El cineasta malagueño Jesús ‘Jess’ Franco (1930-2013, alias Clifford Brown, Joan Almirall, Dan L. Simon y muchos más pseudónimos), Goya de Honor en 2008 y director de un buen puñado de películas con Christopher Lee, como la saga de Fu Manchú, rodó bastante por estos pagos. Para él, Orihuela Costa podía ser cualquier lugar del mundo si este precisaba mar de fondo.
Sus largometrajes, que distribuían desde Hollywood estudios como American International Pictures, Independent-International o Commonwealth United, pero también Metro-Goldwyn-Mayer o Warner Bros, transportaron este litoral a las pantallas de todo el mundo, aunque cabe preguntarse si quienes veían los filmes creían admirar paisajes africanos, sudamericanos o de países fantásticos. Quizá más de una familia supo ver entre fotogramas, a juzgar por cómo ha crecido.
Números poblacionales
Si en 2021 Orihuela, como municipio, contabilizaba 78.940 habitantes, de los 361.146 de la comarca (en una provincia con 1.881.762 de censados), Orihuela Costa acaparaba la cifra de 22.759 residentes. Al menos según cifras oficiales, porque la zona se presta a la existencia de una población estacional, de vacaciones, fin de semana y fiestas de guardar. Y a vecindario registrado todavía en su anterior vivienda (lo que no es nada legal), quizá interior.
En el fondo, con los números por delante, Orihuela Costa parece una localidad más, otro municipio, con los parámetros estándar de una ciudad entre pequeña y media europea. En parte, es urbe, conurbada al norte con los flecos meridionales de la vecina Torrevieja (82.842 pobladores según el cuenteo del año pasado) y los septentrionales de Torre de la Horadada (3.907), pedanía litoral de Pilar de la Horadada (22.597).
22.759 residentes habitan la pedanía, de los 78.940 del municipio
El arranque turístico
Algo que refuerza este hecho es que Orihuela Costa, en el fondo, constituye una partida con subpartidas. En total, treinta y ocho, incluido el territorio que en el fondo supuso casi la fundación del fenómeno, Dehesa de Campoamor, que la provincia alicantina comparte con la murciana, ya que entre su área se cuenta con el murciano Parque Regional Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar.
La Dehesa no deja de ser un regalo: el que le hizo el poeta y político asturiano Ramón de Campoamor (1817-1901), gobernador de Alicante (1848-1851), a su esposa, la irlandesa Guillermina O’Gorman (1819-1890), con la que había casado en la antigua ermita de la pedanía sanjuanera-campellera de Fabraquer, en la Finca Abril. Para contar con una zona de vivienda y esparcimiento estacional, De Campoamor adquiría lo que entonces se llamaba Dehesa de Matamoros.
La Dehesa de Matamoros se transformó en la de Campoamor
La costa del interior
En el fondo, el asunto patentiza una realidad poco estudiada: salvo pérdidas o cesiones, a veces hasta ventas y reventas, la mayor parte de comarcas interiores alicantinas poseen su cacho o cachito de Mediterráneo. Cómo no habrá de ser igual con Orihuela, que a principios del siglo catorce, al ser incorporada al Reino de Valencia, presidió la Gobernación General de Oriola, casi la provincia actual, en principio desde Xixona hasta lo que desde 1986 es el municipio de Pilar de la Horadada.
Quedaba ahora un repoblamiento podríamos decir que por contagio. Si los pudientes van por allá, es que son tierras de moda. Aunque realmente el gran impulso poblacional irradiará desde Cabo Roig (ahora curiosamente en retroceso demográfico), donde en el siglo dieciséis se construye una torre vigía renacentista.
Aunque los desarrollistas sesenta y setenta rodearán al monumento de hoteles y zonas de ocio mil, el empuje de una población verdaderamente residente tardará en llegar. En concreto, hasta que arribe este siglo.
La pandemia ha supuesto un crecimiento demográfico
El comienzo del crecimiento
El segundo milenio será el que inaugure el desarrollo actual de Orihuela Costa. A las familias de interior que desean vivir respirando salitre del marino, comenzarán a sumárseles oleadas de jubilados europeos, más quienes desde la meseta española aspiran a veranear entre el ocio mediterráneo. El hotelero Cabo Roig, aunque modernizado, cede a la invasión chaletera. Urbanizaciones como Mil Palmeras devienen en subpedanías (esta compartida con Pilar de la Horadada).
Las cifras asombran el gesto: si en el 2000 habitan la pedanía, y hablamos ahora de toda Orihuela Costa, 5.645 residentes censados; solo cinco años después la cantidad se transforma en 20.006, lo que se va a convertir casi en la media, aunque habrá dos cumbres poblaciones, en 2011 con 30.487 y en 2013 con 32.530. Así todo, la pandemia no parece haberla perjudicado, antes al contrario.
La huella epidémica
La panspermia de la covid-19 llevó a que muchos residentes estacionales decidieran confinarse junto al mar y con barbacoa a mano en vez de en un piso. Si en 2019 la población crecía sobre la media, hasta llegar a los 21.428 habitantes, en 2020 se contabilizaron 22.200, hasta llegar a los casi veintitrés mil del último censo. Falta saber cómo se comportará la curva demográfica del presente 2022.
En todo caso, esta ya ciudad costera con centros comerciales, ocio, naturaleza, sol y costa se parece cada vez más a Florida. Algo de lo que, sin duda, habría sacado punta, y mucha, el hoy añorado Jess Franco.