecho para atacar la parte donde los guerreros empuñaban la espada y, por tanto, no se podían proteger. Además de esta finalidad práctica, la torre es una obra monumental que no solo reforzaba las defensas del poblado, sino que denotaba la importancia de la comunidad que allí habitaba.
En la parte más elevada del promontorio es donde se encuentra la parte excavada más extensa y con un buen nombre de estructuras consolidadas. Los habitáculos tienen forma rectangular y están divididos por muros interiores. En su interior se ha llegado a encontrar presencia de vajilla fina procedente de Grecia.
Las calles y espacios abiertos más próximos a las casas tuvieron que acoger actividad cotidiana, ya que se han encontrado construcciones donde se debieron efectuar trabajos relacionados con la lana o el secado de productos del campo.
Yacimiento íbero de la Serreta
El yacimiento de la Serreta se localiza en el límite entre Alcoy, Cocentaina y Penáguila, que con una elevación de 1.050 metros permite tener un dominio visual de los ríos Frainós y Serpis. Las excavaciones arqueológicas corroboran la importancia de este asentamiento, donde se localizaban decenas de casas de planta cuadrangular, delimitadas y agrupadas por calles.
La ciudad estaba rodeada parcialmente por una muralla y protegida por una torre monumental, construida a finales del siglo III antes de nuestra era, la cual ofrecía protección ante un peligro inminente. Este pudo ser la Segunda Guerra Púnica entre romanos y púnicos, o las actuaciones romanas para pacificar los dominios adquiridos después de la guerra, motivos que a la postre motivaron el abandono de la ciudad.
El yacimiento paleolítico del Salt acoge cada verano campañas de investigación multidisciplinar
Urbanismo del poblado
El urbanismo del poblado se adapta a las formas del terreno y aprovecha lo mejor posible los accidentes montañosos. Sus restos ocupan una superficie de seis hectáreas de extensión. El diferente grado de riqueza de los restos arqueológicos nos habla de la variada posición social de los habitantes del poblado.
La existencia de un santuario de culto, en la parte más elevada de la ciudad, dio respuesta a las necesidades religiosas de los pobladores de la zona. Las primeras ofrendas perduraron durante 800 años, hasta el siglo IV de nuestra era. Las pequeñas figuras de terracota encontradas hacen pensar que el culto principal del santuario debía de ser a una divinidad femenina.
Necrópolis
Otro espacio destacado del yacimiento es la necrópolis situada extramuros. Su estudio ha permitido saber que los íberos practicaban el ritual de la cremación en piras funerarias al aire libre. Los restos se depositaban en una urna de cerámica y se enterraban bajo tierra.
El número de tumbas hasta ahora excavadas (unas 80), con relación a la población del lugar, indica que no todos los habitantes fueron enterrados en el cementerio. Se teoriza que los más humildes no tenían derecho a ser enterrados en el camposanto.
Excavaciones
Los restos de esta ciudad estuvieron más de 2.000 años enterrados e ignorados, hasta que en 1917 el arqueólogo alcoyano Camilo Visedo Moltó encontró en la cima de la Serreta unas cerámicas de la época íbera.
La creación en 1945 de un museo municipal, y la designación de Visedo como su conservador, abrió una nueva etapa de excavaciones en la montaña sagrada de los íberos. Este lugar continúa siendo tema de investigación y despierta el interés de muchos estudiosos por conocer más sobre la primera cultura urbana de nuestras tierras.
Las alquerías andalusíes del Castellar fueron abandonadas en el siglo XIII con motivo de la reconquista
El poblado andalusí del Castellar
El Castellar de Alcoy es uno de los yacimientos referentes de la arqueología andalusina de la provincia de Alicante. Su estratégica situación (elevado a 878 metros sobre el nivel del mar) le otorga un dominio visual de casi todo el término municipal de Alcoy.
Este promontorio fue ocupado por diferentes poblados a lo largo de la prehistoria e historia: desde un poblado de la Edad de Bronce, un oppidum íbero, y hasta un asentamiento romano. Sin embargo, los restos arqueológicos que han salido a la luz recientemente hablan con más notoriedad de una fortificación andalusina.
Puesta en valor
Durante la segunda mitad del siglo X se estableció un poblado fortificado andalusí que creció en época taifa hasta su abandono siglos más tarde, con motivo de la conquista de las tropas catalanoaragonesas.
Hasta aquel momento actuaba como un centro político-administrativo de un distrito formado por una decena de alquerías. Sus habitantes debían ser grupos de campesinos que trabajaban las tierras de secano y pequeños espacios de regadío.
De cara a 2022 el ayuntamiento ha anunciado una puesta en valor del conjunto, que conllevará la adecuación de los accesos y la instalación de diferentes paneles, que permitan al visitante la comprensión de este antiguo poblado.
Documentación
Para esta publicación se han consultado fuentes de: ‘Alcoi pas a pas pels voltants’ (edición conjunta de El Nostre Ciutat, CAEHA, y Museu Arqueológic Camilo Visedo Moltó. 2020).