Lo prometió al inicio de su primera legislatura al frente del equipo de gobierno de Altea y ahora, cuando apenas queda año y medio para la próxima cita electoral local, el acalde de la Villa Blanca, Jaume Llinares, ha hecho oficial que no aspirará a reeditar su mandato por tercera vez.
El primer edil alteano llevaba ya mucho tiempo asegurando en corrillos más o menos públicos que su decisión de no volver a encabezar la lista de Compromís en los comicios de 2023 era firme, pero también eran públicas las presiones que desde el seno del partido valencianista estaban tratando de hacer para que el veterano político alteano cambiara de idea, algo que, finalmente, no ha sucedido.
Nuevo liderazgo
Llinares aprovechó una asamblea de Compromís celebrada a principios del pasado mes de diciembre para comunicar la decisión a sus compañeros de formación argumentando, además de que quería ser fiel a su promesa de no permanecer más de dos legislaturas en el cargo, que había llegado el momento dar paso a nuevas caras que lideren el proyecto del actual equipo de gobierno de Altea.
Buena muestra de que los tiempos electorales oficiales y los que manejan los propios partidos políticos son muy diferentes, lo encontramos en el hecho de que Compromís sólo demorara una semana su asamblea en la que elegir al sucesor de Llinares como alcaldable en la Villa Blanca de cara a los comicios de 2023, una responsabilidad que ha recaído sobre los hombros de Diego Zaragozí, actual primer teniente de alcalde y responsable de las áreas de Infraestructuras y obras, Ciclo Hídrico, Empresa Pública, Actividades y Playas.
El todavía alcalde de Altea aseguró, al acceder a su primer mandato, que sólo estaría dos legislaturas en el poder
Zaragozí, el sucesor
Así, la formación valencianista opta, al menos esa es la primera conclusión que se puede sacar tras esta decisión, por la sucesión lógica, es decir, la de colocar como cabeza de cartel no sólo al concejal que más alto ha estado en el escalafón durante los últimos años tras Llinares, sino a su portavoz en el Pleno y a uno de los ediles con mayor peso político e institucional.
A sus responsabilidades durante el actual mandato, Zaragozí suma las competencias de Cultura que ostentó en la legislatura 2015-2019, la del primer gobierno del saliente alcalde. En esos cuatro años supo navegar las aguas externas e internas -siempre las más peligrosas en cualquier formación política- para convertirse en el hombre fuerte del partido en la Villa Blanca, una condición que se pondrá a examen en apenas año y medio.
Compromís no ha querido dejar pasar mucho tiempo con sede vacante y ha elegido a Diego Zaragozí como próximo cabeza de cartel
Siempre en minoría
Jaume Llinares accedió a la alcaldía por vez primera en 2015, terminando con más de dos décadas de dominio ‘popular’ en el Ayuntamiento de la Villa Blanca que, con Miguel Ortiz como alcalde, sólo se había visto interrumpido entre 2007 y 2011 cuando los socialistas, con un concejal menos que los conservadores, consiguieron pactar para aupar a Andrés Ripoll hasta el sillón de mando.
En aquella primera legislatura, sin embargo, Jaume Llinares no fue capaz de elevar a Compromís hasta el rango de fuerza política más votada del municipio ya que el Partido Popular, con el 29,93 por ciento de los sufragios, fue quien obtuvo el apoyo mayoritario.
En cualquier caso, y gracias a los pactos con otras formaciones políticas, Jaume Llinares pudo romper esa hegemonía ‘popular’ en la Villa Blanca y formar un gobierno que, eso sí, acabó convenciendo a unos alteanos que cuatro años más tarde lo apoyaron con más convicción.
El gran logro político de Jaume Llinares llegó en 2019, cuando por vez primera desde 1991 consiguió desbancar al PP como la opción con más votos
Fuerza más votada
El gran logro político de Jaume Llinares llegó en las elecciones de 2019, las últimas celebradas, cuando tras cuatro años al frente del Ayuntamiento pudo, por vez primera desde 1991 -la primera vez que el PP concurría a las elecciones bajo esas siglas-, desbancar a los ‘populares’ como la opción con más votos en las urnas.
Por un estrechísimo margen de 133 votos (Compromís reunió 2.789 papeletas frente a las 2.656 del Partido Popular), la formación encabezada por Jaume Llinares se convirtió en la fuerza más votada en aquellas elecciones, lo que les reportó a los valencianistas ocho de los 21 concejales que conforman el pleno de Altea.
Las cifras, aunque muy buenas, no daban para gobernar en solitario, por lo que Llinares volvió a apoyarse en los que habían sido sus socios preferentes durante la primera legislatura, el PSPV-PSOE, que aportó sus cuatro actas para reeditar el pacto y dejar sin efecto cualquier intento del PP, con siete ediles, de llegar a una entente con la única representante de Ciudadanos.
Desde el entorno de Compromís reconocen que el partido ha intentado convencer al primer edil de que reconsidere su decisión
Tiempo de estrecheces
Como el todavía alcalde de Altea reconoció en esa asamblea de Compromís en la que anunció su paso a un lado, a Jaume Llinares le ha tocado gobernar en tiempos complicados. Cuando tomó el mando del Ayuntamiento en 2015, España todavía sufría las últimas consecuencias de la crisis económica surgida del estallido de la burbuja inmobiliaria, una realidad que se había cebado de forma especialmente tangible con municipios que, como Altea, habían apostado de forma muy decidida por el desarrollo urbanístico de los 90 y primeros 2000.
