Para entender el presente, con una noche de San Juan celebrada por toda la Comunidad Valenciana, hay que viajar al pasado, cuando nace Juan el Bautista, posiblemente hacia el siglo primero antes de Cristo, de quien es coetáneo, a quien bautizó. Porque Juan, claro, bautizaba: sumergía en agua a la gente como ceremonia de renacimiento a una nueva fe, una nueva vida.
Pero ya teníamos el solsticio de verano, cuando el sol parece aquietarse (de ahí ‘solstitium’, ‘sol’ y ‘statum’ o estático). Sumemos: según se desprende de los Evangelios, la Encarnación de Jesús es el veinticinco de marzo. Santa Isabel, madre de Juan, llevaba embarazada tres meses: nacía el profeta un veinticuatro de junio, precisamente el día por entonces del solsticio, aunque el Universo no permanece inmutable: ahora está entre el veinte y el veintiuno de junio.
Los ritos incluyen fogatas, gastronomía y ‘banyades’
El profeta y los ritos
Así que ya tenemos al último profeta de Israel, vínculo entre el Antiguo y Viejo Testamento, y al tiempo un ramillete de ritos ligados al paso entre estaciones. La interrelación de ambos dará lugar en el Mediterráneo a que donde haya mar, fuente, río o lago, o cualquier otra manifestación del agua, se celebre San Juan. Y siempre con el mismo trasfondo de purificación y renacimiento.
Esto afectará incluso a cualquier fecha relacionada: a San Juan Bautista lo decapitaron (la despechada Salomé, con la cabeza del profeta, originó la expresión ‘en bandeja de plata’): el 31 o el 36 después de Cristo, un veintinueve de junio. Ya no se celebra la fiesta de la Degollación, quizá por semejar macabra, aunque la Iglesia hablaba de renacimiento a la vida eterna.
Incluso en la castellanohablante Hoya de Buñol pervive la celebración
Deshacerse de lo viejo
Las alicantinas Fogueres de Sant Joan se han convertido en referente mediático de la Comunidad para estas noches en que hay que deshacerse de lo viejo (allí, la vida caricaturizada), pero las conmemoraciones abarcan prácticamente todo el Levante español. Rara es la localidad que no se sumerja en unos ritos purificadores que incluyen iluminación (fuego, a veces saltar sobre hogueras), gastronomía (energía, generalmente asada) y ‘banyà’ purificadora.
Y más allá: en Cádiz, cuando la autoridad respectiva lo permite, se queman, a modo de ‘fogueres’ o ‘falles’, los ‘juanillos’, muñecos de trapo que inflaman politiqueos a los que se les practica el vudú de la ironía. Interesante, puesto que fue un gaditano, José María Py (1881-1932), el creador de las Fogueres alicantinas, pero ya en el XVI triunfa en tierras valencianas la humanización del profeta, al crearse la figura del San Juanito.
Desde la capital hasta la huerta
Pero centrémonos por singularidad o antigüedad en las noches sanjuaneras de la provincia, que hay donde elegir. Así, en la misma zona metropolitana de Valencia, la propia ciudad capitalina, que esa noche deja los monumentos para San José, al adoptar, en el Cabanyal y la Malvarrosa, el formato que se pierde en la noche de los tiempos. Como en Aldaia, que también tiene Falles en marzo. Loriguilla, en pleno Camp de Túria, incluso celebra sus fiestas patronales alrededor del 24.
El formato tradicional, que incluye saltar sobre la hoguera, refrescarse en el agua, etcétera, con el añadido veterano de los ‘correfocs’, triunfa desde hace mucho en las vegas valencianas. Así, en la Safor, en Tavernes de la Valldigna; en l’Horta Nord, en Almàssera, la localidad bifronte de Bonrepòs i Mirambell o Puçol; en l’Horta Oest, en Manises, y en l’Horta Sud o l’Horta-Albufera, en Massanassa.
La fiesta en la capital se desplaza al Cabanyal y la Malvarrosa
De comarca a comarca
No decae en comarcas como el Vall d’Albaida, donde se ‘sanjuanea’ en Atzeneta d’Albaida, Benicolet, Bocairent, Montaverner, l’Olleria, Quatretonda o Sempere. Ni en Bolbaite, sita en Canal de Navarrés. O en Llanera de Ranes, Rotglà i Corberà, Vallés o Xàtiva, pertenecientes a La Costera. Tampoco se quedan atrás las riberas Alta (Alberic, Benifaió o l’Énova) y Baixa (Cullera, Polinyà de Xúquer o Sueca).
En la Hoya de Buñol, que mantuvo tradiciones pese a su repoblamiento por colonos castellanos, hay noche sanjuanera en Chiva, Dos Aguas o Siete Aguas. También en Requena-Utiel, que hasta el XIX perteneció a Cuenca, se homenajea a San Juan en las titulares y vinícolas Requena y Utiel. O en Bugarra, en Los Serranos, cuyo barroco templo del XVII se dedica, cómo no, a San Juan Bautista.
Noche de brujas
Sorprende que, en lo básico, incluso cuando se muestra tan aparentemente transformada como en Cádiz o en Alicante, la noche de San Juan sigue moviéndose alentada por idénticos significados que arrancan en lo más brumoso de los tiempos. Aunque en los ochenta se le adicionasen otros, movidos por una presumible unidad cultural mediterránea y, en casos, hasta lingüística.
Incluso en el aspecto de que la magia de San Juan no siempre resulta positiva: es noche de brujas, de seres que enloquecen a los humanos y les fuerzan a transgredir normas. Esto generó todo un ramillete de rituales para protegerse de los malos espíritus, más propios, eso sí, de las comarcas castellonenses. Pero tanto allí como aquí queda un elemento claro: es noche de disfrute.