Tárbena es uno de esos pequeños municipios del interior de la Marina Baixa en los que la decreciente evolución del padrón municipal durante los últimos años, es un claro reflejo que el problema del despoblamiento de los entornos rurales, eso que ha recibido el nombre de España vaciada, no es patrimonio único de las regiones del centro peninsular.
Con más de mil quinientos habitantes a principios del pasado siglo XX, en la actualidad el municipio cuenta con apenas seiscientos cuarenta y seis empadronados, según las últimas cifras oficiales. Una tendencia que, pese a que en los últimos años son varias las empresas dedicadas al turismo rural, las que se han establecido en Tárbena, no parece que vaya a revertirse.
El municipio ha pasado de contar con 1.500 habitantes a principios del siglo XX a sólo 646 en la actualidad
Mejorar lo existente
Para tratar de crear nuevos atractivos turísticos que lleven hasta este rincón de la Marina Baixa a nuevos visitantes y, con ellos, intentar detener la hemorragia de habitantes, el Ayuntamiento se ha propuesto ampliar y mejorar su museo etnográfico, algo para lo que ahora cuentan con dos viviendas en las que construir, literal y metafóricamente, ese proyecto.
“Ya tenemos un pequeño museo etnológico que está situado en la primera planta de la Casa de Cultura”, explica el alcalde, Francisco Javier Molines. “Es una sala diáfana en la que se han ido colocando los distintos elementos de la exposición”.
Compras y cesiones
Sin embargo, en Tárbena aspiran a mejorar ese museo, algo que ahora se va a convertir en realidad y para lo que se ha tenido que dar diversos pasos. Como explica el primer edil, “teníamos dos viviendas en la calle Santa Ana a los que, ya en la pasada legislatura, se les abrió un expediente de declaración de ruina”.
Ante esa situación, “el Ayuntamiento compró uno de esos inmuebles por un euro”, recuerda Molines. Sin embargo, “teníamos el problema de no saber quién era el dueño de la segunda vivienda. Finalmente, tras buscar muchísimo, encontramos a los propietarios actuales, que no tenían ningún interés en ella y después de explicarles el plan que tenemos, no tuvieron ningún problema en cederla”.
Uno de los inmuebles fue adquirido por un euro y el otro ha sido cedido por sus propietarios
Financiación asegurada
Tal y como explica el munícipe,” una vez conseguidas esas viviendas, nuestra idea es llevar allí el museo etnológico y, de esta manera, poder distribuir mejor la colección de objetos colocando cada uno de ellos en la estancia que le corresponde”.
Para todo ello, “solicitamos una ayuda del Plan Convive de la Generalitat Valenciana, con la que obtuvimos una subvención de trescientos mil euros. El problema es que lo pedimos cuando sólo disponíamos de un inmueble, por lo que queremos adaptar el proyecto a la realidad actual”.
Fondos suficientes
Una reformulación que no será complicada ya que “la segunda que nos han dado es seguro que se va a tirar porque es irrecuperable. Con ese dinero, que es una cantidad importante, vamos a poder llevar adelante el proyecto”.
Un crecimiento museístico que no supondrá un problema ya que “tenemos muchos elementos que mostrar para los que necesitamos espacio. Por fortuna, en un pueblo no es difícil acceder a elementos antiguos que muestren cómo era la vida antes”.
En la actualidad, sólo un agricultor de menos de 45 años mantiene los oficios tradicionales en Tárbena
Final de la agricultura
Y todo, para “que este museo pueda atraer al turismo. Vamos poco a poco, pero todo lo que hacemos lo pensamos con la intención de atraer turistas. Por desgracia, la agricultura está muy mal pagada y no da lo suficiente para vivir. Eso provoca un gravísimo problema para los pueblos y es que la tierra se está quedando abandonada”.
Un proceso, el del abandono de los oficios tradicionales que, como explica Francisco Javier Molines, se ha visto acelerado por una epidemia que se cebó con uno de los cultivos tradicionales de la zona como es el almendro. “El problema de la xylella fastidiosa ha adelantado en quince o veinte años, el abandono de los campos. La almendra casi siempre se ha pagado mal. Eso ha hecho que no exista un relevo generacional que, con esta epidemia, se ha acelerado”.
Y, como muestra de todo lo dicho anteriormente por el primer edil, un botón: “en Tárbena, dedicándose íntegramente a la agricultura, sólo hay un chico de menos de cuarenta y cinco años. Por todo ello, proyectos como los del nuevo museo etnológico, son más importantes y urgentes que nunca”.