Entrevista > Antonio Navarro Más / Tenor (Crevillent, 7-octubre-1948)
El tenor crevillentino Antonio Navarro, que ha destacado por su trayectoria de más de cuarenta años en la Coral Crevillentina, acaba de publicar un libro muy personal que lleva por nombre ‘La piel de la patata’.
Un título que le propuso su sobrino Manuel como metáfora que simboliza el hambre y las penurias que tuvieron que atravesar muchas familias españolas años atrás, teniendo que llegar a buscar trabajo lejos de su tierra natal.
¿Qué se puede encontrar el lector en ‘La piel de la patata’?
El libro aborda la rocambolesca historia de una parte de mi familia, protagonizada por mi abuelo, Vicente Navarro Gómez, quien en 1930 tomó la difícil decisión de emigrar desde Callosa de Segura hacia Elene, región del Rosellón francés, tras haber perdido a su primera esposa, Teresa Hurtado Puig, mi abuela, con la que tuvo a sus tres primeros hijos.
En su viaje le acompañaron sus tres hijos y su segunda mujer Asunción Sánchez Ávila.
«Mi abuelo tuvo que emigrar desde Callosa de Segura hasta Francia»
Cuéntanos que te ha inspirado para llevar a cabo este proyecto.
Mi interés en escribir esta historia surge tras conocer, gracias a mi hermana María Teresa, la existencia de un primo hermano nuestro llamado Vincent Navarro Ferre en Saint-Cyprien (Francia).
Vincent descubrió en 2018 una carta cerrada en un cajón del despacho de su padre, mi tío, que mi hermana había enviado a nuestro tío en 1980. Así, descubrieron que tenían familia en España.
¿Cómo contactasteis?
Se pusieron en contacto con mi hermana enviando una emotiva epístola en la que incluyeron sus teléfonos móviles y en la que también informaron de que teníamos cinco primos hermanos. Tras varias conversaciones telefónicas con nuestro primo Vincent, nos propuso celebrar un encuentro familiar en un restaurante de Francia para poder conocernos, a lo que aceptamos inmediatamente.
A Francia me llevé una agenda para poder apuntar todos los datos de mi familia francesa que mis primos me pudieron contar.
¿Cuánto tiempo te ha llevado realizar todo este proceso?
Algo más de dos años, ya que han sido muchísimos los datos y las consultas telefónicas para que me aportasen nombres, fechas, anécdotas, secretos y fotografías de nuestra gran familia. Ha supuesto una trabajo laborioso y titánico.
El tenor ha sido solista de la Coral Crevillentina durante cuatro décadas
Pese a este reciente proyecto, tu labor profesional ha estado unida al mundo de la música lírica, ¿cómo recuerdas tus inicios?
Al igual que muchos crevillentinos y crevillentinas, la música ha estado siempre vinculada a mi persona. Mi madre me contaba que la comadrona que asistió el parto se quedó asombrada al escuchar la potente voz de aquel bebé que lloraba.
La primera vez que descubrí que tenía cualidades para cantar fue en la década de los sesenta, imitando las voces que solía escuchar en los discos y la radio. Tras la formación del coro Ruiz Gasch en los setenta, tuve el privilegio de que me invitasen a formar parte de esta entidad como tenor solista interpretando la habanera ‘Fresca Rosa’.
Hasta que pocos años después te incorporas a la Coral Crevillentina, donde permaneces casi cuatro décadas…
Mi ingreso en la coral se produjo de la mano de Joaquín Fuentes Soriano en 1980, quien reparó enseguida en mi voz de tenor y rápidamente me propuso formar parte del elenco de solistas de la coral.
Así, mi debut como solista se produjo en 1982 con la zarzuela ‘La dolorosa’, siendo un gran éxito de público y teniendo que representarse tres veces en diferentes fechas.
Sin embargo, hace un par de años anunciaste tu retirada, ¿por qué?
Mi retirada del teatro lírico y de la música se vio acentuada después de notar que las fuerzas de mi garganta me abandonaban poco a poco en mi natural proceso longevo, aunque también tuvo que ver la desaparición del nombre de Coral Crevillentina por el de Orfeón Crevillentino.
«Me siento tentado de continuar con la historia de mi familia en otro libro»
Y ahora, ¿qué planes tienes para este año?
En este momento de mi vida, a mis 73 años y después de haber cumplido con los tres preceptos fundamentales del ser humano, como es plantar un árbol, tener una hija y escribir un libro, mi tiempo está dedicado al estudio y a la contemplación e interés por conocer antropológicamente a los seres humanos, y a intentar transmitir todo lo que he aprendido a mi nieto Iván.
¿Te planteas publicar otro libro?
Pues he decir que después de escribir ‘La piel de la patata’ me siento tentado de poder continuar con la historia de mi familia, en la cual reflejaría las vivencias de cada uno de mis primos desde su niñez hasta la época actual, pero esto ya sería otra historia.
Amante de la cultura
Antonio Navarro es uno de los fundadores de la Tertulia Artístico Literaria El Cresol de Crevillent. Presentó recientemente dicho libro en la agrupación crevillentina con la profesora Natalia Navarro Zaplana como mantenedora.