Pese a ello, en el haber de Llinares quedará haber sido capaz de reducir considerablemente la deuda que había acumulado el consistorio alteano y poner en marcha, no sin sonadas polémicas con parte de la sociedad, algunas inversiones que cambiarán la Villa Blanca.
La decisión de Jaume Llinares implica también su adiós definitivo a la política en activo
Pérdida de popularidad
Desde el entorno de Compromís reconocen que el partido ha intentado convencer al primer edil de que reconsidere su decisión a sabiendas de que el todavía alcalde mantiene un importante tirón popular en la Villa Blanca, pero lo cierto es que su imagen también se ha visto erosionada a causa de distintas polémicas surgidas en los últimos años y, sobre todo, por los diversos colectivos que critican su poca disposición al diálogo a la hora de abordar cuestiones de crucial importancia para ellos.
Uno de los desencuentros más recientes ha sido el que ha protagonizado con los restauradores de la primera línea de playa, a cuenta de su decisión de no permitir el regreso de los cerramientos de sus locales una vez finalicen los trabajos del Frente Litoral, y que llevó a buena parte de los afectados a manifestar su desacuerdo en un pleno como medida desesperada después de no ser recibidos por Llinares tras varias peticiones en ese sentido.
Un momento tenso que se saldó con el alcalde asegurando, a preguntas de AQUÍ en Altea, que su decisión era firme e irrevocable, y que si la sociedad alteana no estaba de acuerdo con ella sería otro equipo de gobierno el que, en el futuro, debería de dar un volantazo en esa cuestión. Lo que ya es seguro es que ese equipo de gobierno no estará encabezado por Llinares.
Los próximos comicios locales se celebrarán en mayo de 2023 y no se descarta la aparición de nuevos partidos
Adiós a la política
Cuando se convoquen las próximas elecciones locales en 2023, y Llinares no encabece la lista de Compromís en Altea, se pondrá punto y final a un periodo muy dulce para la formación valencianista y para la izquierda local en general. Habrán sido ocho años de gobiernos de coalición que serán, una vez más, examinados por los votantes en unas papeletas en los que el nombre del todavía alcalde no aparecerá en absoluto.
Para despejar cualquier tipo de duda, Llinares ha asegurado que no sólo no repetirá como alcaldable, sino que después de estos ocho años al frente del consistorio alteano dejará definitivamente la política confiando en que sus compañeros de formación puedan mantener el impulso de 2019.
Un panorama muy distinto
Será a lo largo de 2022 cuando las maquinarias de los distintos partidos políticos de Altea arranquen la siempre larga precampaña, que desembocará en los comicios del mes de mayo de 2023, pero que, al menos a nivel interno, ya se están disputando y, por lo que se comenta en corrillos y mentideros varios, arrojarán un panorama muy distinto al actual.
Por el momento, ningún partido ha confirmado el nombre de su cabeza de lista para esa cita, pero, si no sucede nada fuera de lo normal, parece que es el Partido Popular el que tiene los deberes más adelantados. Con su actual portavoz municipal, Rocío Gómez, recién elegida como presidenta local del partido, la intención declarada de la ‘popular’ es conseguir el aval de los suyos y, de esa manera, aspirar a convertirse en la primera alcaldesa de la historia de Altea.
A la espera del PSOE
Más revueltas parecen bajar las aguas en el seno del PSOE. Si hubiera que hacer caso a los rumores que emanan desde el seno de la formación a nivel local, comarcal y provincial, el segundo partido que conforma el equipo de gobierno de Altea tampoco presentará a las elecciones de 2023 a Vicenta Pérez como cabeza de lista.
Aunque desde el partido se han negado a hacer ninguna declaración oficial en este sentido, lo cierto es que sus responsables evitan pronunciarse con el consabido “todavía falta mucho para las elecciones”, pero algunos dirigentes admiten en privado que la sensación generalizada es que ha llegado el momento de renovar el liderazgo en Altea.
Una realidad que toma ahora un nuevo cariz ya que, sin Llinares en la ecuación, los socialistas son sabedores de que los próximos comicios serán cruciales para decidir el color político de la Villa Blanca no sólo de cara a la legislatura 2023-2027, sino muy posiblemente para un periodo de tiempo más amplio.
Un mapa político complicado
Y todo ello, en una coyuntura autonómica y nacional en la que la sociedad evidencia un hartazgo cada vez mayor frente a una clase política que ha hecho de la polarización y el enfrentamiento su principal arma, dando la sensación de que se invierte más tiempo y esfuerzo en el descrédito del rival que en la elaboración y presentación de propuestas.
Todo ello deja, también en Altea, un mapa político muy complicado que hace muy difícil predecir cómo se moverán los equilibrios entre derecha e izquierda toda vez que, reflejado en el espejo nacional, parece una quimera pensar que algún partido vaya a ser capaz de dominar el pleno con una mayoría absoluta.
Nuevos partidos
Con Ciudadanos, que ahora cuenta con un solo asiento en el ayuntamiento de Altea, en franco retroceso a nivel nacional, y con los populistas haciéndose fuertes a derecha e izquierda, son muchos los dirigentes y ediles en activo que apuntan a que la fuerza determinante para la formación del futuro gobierno en Altea será una que, a día de hoy, no tiene representación en el pleno.
Cada cual, con sus filias y sus fobias, apuntan al momento dulce que las encuestas auguran a Vox, que no estuvo presente en los últimos comicios y que, a la vez, puede ser el aliado natural del Partido Popular o su peor enemigo al fragmentar el voto de la derecha.