Hubo un tiempo, ya lejano, en el que la clave de la desestacionalización turística en los destinos de sol y playa pasaba por convertir los meses de invierno mediterráneos en un paraíso para los jubilados. Benidorm se subió a ese tren y lo cierto es que su estrategia resultó todo un éxito, convirtiéndose en uno de los escasísimos destinos peninsulares en los que la actividad bullía los doce meses del año.
El programa de viajes sociales del Imserso, ahora tan en entredicho, fue el catalizador de aquellas primeras experiencias; pero en una industria tan competitiva, hace ya mucho que garantizar unos índices de ocupación decentes precisa de una diversificación total del producto.
Al igual que la duración de las estancias han ido reduciéndose y las exigencias de los turistas han ido aumentando en cuanto a la calidad que esperan en sus alojamientos o en los restaurantes; también ha variado enormemente su expectativa respecto a las actividades complementarias que realizar en sus destinos.
Diversificación para sobrevivir
Consciente de ello, Benidorm abordó esa cuestión hace ya muchos años. Parques temáticos, oferta gastronómica, cultura, congresos… pocos ámbitos han quedado fuera del amplio catálogo benidormense. Pero había uno, fundamental hoy en día, que seguía faltando: las compras.
Aunque pueda parecer, de entrada, un oxímoron, en un mundo en el que la preferencia por la compra online es cada vez mayor, también aumenta de manera significativa la demanda por disfrutar de un día de ‘shopping’ durante las vacaciones.
«Se plantea circunscribir el proyecto a ochos calles, las que presentan una mayor afluencia y tránsito de personas» T. Pérez
Sin centro comercial
Para poder solventar esa carencia, Benidorm tiene, por el momento, un hándicap muy importante: la ausencia de un gran centro comercial en su municipio. En el otro lado de la balanza, por fortuna, parece haberse invertido la tendencia que señalaba hacia la huida de las grandes marcas y franquicias de los centros de las ciudades y, por lo tanto, la oferta comercial del centro urbano de la capital turística es cada vez más variada y de mayor calidad.
A todo ello, además, hay que sumar una realidad que ha llegado no sólo para quedarse, sino para abarcar cada vez mayor territorio: la prevalencia del peatón sobre el coche. Ya sea por convicción o por imperativo legal emanado de la Unión Europea (UE), las ciudades de más de 50.000 habitantes tendrán que tener, antes de 2023, una Zona de Bajas emisiones y eso implica, necesariamente, peatonalizar cada vez más espacios.
Una decisión que, si bien los comerciantes suelen acoger con mucho temor ante la imprevisibilidad de la reacción del consumidor, suele acabar aglutinando opiniones positivas en el sector ya que, al fin y al cabo, lo que se termina creando es un gran centro comercial al aire libre, en el que vecinos y turistas pueden moverse con más libertad y encontrar más servicios que en los claustrofóbicos centros comerciales al uso.
El proyecto se ha desarrollado desde el área de Ingeniería, la Smart Office DTI y la concejalía de Comercio
Ocho zonas de consumo
Con todo ello, la capital turística quiere remediar su carencia y, para ello, ha presentado al ministerio de Industria, Turismo y Comercio “un proyecto innovador para impulsar el turismo de compras en zonas comerciales de la ciudad y que, inicialmente, se plantea circunscribir a ochos calles y avenidas del centro urbano, las que presentan una mayor afluencia y tránsito de personas, y a la primera línea de las playas de Levante y Poniente”, según explicó el alcalde de la ciudad, Toni Pérez.
El proyecto se ha denominado ‘Phygital’, y con él Benidorm participa en la convocatoria de ayudas lanzada por el Gobierno de España para el desarrollo de planes y programas de mejora en la actividad comercial en zonas de gran afluencia turística.
La iniciativa abarca un área de influencia en la que se localizan más de 550 establecimientos potenciales
Proyecto DTI
Se trata de una iniciativa que se enmarca en el Plan de Recuperación estatal en la que el primer edil espera “que se incluya la financiación de este proyecto, que se ha desarrollado por el área de Ingeniería, la Smart Office DTI y la concejalía de Comercio y en cuya concepción se ha contado con la colaboración de las asociaciones Aico y Abreca-Cobreca”.
En caso de que el proyecto acabe saliendo adelante, su objetivo principal, en palabras de Toni Pérez, será el de “impulsar las ventas del comercio local y restauración, trabajando de la mano de los propios establecimientos para avanzar en su transformación digital, dotándoles para ello de las herramientas y soluciones necesarias”.
Más de medio millar de comercios
En realidad, tal y como explicaba el alcalde de la capital turística, de esa meta principal derivan otros logros posibles como la potenciación de “los ejes de Sostenibilidad Económica, Innovación y Tecnología de nuestro Plan Director DTI + Seguro”.
Según ha desgranado Pérez, “este proyecto abarca un área de influencia en la que se localizan más de 550 establecimientos potenciales” que se englobarían en un “área comercial extensa, que funcionará como un centro comercial abierto”.