Aunque la marejada viene de lejos, lo sucedido con el programa de vacaciones sociales del Imserso durante el último año y medio y, muy especialmente, en el invierno que nos ha llevado de 2021 a 2022 ha derivado en una realidad que, aunque las cosas puedan dar muchas vueltas en el futuro, a día de hoy parece del todo insostenible.
El mero hecho de mentarle a cualquier empresario, asociación u organismo turístico de la comarca de la Marina Baixa la palabra Imserso es, casi como si de un experimento pavloviano se tratara, garantía de conseguir una reacción de profundo disgusto y cabreo en la que, pese al sumo cuidado con el que tratan de expresarse en público, no faltan las palabras (muy) gruesas una vez que se entra en el jugoso y frustrante terreno del off the record.
La llegada de los turistas Senior a la Marina Baixa se ha ido retrasando una y otra vez a lo largo de los últimos meses. El Gobierno de España prometió que, tras el parón pandémico, el programa volvería con normalidad en esta campaña 2021-2022, pero esas promesas, en las que nunca confiaron los empresarios, quedaron en nada y no será hasta finales de este mismo mes de febrero cuando lleguen los primeros beneficiarios del Imserso.
Pese a las promesas en sentido contrario del Gobierno de España, el Imserso se ha retrasado casi cinco meses
Menos da una piedra
“Es una miseria, pero menos da una piedra y ahora, lo que toca, es tratar de minimizar los daños y asegurar empleos”. Así se expresa un importante empresario hotelero de Benidorm –sus palabras exactas son más gruesas y, por lo tanto, irreproducibles– a la hora de analizar lo que supondrá, “si es que finalmente llega, porque ya no sabes qué más puede torcerse”, apuntilla, la llegada de los turistas del Imserso.
Y ese “menos da una piedra” tiene muchas aristas. Se refieren los empresarios, como en diversas ocasiones ha denunciado la patronal hotelera Hosbec, no sólo al retraso en la adjudicación del programa y, por lo tanto, al recorte en el tiempo en el que estará activo; sino también, y sobre todo, a las condiciones económicas en las que ha sido adjudicado.
“Una subasta a la baja en un mercado persa”. Así de explícito y duro se mostraba otro hotelero con establecimientos en distintos puntos de la Costa Blanca respecto a una licitación en la que “los hoteleros hemos vuelto a ser los únicos que han perdido porque nos han obligado a aceptar precios que, sencillamente, no cubren los gastos” en los que incurren las empresas por mantener abiertas sus instalaciones.
Los hoteleros siguen en pie de guerra contra las tarifas que se han visto obligados a aceptar
Una ayuda, no una salvación
El Imserso fue, durante años, el gran salvador de la temporada invernal en una comarca, la Marina Baixa, que desde los años 80 del siglo pasado –coincidiendo con la puesta en marcha del programa en la temporada 1985-86– es ejemplo de desestacionalización. Nunca fue, eso sí, “un ‘cliente’ con grandes márgenes de beneficios, pero nos permitió seguir operando en los meses de temporada baja y, gracias a ello, atraer al mercado internacional, especialmente el británico”.
Sin embargo, los precios de salida del programa no han aumentado a lo largo de estas décadas de manera pareja al aumento del coste de vida y, sobre todo, “a la mejora de la calidad de nuestros establecimientos, algo que, lógicamente, deberíamos poder trasladar a los precios como hacemos con cualquier otro cliente”, indican fuentes del sector.
Todo ello provocó que el programa Imserso pasara a “ser una mera ayuda. Un complemento que, gracias a su volumen, ayudaba a mantener la planta abierta y, con ella, los puestos de trabajo en el invierno dando cada vez más peso, al menos en lo que a las cuentas de resultados se refiere, al turismo internacional”.
El principal objetivo, tras el varapalo de la sexta ola, es mantener los puestos de trabajo
Consuelo pandémico
“Siempre decimos lo mismo, pero luego nunca nos atrevemos a dar el paso definitivo”. Los empresarios también hacen autocrítica a la hora de responder a la pregunta clave: si las condiciones son tan malas, ¿por qué no se niegan a recibir a los turistas del Imserso?
“Somos un colectivo muy amplio y con muchas realidades e intereses que no siempre coinciden. Por ello, es muy difícil hacer un frente común. O nos negamos todos o no funcionaría. Si uno acepta, siempre habrá otro que siga sus pasos”, lamentan.
Además, “este invierno las perspectivas se han torcido mucho por el impacto de la sexta ola. Teníamos unas previsiones relativamente buenas que en apenas un mes, de noviembre a diciembre, desaparecieron por completo. Por ello, la llegada del Imserso y la reapertura del mercado británico deberían de funcionar, al menos, como una cura de urgencia antes de que llegue el verano”.