Por todos los arqueólogos es sabido que el término municipal de Guardamar del Segura es una auténtica mina. Recientemente apareció una villa romana bajo una torre islámica en la playa del Moncayo. Éste no ha sido sino el último de una larga lista de descubrimientos que van desde la Prehistoria hasta el Medievo pasando por los fenicios, los íberos, los visigodos, los andalusíes, etc.
Que tantas civilizaciones decidieran instalarse en esta zona no es una casualidad. La desembocadura del río Segura en el mar Mediterráneo les ofrecía interesantes posibilidades agrícolas, pesqueras y comerciales. Así pues cada poco que se remueven las arenas guardamarencas, aparece alguna nueva sorpresa para regocijo de los dedicados a la arqueología.
La dama de Cabezo Lucero
Especialmente recordado es el gran ¡eureka! que se escuchó aquí en 1987, cuando los excavadores hallaron una singular pieza íbera. Porque en aquella ocasión no se trató de una simple vasija o cucharita, sino de algo mucho más gordo. Hasta ese momento se consideraba que la Dama de Elche era única en su esencia, pero aquel día le salió una fuerte competencia.
Esta historia que hoy relatamos tuvo lugar en el yacimiento arqueológico de Cabezo Lucero, ubicado entre Guardamar y Rojales. Antiguamente era una albufera que con el tiempo fue ganándole terreno al mar. Se piensa que este poblado estuvo habitado entre los siglos VI y III a.C.
En una de las tumbas ubicadas en la antigua necrópolis íbera apareció un gran trozo de piedra que los arqueólogos adivinaron que había pertenecido a un busto. Entusiasmados por el hallazgo continuaron excavando hasta encontrar otro fragmento más grande de lo que parecía ser el tocado, la cara y el cuello. Luego desenterraron la boca, los pechos, los collares…
Probablemente tuvo un uso funerario pero todavía se debate su significado real
Minuciosa reconstrucción
En aquel septiembre de 1987 se encontró toda una dama de piedra datada en el siglo IV a.C., aunque en trocitos. Rápidamente las piezas de este puzle fueron enviadas al Museo Arqueológico de Alicante, donde el restaurador Vicente Bernabéu se encargó de la minuciosa labor de volver a unirlas.
No fue ni mucho menos una tarea sencilla. Algunos fragmentos resultaron especialmente complicados para identificar y encajar pues habían sufrido golpes, roturas o incluso quemaduras.
Si bien la misión de devolverla completamente a su estado original era imposible, el gran oficio de Bernabéu permitió que la Dama de Guardamar fuera reconstruida hasta el punto de poderse apreciar en ella prácticamente todos sus detalles. Necesitó casi un año de trabajo.
Alrededor de su cuello porta cuatro distinguidos collares
A la moda íbera
La mujer íbera representada porta numerosas joyas en su cuerpo. Alrededor del cuello tiene dos collares pequeños y otros dos mayores que le cuelgan a la altura de sus pechos. Especialmente vistoso es el más ancho, cuyos motivos son varias figuras semiesféricas diferentes entre sí.
Como vestimenta porta una túnica y un manto que le tapa casi todo el pelo. En la frente vemos una diadema, pero mucho más visibles son sus dos esplendorosos rodetes cilíndricos que le cubren las orejas.
La escultura mide medio metro de altura, siendo bastante probable que la original fuera de tamaño incluso mayor.
Mide medio metro de altura y se cree que originariamente fue incluso más alta
Dos damas vecinas
La Dama de Guardamar es más o menos contemporánea a la de Elche, aunque la podríamos considerar más puramente íbera dado que en su ‘vecina’ ilicitana se perciben mayores influencias de la cultura griega.
Se cree que las dos fueron construidas para un uso funerario, al haber sido halladas en una necrópolis. No obstante hay diversas discusiones acerca de su significado real. Algunos piensan que podrían estar dedicadas a mujeres concretas que fueron socialmente importantes en sus ciudades, pero la mayoría de los historiadores se decantan más bien por lo contrario. El hecho de que portaran tantas joyas con distintos símbolos lleva a pensar que pudieran ser obras de carácter religioso para honrar a sacerdotisas o videntes.
A la sombra de la primera
Quizás lo que más diferencie a ambas esculturas es el distinto trato que recibieron en los siglos venideros. La Dama de Elche fue hallada en 1897, y de una sola pieza. La fémina guardamarenca tuvo que esperar hasta 90 años más tarde para ver la luz y lo hizo en cachitos. Dado que muchos fragmentos estaban golpeados e incluso quemados, se piensa que la pieza pudiera haber sido víctima de algún ataque o saqueo.
Estos hechos sin duda contribuyeron a que su homónima ilicitana alcanzara mucha más fama y repercusión. También, viendo el lado positivo, la pieza fetiche de Cabezo Lucero nunca ha sido vendida ni ha salido fuera de la provincia.
Actualmente la Dama de Guardamar puede contemplarse en el MARQ de Alicante. Si todavía no la conoces en persona, este 2022 es un año ideal para hacerlo ya que se cumple el 35 aniversario de su descubrimiento. También se expone una réplica de la original en el Museo Arqueológico de Guardamar (MAG).