Mucha gente cree que los antibióticos y el alcohol son incompatibles y que mezclarlos resulta peligroso, o bien que, si bebes cuando estás bajo tratamiento antibiótico, se corta completamente el efecto de estos.
Según el doctor Gabriel Carreño, verdaderamente esta información es un mito y no es del todo cierta, pero sí es verdad que el consumo de alcohol durante este tipo de tratamiento puede llevar a la toxicidad hepática, aumentar el metabolismo hepático de estos fármacos y por ende, disminuir la concentración en nuestra sangre.
Lo que ocurre es que una vez ingeridos, esos fármacos pueden seguir varios caminos en el organismo: bien son metabolizados por el hígado o bien eliminados a través de la orina o las heces. Según la ruta de excreción que sigan, permanecerán activos más o menos tiempo, lo cual determinará la frecuencia con que debe administrarse cada dosis.
Así que lo que sí puede hacer el alcohol es retrasar o acelerar su absorción y eliminación. Es decir, si se bebe mucho, el antibiótico funciona más lentamente. Esta reducción de efecto se puede dar en un tipo de antibióticos llamados macrólidos y quinolonas, que se usan para tratar infecciones de garganta, urinarias o respiratorias.
Carreño añade que: »lo más importante es valorar la recomendación médica de reposo y de alimentación para la recuperación del paciente, y así evitar el llamado efecto antabús».
A este tipo de síntomas se les conoce como efecto antabús o efecto tipo disulfirán y se trata de manifestaciones clínicas que pueden ser leves o graves, y que van desde rubor facial, náuseas, vómitos, ansiedad, hasta incluso taquicardia, hipotensión, insuficiencia respiratoria o encefalopatía.
El efecto antabús puede aparecer también con el uso de metronizadol (antibiótico anaerobicida y antiprotozoario), muy utilizado en las infecciones bucodentales o en óvulos vaginales para tratar ciertas infecciones. En todo caso, lo más seguro es leer el prospecto, donde siempre vienen indicadas las incompatibilidades.
De los cientos de medicamentos comunes que recetan los médicos, muy pocos son los que realmente no deben ser consumidos bajo ningunas circunstancias junto a la ingesta de alcohol.