El Mediterráneo, al menos esa es la imagen que el turismo ha vendido de él, es un mar tranquilo y noble en el que la navegación, más que una lucha contra los elementos, se convierte en un placer.
Sin embargo, los que más saben de esto, los marineros profesionales y los recreativos, insisten en que esa imagen de postal dista mucho de ser cierta. Que el Mediterráneo, como todos los mares, tiene sus días y sus momentos. Y que cuando decide ponerse bravo, no queda más remedio que buscar refugio en un puerto seguro y, si vienen mal dadas, armarse de sangre fría para capear la situación.
Por ello, la regata 200 millas a 2 que unen Altea con Ibiza, dista mucho de ser un confortable paseo para los barcos y tripulaciones que se enfrentan a ella. Todo lo contrario. La cita con salida y meta en la villa blanca se ha convertido, en sus 35 ediciones ya disputadas, en una de las regatas de crucero más emblemáticas y prestigiosas del invierno en el Mediterráneo.
Vuelta a la competición
Tras el obligado parón pandémico, el Club Náutico de Altea vestirá sus mejores galas el próximo día cuatro de marzo para ver zarpar desde sus inmediaciones la flota que conformará el elenco de la 36ª edición de la prueba velera de cruceros más importante de su calendario competitivo.
Con tripulaciones formadas, como el propio nombre de la regata indica, por dos tripulantes, la alteana es una competición que cada año reúne a los mejores especialistas en este tipo de competiciones de toda España deseosos de medirse entre ellos y a los propios elementos que, incluso en el aparentemente poco traicionero Mediterráneo, han convertido esta regata en una de las más duras de todo el invierno patrio.
Es una de las regatas de crucero más emblemáticas y prestigiosas del invierno en el Mediterráneo
Una regata muy dura
La prueba 200 millas a 2 de Alta es una regata que, precisamente por la época del año en la que se celebra, suele exponer a los participantes a duras condiciones meteorológicas en la mar. Una circunstancia que se acentúa en una zona, la que separa la Península Ibérica de las Baleares, en la que los cambios bruscos de las condiciones meteorológicas y de las corrientes son, más que una sorpresa, una norma de carácter impredecible.
Una competición en la que tripulantes y embarcaciones no solo ponen a prueba su pericia para encontrar el rumbo y los vientos más favorables para transitar el camino de ida y vuelta entre Altea e Ibiza, sino que se convierte también en un examen de resistencia para los cuerpos y los materiales en dos -o tres- jornadas en las que el descanso de los navegantes es casi inexistente.
Con salida y meta en Altea, las tripulaciones deben alcanzar la isla de Ibiza
Buena participación
Que la pandemia ha afectado al calendario de regatas igual que a otros muchos deportes es algo innegable, pero esa misma ausencia de competiciones es la que, aparentemente, ha animado enormemente la inscripción de cara a la 36ª edición de las 200 millas a 2 de Altea que, contará con una flota de cerca de una treintena de barcos.
Los barcos inscritos se clasificarán conforme al Sistema ORC en una sola clasificación general para una prueba que, un año más, entregará como premio sus ya tradicionales lingotes de plata, una tradición que se remonta al inicio de esta clásica regata de crucero en el año 1987.
En 35 ediciones disputadas ninguna embarcación ha podido completar el recorrido en menos de veinticuatro horas
El tiempo es… plata
El Club Náutico Altea otorgará premios a los tres mejores tiempos, dando dos lingotes de un kilo de plata al primer clasificado, dos lingotes de medio kilo de plata al segundo clasificado y dos lingotes de un cuarto de kilo de plata al tercer clasificado.
Además, la organización ha establecido también un premio por equipos. Así, el Trofeo por Clubes es un galardón que premia al club cuyo equipo obtenga los mejores resultados. Para poder optar a este trofeo el club deberá estar representado por un mínimo de tres embarcaciones y el premio se lo llevará el equipo que menor puntuación obtenga tras la suma de los puntos de los tres barcos que consigan la mejor clasificación.
En veinticuatro horas
Así mismo, regresa el Desafío veinticuatro horas, que reta a los participantes a realizar la regata por debajo de la marca de las veinticuatro horas. En 36 años todavía no ha habido nadie que haya conseguido ese logro, pero ninguno de los participantes considera el reto un imposible pese a que, para ello, deben darse las circunstancias perfectas.
El desafío, además, permite abrir la participación a embarcaciones que por sus características técnicas no pueden tener un certificado de medición ORC y participar así en la competición.