Entrevista > Jesús Noguera Guillén / Músico (Orihuela, 1993)
El músico oriolano Jesús Noguera, formado en el Conservatorio de París y la Sorbona, ha sido el encargado de dirigir recientemente las jornadas ‘Ginés Pérez de la Parra: música para un Siglo de Oro’, organizadas por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Orihuela y que han contado con la colaboración del Cabildo de la Catedral.
En ellas se ha dado a conocer la figura del más ilustre de los músicos oriolanos, uno de los grandes compositores del Renacimiento español.
«Hay tres elementos que me interesan de los lugares donde toco: la acústica, el espacio arquitectónico y la historia del lugar»
¿Qué ha significado para ti dirigir este homenaje a Ginés Pérez de la Parra?
Probablemente ha sido una de las mejores experiencias artísticas en las que he participado. La Concejalía de Cultura y el deán de la Catedral aceptaron mi propuesta desde el primer instante y me dieron libertad plena para concebir las jornadas Ginés Pérez de la Parra.
Esto me ha permitido no sólo poner en valor la música del compositor con mi grupo y la musicóloga Esperanza Rodríguez, sino también hacer resonar su música con el arte y la literatura de la España de la Contrarreforma, gracias a Ferrante Ferranti y a Luisa Pastor.
Desde hace años tengo un gran interés en este compositor. En primer lugar, por la calidad de su música y, en segundo, por haber trabajado entre los muros de uno de mis edificios más queridos, la Catedral de Orihuela. Estas jornadas han sido, sin duda, un punto clave en mi carrera musical.
¿Por qué?
Hace un año fundé en París el Ensemble Oriol, un conjunto vocal para interpretar la música polifónica del Renacimiento español y, en particular, para explorar la música de Ginés Pérez, de ahí el nombre del grupo. Orihuela era, pues, casi un lugar de peregrinaje.
Asimismo, ha sido la ocasión para presentar piezas que probablemente no se habían escuchado desde el siglo XVI.
«Me sorprende pensar que he pasado un tercio de mi vida en París»
¿Cómo es el trabajo con el Ensemble Oriol, el grupo que diriges?
El trabajo más importante se realiza antes del primer ensayo, donde intento comprender al máximo las obras y tomar las decisiones pertinentes. La partitura, especialmente antes del siglo XIX, presenta muy pocos elementos que nos hablen de la interpretación.
El estudio de los tratados musicales de época y la manera en la que cada pieza se construye pueden dar pistas muy valiosas.
¿Qué tipo de voces forman dicho grupo?
Para mi grupo he seleccionado voces profesionales cuyo timbre, proyección y técnica permiten la máxima comprensión del tejido contrapuntístico que generalmente domina la música del siglo XVI.
El trabajo con ellos es grato porque partimos de una base sólida, pero, a la vez, muy exigente en términos de afinación, articulación, dicción y expresión, por ejemplo.
Háblanos de tus inicios en la música.
Desde pequeño me ha gustado mucho la música, en particular desde que empecé el conservatorio incitado por mi madre. Sin embargo, no tengo la impresión de que me atrajese más que otras materias. Como curiosidad, en el último año de bachillerato se me antojaban dos vías posibles: la música y ¡la química! Aún hoy, sigo teniendo intereses muy dispares.
Creo que poder o intentar aprehender el mundo a través de la rima, el color, el pasado, las formas, lo microscópico, el sonido o las sombras proporciona un sustrato muy fértil para todo lo que hago.
«Hace un año fundé un conjunto vocal para interpretar la música polifónica del Renacimiento español»
¿Desde cuándo estás afincado en París?
Desde 2013. Me sorprende pensar que he pasado un tercio de mi vida allí. La marcha se produjo porque conocí al profesor del ‘conservatoire’, Olivier Baumont, en un curso de verano y decidí que estudiar con él era la mejor opción para progresar en ese momento.
Había empezado a tocar el clave sólo un año antes del rigurosísimo examen de acceso al Conservatorio Nacional de París, pero el talento de mis profesores y mi perseverancia dieron resultado.
Desde entonces has interpretado en lugares como el Louvre o el Museo de la Música de París.
Hay esencialmente tres puntos que me interesan de los lugares donde toco. La acústica, por supuesto, el espacio arquitectónico y un elemento poético e intangible que deriva de la historia del lugar, esa tela de araña invisible unamuniana donde todo queda atrapado.
Otro elemento importante, ajeno al lugar pero que modifica su percepción, es el público, alfa y omega de la experiencia del concierto. El estado de sintonía que a veces se crea depende, sin duda, de un va-et-vient entre artistas y oyentes.
En este sentido, el concierto en la Catedral de Orihuela fue algo tan especial como tocar en el Louvre, los Inválidos o el Palau de la Música de Barcelona.
Disco como solista
La obra de Antonio de Cabezón lo motivó a realizar hace dos años un disco con música del Renacimiento español, bajo el sello francés ‘Initiale’.