Pocas cosas han cambiado más a lo largo de estos veintiún siglos de Historia que la celebración de la Navidad. El fondo de la cuestión, claro está, sigue intacto, pero al trasfondo eminentemente religioso de una festividad puramente cristiana se han ido sumando muchísimos más elementos que no sólo nos han llevado -como sucede con tantas otras cosas- a unas fechas protagonizadas por el consumismo, sino que nos han hecho asociar el nacimiento de Jesucristo con un paisaje que, a poco que uno lo piense detenidamente, poco o nada tiene que ver con la fidelidad histórica.
Así, cuando se van acercando los días finales del mes de diciembre y en los salones de medio mundo aparecen abetos, luces de colores y demás adornos conmemorativos, el que más y el que menos se traslada a un paisaje nevado más típico del invierno del norte de Europa que de la región de oriente medio, donde hace más de 2.000 años nació el gran protagonista de estas fiestas.
Navidad tradicional
En realidad, la Navidad que se vive año a año en Altea tiene mucho más que ver, al menos en ese aspecto, con la original, que aquella que el imaginario colectivo ha globalizado con la connivencia necesaria de las principales agencias de publicidad.
Además, como sucede en otros muchos municipios mediterráneos, la Villa Blanca mantiene algunas tradiciones que confieren a sus fiestas navideñas un toque especial y local. Algo que, a falta de nieve, abetos y renos paseando por sus calles, le otorgan un sentimiento local.
Altea cuenta con ciertas particularidades que confieren a su Navidad un carácter local y diferenciado
A la espera de los Reyes Magos
Como en tantos otros municipios, la Navidad alteana cuida de manera muy especial el que los más pequeños disfruten de unos días que para ellos -y para no pocos adultos- son pura magia y, en esa labor, cuenta con la inestimable ayuda de los tres Reyes Magos, los visitantes más esperados por los niños de la Villa Blanca.
Y para que la espera se haga más llevadera y que todos sepan -al menos los que se han portado bien y merecen recibir sus presentes-, que Sus Majestades se acordarán un año más de ellos, el final de su viaje hasta Altea viene precedido de una luz muy especial.
Así, entre los días dos y cuatro de enero sólo hace falta mirar hacia la Serra de Bèrnia para ver, a lo lejos, la luz que durante todas esas noches ilumina el campamento de los Reyes Magos mientras descansan, cerca ya de los hogares de la Villa Blanca, esperando a que llegue la noche más mágica del año.
Los niños pueden dormir tranquilos cuando el día dos de enero ven encendida la luz del campamento de los Reyes Magos
Doble Nochevieja
Otra de las particularidades que hacen únicas las fiestas de Navidad de Altea se produce en Nochevieja, gracias a las campanadas en ‘estéreo’ que se pueden escuchar en todo el municipio cuando las dos iglesias de la Villa Blanca hacen girar sus campanas al unísono.
Una ocasión única para que todos los alteanos reciban el nuevo año juntos y disfrutando de una copa de cava, cotillón y, por supuesto, las tradicionales uvas de la suerte que reparte el Ayuntamiento entre los asistentes. Además, se lanza un bombardeo aéreo después de las campanadas para finalizar -o empezar, depende de a quién se le pregunte- la noche con música.
Las iglesias de Altea y Altea La Vella hacen sonar sus campanas a la vez para marcar la llegada del nuevo año
Atractivo turístico
Y todo ello, por supuesto, con un ojo puesto en el turismo, motor económico del municipio y que vive en las fechas navideñas una época de especial intensidad. Son muchos los visitantes que arriban a la Villa Blanca atraídos por su inconfundible carácter de villa mediterránea, ofreciendo la posibilidad de vivir, gracias al buen tiempo casi garantizado, unos días muy distintos a los que se pueden disfrutar en sus países de origen.
Para incentivar todavía más esa afluencia de turistas, el municipio organiza un amplio y variado programa de actividades en el que siempre tiene especial relevancia la música, un arte con una larga tradición en Altea.
Una campaña a la que no es ajena el tejido comercial local, que desde el pasado mes de noviembre lleva desarrollando distintas campañas, entre las que destaca el concurso de escaparatismo navideño, para incentivar el consumo, algo especialmente necesario en este 2021 pospandémico en el que muchos esperan poder recuperar las cifras de venta que se alcanzaban antes de la llegada de la covid.