Un equipo de investigadores del Área de Ecología de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche y de la Estación Biológica de Doñana-CSIC han publicado en la revista Nature Ecology & Evolution un estudio sobre las aves migratorias. Esta investigación concluye que las decisiones del Milano Negro (Milvus migrans) para iniciar la migración desde la Península Ibérica hacia África Occidental dependen de la presión barométrica, probablemente al pronosticar cambios en las condiciones del viento y tormentas de arena.
Además, los investigadores encontraron que los patrones de migración cambian con la edad de los individuos, ya que, por ejemplo, las aves adultas son más capaces que los individuos jóvenes de explotar de manera adaptativa la deriva del viento. Las aves adultas resisten la deriva cuando aumenta su desplazamiento ya acumulado, la aceptan de manera oportunista cuando disminuye el desplazamiento neto y priorizan las condiciones favorables de los vientos sobre la disponibilidad de alimento en las paradas para descansar (stopover).
El investigador distinguido del Departamento de Biología Aplicada de la UMH por el programa CIDEGENT-PlanGenT de la Generalitat Valenciana y uno de los autores del estudio, Jomar Magalhaes Barbosa, ha explicado que el proyecto ha sido posible debido a un intensivo esfuerzo de campo para la instalación de emisores GPS en 90 aves, el análisis detallado de 3.140 días de migración y el procesamiento de miles de imágenes satelitales para estimar las condiciones atmosféricas y del hábitat con muy alta resolución temporal y a escala continental. Los investigadores destacan en el estudio que las mejoras en la capacidad de migración de las aves con la edad están sujetas a la mortalidad selectiva de aquellos individuos menos capaces de migrar. Aunque esta sea una hipótesis tradicionalmente postulada en la biología de las migraciones, este estudio aporta por primera vez unas bases empíricas sólidas que demuestran que la mortalidad selectiva elimina de la población a aquellos individuos que más sufren la deriva del viento (aquellos que se arriesgan más), especialmente a edades más jóvenes y hacia ambientes inhóspitos como el interior del desierto del Sáhara. La evolución de las tácticas de compensación y adaptación a la deriva de viento con la edad determina, además, una progresiva mejora en la capacidad para detectar la fuerza y la dirección de los vientos y corregir, consecuentemente, su rumbo.
Dado que el cambio climático alterará los regímenes y condiciones de los vientos, el estudio concluye que sus impactos sobre las aves migratorias serán difíciles de pronosticar debido a la naturaleza compleja e interactiva de los múltiples factores atmosféricos. Sin embargo, se espera que la adaptación de los migrantes a un clima cambiante dependerá de la flexibilidad de las poblaciones para acomodarse a las nuevas condiciones y a la rapidez en que la selección natural actúe.