El tabaco es la primera causa de muerte que se puede prevenir en el mundo. Según la Encuesta Nacional de Salud, publicada por el Instituto de Estadística de España en 2018, un 18,8% de mujeres y un 25,6% de hombres fuman a diario. El porcentaje más alto en los hombres corresponde al grupo de edad de 25 a 34 años y en las mujeres al grupo de 45 a 54 años. Asimismo los jóvenes que comienzan a fumar lo hacen cada vez a edades más tempranas, a los 13 años de media.
Un 28% de los jóvenes empieza a fumar pronto
Los nuevos fumadores se inician cuando todavía son adolescentes, entre los 13 y los 17 años. Los datos muestran que el 90% de las personas que fuman comienzan con el hábito antes de los 18 años y más del 60% prueba el tabaco antes de los 15 años. Entre los más jóvenes el número de cigarrillos que consumen diariamente ronda los 8, aunque es cierto que es mayor el hábito en aquellos que tienen 18 años y no en los más pequeños.
Si hablamos del consumo de tabaco por edades, en la franja que va desde los 15 a los 24 años el 72,7% reconoce que nunca ha fumado. Por el contrario, un 17,5% lo hace a diario y un 3% de manera ocasional. Por este motivo los expertos creen que si se retrasa la edad de inicio del consumo de tabaco, se puede lograr rebajar la prevalencia de personas fumadoras.
Padres y educadores, juntos para evitar el tabaco
Para evitar que los jóvenes comiencen a fumar a edades tempranas no sólo hay que advertir de los riesgos que este hábito conlleva, sino enseñarles a afrontar sus problemas y promover su desarrollo como personas autosuficientes. En este sentido es importante el papel que juegan tanto los padres como los profesores.
La familia debe proporcionar cariño y apoyar al joven emocionalmente, enseñándole a socializar. Además es importante que los padres den ejemplo, ya que el 90% de los padres y madres fumadores lo hacen en casa y más de la mitad de ellos delante de los hijos. En este caso los descendientes en edad adolescente tienen un 19% más posibilidades de fumar si su padre o su madre fuman. La cifra aumenta hasta un 36% si los dos progenitores fuman, según indica el doctor Juan Carlos Diezma.
Rebeldía, empoderamiento, igualdad
Los jóvenes suelen formar grupos de iguales con sus amigos. En ese ámbito es donde tiene lugar el contacto con las drogas, el tabaco y el alcohol. Cuando entre los amigos hay muchos que fuman es habitual que el número de miembros que lo haga se multiplique. Lo explica bien Elisardo Becoña Iglesias en su estudio “Bases científicas de la prevención de la drogodependencia”.
Son muchos los motivos por los que los jóvenes comienzan a fumar. Algunos de ellos son parecer mayor, romper con la infancia e imitar a los adultos. De eso se ha aprovechado hasta hace unos años la publicidad del tabaco, que transmitía valores como la belleza, la libertad, la independencia o la juventud.
Las restricciones actuales, tanto en medios de comunicación como en lugares en los que se puede fumar, deberían ayudar a disminuir el número de nuevos fumadores. Es un trabajo en el que también pueden ayudar los médicos de familia ante la petición de los padres.