La historia es terrible: Bárbara de Nicomedia (vivió entre los siglos III y IV), en el futuro Santa Bárbara, fue encerrada en una torre por su padre, el sátrapa Dióscuro, quien no quería que su hija fuera seducida por hombres o por ideas. Estas últimas ganaron y Bárbara se convirtió al cristianismo. Dióscuro decidió torturarla en plan ‘gore’ y matarla… Finalmente, le cortó la cabeza pero fue alcanzado por un rayo.
Lo cierto es que cada cuatro de diciembre Santa Bárbara es venerada en medio mundo como patrona de quienes han de manejar explosivos (por lo del rayo) y, por extensión, de mineros y artilleros. Su imagen dio nombre a pañoles o depósitos para guardar la pólvora. Y todos los diciembres, además, se convierte en una buena excusa para acercarse hasta Altea la Vella, una singular población, pedanía y posible origen de Altea.
La localidad se repobló un siglo después de abandonarse
En las mimbres medievales
La partida consiste en un pueblecito con encanto desde el que, por ejemplo, alcanzar donde hoy se ubican urbanizaciones como Altea Golf, Altea La Nova o Sierra Altea. O para los más lanzados, aventurarse, en automóvil, por variados caminos asfaltados hasta enlazar con el que nos llevará casi a escalar las faldas de la sierra de Bernia y luego, por la urbanización Altea Hills, de vuelta a la carretera costera. En el camino, además de cachos de bosque mediterráneo y algún que otro mirador al mar, muchos chalés con vistas.
Pero Altea la Vella, pequeña población de 619 habitantes según censo de 2021, aún conserva ese encanto de caserío encalado habitado desde los íberos (hay necrópolis de la época). Desde la Edad Media (V al XV) hasta el XVI fue Altea, pero la población acabó por acercarse a la costa, a la ciudad actual. El lugar se repoblará después, entre finales del XVII y el XVIII y sus nuevos habitantes decidirán rebautizarlo como Altea la Vieja, la Vella, en clara ofrenda lingüística al origen poblacional alteano.
La ermita canaliza la celebración de la partida de Sogai
Pedanía con pedanías
La CV-755 (carretera de Callosa) nos lleva hasta Altea La Vella, y la calle Cura Linares nos conduce hasta su mismo intríngulis. Un empedrado con escalera peatonal en medio sustituye el asfalto y nos alcanza lo alto del pueblo con, a mano derecha, la planta basilical y cúpula octogonal, más torre con tres campanas, de la parroquia de Santa Ana (fiestas patronales el 26 de julio) como centro espiritual con plaza de la población. Fue construida entre 1882 y 1885, con importantes restauraciones en 1980 y 1995.
Con todo, el pueblo y sus urbanizados alrededores, generalmente siguiendo estilos arquitectónicos integrados en la línea clásica del núcleo poblacional, no constituyen la única visita de interés en este pequeño dédalo de calles, placetas y rincones con encanto. Altea la Vella, siendo partida, posee a su vez sus propias pedanías, como La Pila, Sant Jordi, el Cascall o Sogai. En todas ellas, y en el pueblo, se festeja según las guías Santa Bárbara, pero la ermita se encuentra en el Cascall, y el corazón organizativo festero en Sogai.
La población también conmemora el día de la Puríssima
Un montón de fiestas
Lo atávico, lo remoto, la conmemoración, se traduce, cuando los tiempos parecen normales, en un variado de festejos que en 2019 arrancaban el domingo 24 de noviembre, para finalizar el domingo 1 de diciembre (el 4 caía lógicamente en miércoles). Arroces, ‘dolçaina i tabalet’, verbenas, ‘despertaes’, ‘mascletaes’, misas, paella gigante… Alma de fiesta popular que luego, por desgracia, tuvo que interiorizarse. La ermita, bendecida en 1759, es alcanzable desde Altea la Vella si, desde la CV-755, tomamos el camino a la Finca Santa Bárbara.
Tras 2 km a baja velocidad, se llega al templo, y de allí, si cruzamos el barranco de la Vieja, a la partida de Sogai, caserío hoy nódulo festero de Santa Bárbara. La ermita en sí, por cierto, forma parte de la Ruta de les Ermites, coordinada por el Ayuntamiento alteano y que, con música, también visita la iglesia de Santa Ana y otros templos como los ermitorios de Sant Tomàs, Sant Roc, Sant Lluís, Sant Isidre y Sant Antoni, además de, en lo alto de Altea, la iglesia parroquial.
Más celebraciones
Pero las celebraciones prenavideñas no abandonan aquí, ni mucho menos, la zona. Altea la Vella también agasaja a la Puríssima, la Purísima o Inmaculada Concepción, del 8 al 10 de diciembre: oficialmente, el 8 de septiembre nace la Virgen; si restas nueve meses te da, más o menos, estas fechas. La celebración clásica pide, y se le da, ofrenda de flores de las chicas, misa, procesión y, si se tercia, fuegos artificiales, pero además abundan las actividades para los más jóvenes, cine y, en fin, sobre todo actividades culturales.
El Centre Cultural d’Altea la Vella, junto al colegio público (se accede desde la carretera de Callosa), casi al comienzo de una estela a ambas orillas asfálticas de comercios varios y abundante restauración, ofrece sus 356 butacas y activa programación en pro de mantener viva parte del espíritu de la madre de todas las ‘Alteas’.