La escena tuvo lugar en 1999, poco antes de la Semana Santa. Entrevistaba al entonces emergente, y hoy prestigioso, escultor e imaginero torrevejense Víctor García Villalgordo (1976), en su taller, que había montado en 1996. Preguntaba: sobre su propia biografía, sobre las técnicas, su aprendizaje y aplicación. Mientras, me fijé en que Víctor García tomaba apuntes, hacía uno y otro bosquejo.
En el artículo, hablaba él de los esbozos de los posibles pasos, figuras, que presentaba a cofradías (sus componentes están adscritos a un oficio determinado) y hermandades (distintas labores y posiciones sociales): “Para estos bocetos, los amigos de Víctor se convierten muchas veces en improvisados modelos: la cara, la expresión, una oreja… o las manos”. ¿Me estaba dibujando?
Musas y marquesas
La realidad es que si los artistas acuden a las musas, a su fe, a los chispazos neuronales y muchas más cosas para explicar el ‘alma’ o el ‘espíritu’ de sus obras; en la escultura, civil o religiosa, los modelos físicos se encuentran mucho más a ras de tierra. Como en el caso del creador torrevejense, abundan los ejemplos en estos artes.
En el artículo ‘El último realista decimonónico’, a propósito de Mariano Benlliure, se contaba cómo este utilizó, para recrear la figura de La Dolorosa, a Juana de Oteiza, esposa del marqués de Usía, quien había perdido por entonces a su hija en accidente. Algo que, según una no muy amable leyenda, Benlliure no le permitió olvidar mientras posaba, para recoger el dolor en la expresión, aunque sin recrearse en él.
Realismos e hiperrealismos
Al alicantino Remigio Soler López (1932-2016), que abarcó también la construcción de hogueras y la pintura (un multifacetismo muy habitual en estas disciplinas), pese a su capacidad para ‘geometrizar’ la realidad, esto no le hacía despreciarla en absoluto. Tomaba los apuntes del natural y luego los llevaba hasta su mesa de dibujo, acompañado aparte por la música que más le gustaba (y eso incluía a U2 o Joaquín Sabina, pero esto es otra historia).
Este apego a la realidad a veces llega a extremos como el hiperrealismo, casi de foto tridimensional, de algunas figuras del onubense Juan Manuel Parra Hernández, alabado por unos y ofensivo para otros. Mientras muchos piden que como mucho solo sean modelos reales los “personajes secundarios”, lo cierto es que toda creación, como decía Picasso, es una recreación. De una foto, un dibujo, una amistad. Cuando vean una Semana Santa, fíjense bien, por si se reconocen.